La energía Taurina y Herman Hesse

Por Aura Metzeri Altamirano Solar

Hemos aclarado antes el objetivo, con el artículo anterior (se recomienda seguir el orden de los artículos para emprender el camino por los signos), encendiendo el primer fuego de la primavera y por lo tanto, de esta nueva comprensión astrológica / biográfica. Con Aries hemos revisado el primer impulso de la vida, el primer aliento que se toma y termina por separarnos del cuerpo de la madre. Todo nacimiento implica una suerte de separación, es el término de la primera individualización que continuará a lo largo de la vida, formando un camino en espiral donde toda disolución del sujeto termina por encontrarse con una nueva individualización. Esto es causa de la importancia de aprender a observar la astrología como un proceso integral, analizando cada impulso conforme a un personaje específico pues, la carta natal, nos da luces no solo del temperamento personal, si no también de la vida y obra expresadas a través del filtro de cada arquetipo zodiacal. En esta ocasión, reconociendo que la energía de la artista anterior (Leonora Carrington) ha sido una energía sumamente masculina, continuaremos con el principio taurino, que es más bien, femenino, con un escritor que si bien, no era de Sol Taurino, si contaba con posiciones importantes en este signo, y reflejó de forma acérrima este impulso a lo largo de su vida y obra, a saber: Herman Hesse. Cito de su obra autobiográfica, “Obstinación” :



“Una virtud hay que quiero mucho, una sola. Se llama obstinación. Todas las demás, sobre las que leeremos en los libros y oímos hablar a los maestros, no me interesan. En el fondo se podría englobar todo ese sinfín de virtudes que ha inventado el hombre en un solo nombre. Virtud es: obediencia. La cuestión es a quién se obedece. La obstinación también es obediencia. Todas las demás virtudes, tan apreciadas y ensalzadas, son obediencia a las leyes dictadas por los hombres. Tan sólo la obstinación no pregunta por esas leyes. El que es obstinado obedece a otra ley, a una sola, absolutamente sagrada, a la ley que lleva en sí mismo, al «propio sentido». “

En Hesse, convivían muchos impulsos que se concatenaban en un aire de misticismo, encierro, melancolía y la búsqueda del sí mismo, recordando que, de Sol Cáncer, Luna Piscis, pero tres puntos dentro de Tauro, el signo que es nuestro objeto de estudio (Kirón, Neptuno  y Plutón), marcaron un temperamento peculiar, hasta cierto punto, retraído, sumido en la búsqueda del mundo y del placer, más aún en la naturaleza (he aquí los primeros indicios de su vida taurina) , contrariándose por ciertas épocas de diferentes tipos de aislamientos, reproches, culpas, una búsqueda que parece infructuosa (aquí podemos comprender la dimensión pisciana que asomaba una responsabilidad que, incluso en su obra, deja caer una especie de velo de pesadez) , pero que termina por volver, haciendo honor a la preciada virtud de la que antes se habló (La obstinación) hacia la belleza de lo natural.

Una vez que se ha trascendido el primer momento de la vida, el fuego del alma ha sido encendido y accede a un momento donde necesita ser nutrido de manera seria y profunda para su correcto crecimiento, tal es la tarea del nutricio taurino, en primera instancia, reconocer la belleza y armonía como concepto básico que precede a la forma, y es por ello que de este signo se desprende una actitud amable y hedonista, la lentitud acompañada de la seguridad en los pasos es la norma básica para toda vida. Parte de las leyes universales, incluye la dualidad, una vez que se ha dado inicio a la vida (es decir, se ha incurrido en un momento activo o yang, masculino), el siguiente paso estará determinado por un movimiento de la misma intensidad en el otro lado del péndulo, (lo femenino, receptivo o ying), así continúa un camino de crecimiento en espiral. 

Con Tauro hablamos de una actitud de espera, podríamos retomar la obstinación como la disciplina que la tierra dota a quienes carguen con lo taurino. En Herman Hesse, alemán nacido en 1877, esto fue canalizado a través del arte, de la actitud de espera, paciencia y resignificación (Más no resignación, importante aclarar) . Debemos comprender la totalidad de la carta de Hesse por una armonía mostrada entre los signos de Piscis (al tener ahí su Luna y Marte) , Cáncer (Sol y Venus) y finalmente el signo que hoy es objeto de discusión, Tauro (Plutón, Neptuno y Kirón) . 

Acercando la lente, notamos que estas tres energías confluyen armoniosamente, dando una vía hacia la expresión sensitiva, artística, con tendencias hacia la soledad, la depresión, el mundo interno que, lastimado por el contexto de dos guerras mundiales, y una educación rígida y religiosa, separa el mundo de Hesse en “Dos mundos”; como muy bien explora en las primeras páginas de Demian , y es en el encuentro con el otro mundo, que reconoce la fuerza grave de la materialidad, la melancolía que acompaña a tantos artísticas (de forma más específica a tantos escritores). Durante su juventud, experimenta episodios de depresión y tendencias suicidas, que finalmente le llevan a una instancia en un psiquiátrico, producto de la decisión de sus padres. 

Observamos durante esta primera etapa de su vida, la tendencia hacia la soledad, la academia y la sensibilidad que poseía, antes que ser reconocidas en una primera instancia, como dotes artísticos, le acarrean bastantes problemas. Neciamente declara querer ser poeta antes que cualquier otra cosa, ahí se vislumbra la actitud taurina, quien reconoce que la belleza es la medida que sostiene todas las cosas, sin ella, no existe más, y se aferra  a la ilusión de este deseo. 

Reconoce en los primeros años de su seminario su vocación como poeta y comienza, después de liberarse de la estancia psiquiátrica, sus primeros intentos como librero y luego, escritor. Podemos ver en la Obra Narciso y Golmundo sus años de juventud retratados y como, la fuerza del artista interior, se revelaba ante la posibilidad de una vida totalmente eclesiástica. Aquí cabe rescatar el elemento de la espiritualidad, tema tratado de manera profunda dentro de su obra, pues reconoce en su herencia (al ser descendiente de misioneros cristianos) , la conexión generada con el concepto divino, sin embargo, refleja distintas vías para acceder a dicha consciencia divina o de unidad, es así que, aún en instancia de lo intangible y espiritual, integra el elemento sensorial taurino, quien valora en muy buen puesto los sentidos y la materialidad, incluso como vía para la iluminación (Esto queda ampliamente reflejado en su libro más famoso, El lobo estepario, también se consultarán estas dos vías y se validarán en la novela Siddharta) . Observaremos que a lo largo de su obra, explora múltiples corrientes religiosas y conceptos esotéricos, plantados sobre el campo de la dualidad.

Si bien hablamos de una carta cuyo Sol no es Taurino, existe una indudable manifestación de este signo . Cuando observamos planetas como Neptuno y Plutón en el signo Taurino, y observamos el plano de acción de Hesse, comprendemos que manifestó estos rasgos, provenientes de planetas transpersonales, a través de su arte, producto del subconsciente colectivo. Recordemos que los planetas transaturninos (más allá de Saturno, invisibles al ojo humano desnudo), se relacionan con tendencias generacionales, debido a su lento paso por la bóveda celeste, y tal es el caso, que quienes manifiestan sus características de forma artística, representan los intereses de su época. Deteniendonos aquí, los intereses de los planetas transaturninos pueden equipararse al concepto Jungiano del “Zeitgeist” o el espíritu de los tiempos. Observamos que estas fuerzas, además de Kirón, significaron un papel importante en el contexto de Hesse, y éste , únicamente lo manifestó a través de su arte. 

Neptuno, planeta de los místicos y los artistas, al estar en Tauro busca manifestar la belleza que puede ser encontrada en la naturaleza, mientras que Plutón, busca renovar dichas fuentes materiales, es por ello que nos encontramos en una época bastante dicotómica con el nacimiento de Hesse. Se reconoce como una forma de desvelar la realidad material mientras que se le admira y contempla por su belleza. Esto parecen dos actividades de algún modo contrarias, sin embargo, dentro de la obra de Hesse, observamos un profundo respeto por la naturaleza y los principios estéticos que preceden a la creación. Cabe destacar aquí un tercer elemento, la presencia de Kirón, el sanador herido, en contacto con Neptuno, al tener estos dos puntos en conjunción, explicamos la sensibilidad y propensión melancólica de Hesse, sabiendo que este dolor se presentará, hasta cierto punto, como un dolor del tipo existencial en su obra, marcando la necesidad por salirse de la rueda de la creación material, que es, finalmente, cíclica. Hesse se embarca en una búsqueda espiritual ,en la cual, tiene muchos recursos, como hemos visto, además de su ascendencia que le proporcionó mucho conocimiento en este ámbito, tenía una sensibilidad personal considerable, todo esto dentro de una realidad material sumamente cruda. 

Se reconoce entonces, como un ser capaz de transitar entre lo taurino y lo escorpiano, el hedonismo y el ascetismo. La calidad de su escritura se remonta a la sensibilidad puesta sobre el mundo material, esto podemos reconocerlo en la forma que describe la actividad del artista en la novela Narciso y Goldmundo , donde da salida a su forma de ver el mundo, una realidad dura y material, como el tejido amoroso de una madre (elemento taurino) que proporciona vida y muerte a la vez.


Cabe destacar que este contacto, fue propiciado también por el propio tratamiento psicoanalítico que recibió, dándole entrada al mundo de los símbolos y comprendiendo a profundidad la acción de estos en la mente. Es así que se relaciona también con la figura de Jung. Recordar que, de este contacto y terapia ( que tomó con J. Lang, colaborador de Jung) surge el interés de Hesse por la pintura, donde también incursionó dejándonos diversas obras de corte paisajista, reflejando el amor de Hesse por el medio natural. 

La herida kironiana en Tauro, revela la puesta en duda del valor del cuerpo, de los propios recursos, es así que Hesse explora también diversas vías, entre la vida burguesa y una vida más sencilla, el dolor primordial que surge de su acercamiento con la materia y el tener un cuerpo físico, es también uno de los principales temas que le aquejó (viviendo con neuralgias crónicas, que dificultaban su vida en un sentido) y que se vio después, reflejado en su obra, además del constante dolor de observar dos guerras mundiales. 

Comprender lo taurino, implica comprender los principios lentos de la naturaleza, la fuerza de la Obstinación, como una fuerza femenina, implacable, lenta pero constante e ineludible, es así que la naturaleza expresa su crecimiento. A este respecto, haremos una comparativa con la carta del Tarot de “La Emperatriz” , quien reconoce la abundancia como derecho y principio que sostiene a la vida, quien representa la fuerza natural, que vence las profundidades del invierno y usa ese periodo para la gestación. Una fuerza femenina, introvertida e implacable, se esconde en el fondo de este impulso, si Aries (el Mago) fungió como fuerza iniciadora, Tauro construye y establece bases seguras para cuidar de ese fuego primordial. 

Venus, como planeta de la sensibilidad, la estética y la belleza, planta la segunda parte del viaje del héroe, enseñando la belleza como fuerza subyacente a toda creación material. 


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