A través de Vainilla, Hermosillo —otra directora millennial que se inaugura en la dirección de largometrajes con una historia personal desde la perspectiva infantil— plasma a una familia real con todas sus imperfecciones, pero jamás desde una óptica de juicio o recriminación, sino desde la más auténtica de las verdades para que el espectador se pueda encontrar a sí mismo en cualquiera de los personajes o situaciones.

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