Crónicas Neptunianas III: Pipe Museum y una reflexión sobre la sacralidad

Parte de la intención de estas crónicas, es señalar el carácter sagrado que también tienen los museos, aquellos “santuarios de las musas”, semilleros de ideas y fuentes de inspiración, regreso hacia el espíritu, la fuente. Es una experiencia curiosa cuando un museo concentra su atención en objetos que nos parecerán del todo cotidianos, pero que al acercar la lente, nos encontramos con herramientas ceremoniales, regresando las actividades humanas al campo de lo espiritual, en tiempos donde el relativismo extremo, cuasi total, disfrazado de una libertad barata que nos buscan vender por todas partes, es indispensable rescatar el significado divino de las acciones humanas cotidianas, esto es, hacer conciencia del origen de los rituales que llevamos a cabo día a día de manera mecánica, como poniendo un parche a un sentir que no logramos procesar. Una de estas actividades que llenan nuestro tiempo, o que sirven bajo una expresión más grave, para “matar al tiempo” es el fumar. 

He pensado en ciertas plantas (las de carácter más amargo  y por lo tanto, medicinal) , tales como el café, el cacao y finalmente, aquella que proveerá en contenido de la crónica de hoy, el tabaco, como espíritus de viejos curanderos que en su sabiduría, la amargura melancólica que brinda al ser humano de solución a la cual solo se llega a través de la experiencia, nos han provisto no solo de energía, sino también de un ancla en la realidad material, han pasado a ser el motor que sostiene la acelerada actividad humana en la actualidad. Si vieramos actualmente el estado de estos espíritus, especialmente del café y del tabaco, nos encontraríamos con ancianos sumamente cansados y mermados en energía. ¿Cuantas veces la gente recurre al café y al tabaco como pobres parches para su cansancio y para su estrés? , demasiadas veces, el estado de aceleración constante nos hace caer en un círculo vicioso.

Detalle de pipas con forma de serpiente (Fotos por la autora)

El amor al detalle, la atención puesta en las cosas que se convertirán en objetos cotidianos, he hablado antes con un amigo sobre cómo esto, constituye la piedra angular del valor humano, pues es la atención que damos a los objetos inanimados, lo que les hace cobrar vida y significado, propósito y que sin esto, nos encontramos perdidos en un sinsentido doloroso, un vacío que tan solo crece mientras se intente llenarlo sin lo que necesita.

He visitado el Museum Pipe en dos ocasiones, no puedo decir que entré a la exposición en ambas, por desgracia, la primera vez he visitado tan solo la tienda, no he cargado efectivo conmigo (un mal hábito que he de remediar) y he perdido la oportunidad de entrar. Esta fue la primera impresión que se quedará conmigo a la larga en el museo y su espíritu, hay que prestar atención al detalle. En una segunda visita, mucho más preparada y con cierta expectativa acumulada, me he encontrado con un tour personal, en una casa remodelada en el antiguo estilo neerlandés. El viaje comienza desde las pipas precolombinas, debo admitir que me he llenado de nostalgia por dos razones, la primera, hay muchísimas pipas de México, mi país natal, y la segunda, recuerdo a mi padre, quien es también un coleccionista de pipas. 

Aquí recuerdo el antiguo carácter ceremonial del tabaco, una planta que, utilizada en la dosis correcta, funge como un estimulante. Es importante mencionar aquí, que al ser de uso medicinal o ritual, muchas de las pipas presentadas en el museo, estaban en estado perfecto , al ser utilizadas muy pocas veces para después, ser enterradas en rituales funerarios, es así que llegan a ser exhibidas en su estado original.

Pipas prehispánicas

La exhibición extiende diversos materiales, propósitos de pipas, accesorios, cajas y formas. Desde pipas de cerámica (Las primeras pipas), hasta pipas de madera, meerschaum (un tipo de piedra porosa que era ideal para hacerlas) , arcilla y demás materiales. 

El corazón del museo indica la capacidad humana para prestar atención a los detalles cotidianos, pasamos por diversos tipos de pipas, que retrataban los rostros de personajes en boga, animales, criaturas fantásticas y escenas mitológicas. Hay un armario que llama en especial mi atención, en él, se contienen pipas inusuales, figuras talladas con tanto esmero que asemejan más a una escultura, antes que un aparato en el que se queman las hojas de una planta para ser aspiradas. Pipas que no utilizaría (eso sin contar que no fumo) por la belleza que desprenden. El ritual de fumar, se discurría antes con pipas largas, un tanto aparatosas, el limpiarlas y utilizarlas constituía por sí mismo un proceso complejo y enredado. 

Debo admitir que si amo a algún animal poco amado es a la serpiente, las pipas en forma de serpiente no obstante, eran utilizadas en muy pocas ocasiones, pues es complejo limpiarlas, prontamente pasaban a ser elementos decorativos.

Hay detalles de las pipas, como las de porcelana, que están hechos a mano, cada pincelada en ellas retrata distintas coloridas, haciendo del fumar un acto que puede llevarse a cabo desde la más simple practicidad, hasta convertirse en un acto lleno de belleza y un orden excepcionales. Pienso mucho en cómo estos objetos podían también ser artículos de lujo, de estatus, idea que es reforzada por las pipas japonesas.

Las pipas de meershaum, me explican, o sepiolita, comienzan en un tono blanco inmaculado, con los años, van adquiriendo un tono más oscuro, semejante a la madera. Estos artículos, me comenta el guía, eran bastante caros, puesto que la obtención de la piedra no estaba libre de dificultades, además de que absorbía adecuadamente el humo, y no dejaba un re sabor como lo que sucedía con las pipas de arcilla, además , era necesario tallarlas a mano, al no tener la maleabilidad de la arcilla (la cual puede ser vertida en moldes), se hacían piezas de carácter único.

Del estante de pipas inusuales

Este es un museo que, aunque pequeño, merecerá otra visita, como bien podrán observar en las imágenes, existe una cantidad enorme de pipas. Considero que visitar este tipo de museos, constituye por sí mismo una actividad reflexiva, pone de manifiesto el amor que el ser humano tiene por embellecer su cotidianeidad y convertirla en algo, sino sagrado, por lo menos en un suceso lleno de belleza y particularidad. Esta colección guarda pedacitos de la memoria humana, de una actividad que ha evolucionado con el día a día. En la parte de abajo, se pueden adquirir pipas de carácter moderno, postales y curiosidades diversas. 

Al acabar mi visita y en días posteriores, he pensado  mucho en el acto universal de fumar. Se dice que el olfato es el sentido más ligado al mundo etérico, y el fuego, al unirse con una planta sutiliza sus componentes, haciendo que solo quede el espíritu (proceso que también puede suceder con la fermentación) y de esta manera, el ser humano pueda convertirse, de manera temporal, en un ser que cargue con las virtudes de dicha planta. El fumar, siendo una actividad que antes podía constituir un acto sagrado, merecería un mayor aprecio, una mayor preparación, ¿Porqué no entonces volver a fumar en pipas hermosas?, más allá de esto, el preparar la pipa requiere por sí mismo mas tiempo que tan solo encender un cigarro, implica entonces, una pausa en el día, más atención en el presente y quizás, volver a hacer bendita a la planta. 

Este museo me ha hecho imaginar un mundo donde no se consume el tabaco (ni otras plantas) de manera desmedida, como una simple pausa, un matar al tiempo a través de un cigarro, un mundo donde la gente tenga pipas bonitas, detalladas, con historia, se tome el tiempo de prepararlo en acto ritual, dejar de ser cotidiano para ser parte de lo extraordinario, y así, desde la virtud de la mesura, poder reflexionar: ¿Qué beneficio puede traer esta atención al detalle? Fumar menos, y cuando se haga, que sea con más sentido, con más amor, como bien refleja la belleza de estas pipas. Recuerdo a mi padre, quién fuma con suma moderación, en una de sus pipas favoritas. Él, como humano lunar ( en eso nos parecemos) , le gusta coleccionar cosas, más como buen canceriano. Guarda distintas pipas y ahora sé, regresaré a la tienda del museo para agrandar su colección.

Esperando que esta visita y reflexión, se convierta en una invitación extendida hacia vivir en el presente, apreciar la belleza y el ingenio humanos, me despido para ser leída en otra entrega de esta serie de crónicas.

Detalle de Pipas belgas


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