El oscuro y extravagante drama criminal de Orson Welles, Sed de mal (1958), cuenta con varios elementos que lo vuelven un clásico indiscutible del cine negro estadounidense: un cast multiestelar, la soberbia fotografía de Rusell Metty, un discurso profundo sobre el poder y la corrupción, y un legendario plano secuencia en el arranque que establece el nivel de tensión que contendrá toda la película.
