OASIS LIVE 25: crónica de la conquista manchesteriana en la Ciudad de México

13 de septiembre. Tarde-noche lluviosa en la Ciudad de México. Última fecha de Oasis, gente de diferentes latitudes se reunieron en un solo recinto para saltar y corear líricas inglesas. Fuera del Estadio GNP se podían visualizar merchandising no oficial pero demasiado creativa: playeras con el logo de oasis pero la foto del grupo mexicano “Los Temerarios”, algunas con imágenes de los Gallagher pero caricaturizados como Peanuts, tazas coloridas, pósters, pulseras, impermeables que tenían impreso “Definitely Maybe”. La cantidad de personas era exuberante por lo que el ingreso fue muy lento, además de que algunas zonas del estadio estaban inundadas por el baño que dió Tlaloc horas antes. En punto de las 19:30 horas los teloneros, y personalmente una de mis bandas preferidas, Cage the elephant apareció en el escenario con la estruendosa canción “Broken Boy” así que tuve que correr al ritmo de esta para llegar a mi lugar y poder presenciarlos.

La banda Cage the elephant (Foto: Eli Montelongo)

La agrupación estadounidense deleitó al público mexicano con un recorrido de sus eras: desde la eléctrica Spiderhead proveniente de su álbum “Melophobia”, pasando por Ready to let go sacada del “Social Cues”, hasta la triste Trouble del disco “Tell Me I’m Pretty”. El momento más emotivo fue escuchar Telescope mientras las luces de las linternas se prendían como miles de estrellas en el recinto. Cage the elephant supo cómo encender motores para emocionarnos y prepararnos para la locura que veía a continuación.

Foto: Eli Montelongo

Después de una espera de aproximadamente más de media hora, con la puntualidad inglesa que se ha estado elogiando, a las 21 horas se proyectó el intro de la banda de Manchester. Un collage que pasaba a toda velocidad, formado por titulares de periódicos, al ritmo de Fuckin’ in the Bushes presentaba por fin a los hermanos Gallagher que salieron al escenario agarrados de la mano y listos para los primeros acordes supersónicos.

El primer set de Oasis fue una locura total de rock ‘n’ roll: la bienvenida con Hello, el abrazo que se sintió con las letras “Because we need each other, we believe in one another” de Acquiesce, la cálida Some Might Say, el rayo de Supersonic y Bring It On Down, pero hay una parte crucial y claramente mi favorita: antes de iniciar la siguiente canción el señor Noel Gallagher organizó el famoso poznan, una celebración que nació en el ámbito futbolístico pero ahora es adoptado por los fanáticos de la banda y que consiste en abrazarse y darle la espalda al escenario para después saltar al unísono. Así, ya en sintonía, comenzaron a escucharse los primeros guitarrazos de Cigarettes & Alcohol, todos saltamos, gritamos y las cervezas fueron lanzadas al aire. Creo que así se siente la felicidad.

Foto: Eli Montelongo

El segundo set fue más tranquilo. Comandados por Noel, danzamos lentamente al ritmo de la romántica Talk Tonight. En un acto conmovedor, el inglés dedicó Half the world away a todas aquellas personas que habían viajado de otros lugares para poder ver a la banda en tierras mexicanas. Por último, tocó nuestros corazones con la conmovedora Little by Little.

La siguiente parte del concierto fue una mezcla de fuego y hielo. Volvimos a brincar con la energía de Rock ‘n’ Roll Star pero también lloramos con Stand by Me y Cast No Shadow. El momento clave del concierto llegó aquí con el himno Live Forever; miles de personas nos unimos para cantar al cielo (o cantarle a la banda) “Maybe you’re the same as me, we see things they’ll never see, you and I are gonna live forever”, como una declaración de que en efecto, estamos dispuestos a poner nuestras vidas en manos de una banda de rock ‘n’ roll.

Foto: Eli Montelongo

Después de 2 horas de concierto, el final se llevó a cabo con Noel despidiéndonos cantando The Masterplan, después sonó la hermosa Don’t look back in anger para luego pasar a la serenata que es Wonderwall y presenciar los fuegos artificiales con Liam cantando Champagne Supernova usando un sombrero de mariachi.

Lo que se vivió por dos noches en el Estadio GNP quedará en la memoria de generaciones. Fueron 120 minutos de coros, abrazos, la gente se unió para hacer temblar el piso con saltos de felicidad e ímpetu. El hecho de ver en vivo a una agrupación que definió un movimiento social y cultural, que renació de las cenizas de sus disputas, años de rencores curados con la fuerza de la música, tal vez esto es lo que da sentido a la vida.

(Foto de portada: channelx94.com)


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