Defensa por la objetividad de la experiencia artística
Vengo aquí a exponer, como claramente manifiesto en el título de este escrito, mi defensa por lo que considero que la experiencia artística (y, así, todo arte y toda obra) es en sí misma -y más allá de su subjetividad- un fenómeno objetivo; real. Por más absurdamente contradictorio que pueda parecer el uso del término «experiencia» para muchos, mi argumento se basa en que dicha experiencia individual es, en todo caso, ajena al individuo y, por tanto, irrelevante en cuanto a su individualidad. Es decir, cae en importancia el hecho de la existencia de la experiencia como tal y no, entonces, la individualidad de la misma.
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