Nunca he sido gran fan de los juegos de mesa: mi novia y mis amistades podrán afirmarlo con recelo. Entre todos los juegos de este tipo que existen, los rompecabezas tampoco me entusiasman mucho, en caso de dudarlo, preguntárselo a mi rompecabezas de Edward Hopper que no ha visto la luz en los últimos dos años. Con todo ello, House: retratos desarmables (2011), hizo posible que reconsiderara pasar mi próxima tarde armando uno. Por Gustavo Patlán.

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