Caminar esas hermosas y pacíficas calles, entre Soho y West Village en Manhattan, equivale a sentirse dentro de un filme de Woody Allen, con los elegantes restaurantes, pequeños cafés y residencias clásicas que enmarcan la vida del Nueva York que fascina. Cuando una cineasta conoce el entorno que filma, los resultados estéticos son relevantes por que se destacan pequeños detalles que solo puede conocer alguien que transita por su propio barrio. A Sofia Coppola le tomó siete películas poder rodar en su amado Nueva York, y no sólo eso, presenta una comedia con tintes autobiográficos que se desarrolla justo en el cuadrante donde ella vive.
Disponible en Netflix: ‘A Quiet Place: Day One’ (2024), un viaje entre ratas y demogorgons.
Visualmente espectacular, la cámara juguetea con el espectador como si lo jalara dentro de la propia película, para poder sentir cada paso mientras se avanza: Harlem como lugar estratégico al norte, las ratas en diferentes lugares de la ciudad y los múltiples espacios que básicamente son Nueva York. Por Saúl Araujo.

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