Como escenario principal servía el Nueva York de los años 90s, la década de la transición a un nuevo milenio lleno de incertidumbre y el Y2K. La década de una revolución tecnológica que exigía adaptarte o morir, similar a lo que un grupo de veinteañeros en plena transición a los 30s vive sin saber qué es lo que la vida le deparará a esos sueños e ideales que tienen como parte de su ya añeja juventud.
Friends es la serie de las disyuntivas, los desencantos, las disonancias adultas y las pequeñas recompensas que saben a gloria. La serie que a quienes la veíamos de niños nos hacía reír por burlarnos de los »grandes» y ahora que somos los »grandes» nos hace reír porque empatizamos con los problemas mundanos-ni-tan-mundanos del día a día en la vida adulta.

I’ll be there for you…
El 22 de septiembre de 1994 se estrenaría en Estados Unidos a través de la NBC una serie, una comedia de situaciones, también llamada sitcom, que cambiaría el rumbo de la televisión y la comedia para siempre, pero que también se convertiría en el refugio de muchas personas alrededor del mundo de su tiempo en adelante. Esa serie pasaría por nombres como Insomnia Café, Six of One o Friends Like Us hasta por fin encontrar el sencillo y práctico título que la convertiría en un hito: Friends. La serie buscaba contar la vida de seis amigos neoyorkinos que sobrevivían al día a día durante ese bello y tortuoso pasaje que son los 20s rumbo a los 30s, lleno de disyuntivas laborales desencadenando conflictos existenciales, amoríos fracasados, pero principalmente el mantenimiento de la amistad.
La tal Friends necesitaría de ciertos arquetipos para enmarcar a sus seis personajes principales: la niña consentida, la rígida obsesiva-compulsiva, la hippie alternativa, el guapo seductor, el cerebrito exitoso y el cínico bufón. Dichos arquetipos cobrarían vida a través de seis chamacos provenientes de comerciales, modelaje para videos musicales, películas de medio pelo y trabajos menores en televisión; unos tales Jennifer Aniston (Rachel Green), Courteney Cox (Monica Geller), Lisa Kudrow (Phoebe Buffay), Matt LeBlanc (Joey Tribianni), Matthew Perry (Chandler Bing), y David Schwimmer (Ross Geller) formarían un engranaje extraordinariamente bien casteado en este proyecto comandado por Kevin S. Bright, Marta Kauffman y David Crane, y que serían los responsables de llevar a la serie a los cuernos de la luna más allá de sus diez temporadas en sus diez años de duración.
Con el paso de los años, evidentemente la serie no ha escapado de las condenas por parte de la policía de la corrección política y puede que algunos de sus argumentos tengan razón en cuanto al envejecimiento de algunos gags; sin embargo, no se puede obviar la contextualización ni la pertenencia a su tiempo, así como tampoco dejar de lado el que Friends haya sido la serie en la que vimos a dos mujeres abiertamente lesbianas contraer matrimonio, las cuales tenían un hijo judío amante de la navidad cuyas dos mamis eran amigas de Sting y su papá ya había pasado por tres divorcios antes de los 30. La serie en la que la niña de cabello perfecto con el mundo a sus pies dejó todo para convertirse en una paupérrima mesera que a la larga se cotizó entre vivir en Paris o en Nueva York siendo la mejor en su juego. La serie de los niños rechazados por sus padres que crecieron para reconocer el amor por una mamá trans, ganar premios por organización, y encontrar en la adopción la forma de sobreponerse a sus privaciones emocionales y dar el amor que ellos no tuvieron. La serie de la multiculturalidad neoyorquina en la que sí es posible »practicar el arte de la seducción» y ser noble de sentimientos hasta con los patos y los pollos. La serie en la que puedes venir de sobrevivir sola en las calles y crecer para ser una excéntrica artista de esas mismas calles. Y que todo está bien porque es parte de crecer.
Mientras el mundo transicionaba de los 90s al nuevo milenio, este grupo de amigos que serían el reflejo de muchos, transicionaba de la libertad de los 20s a los supuestos ‘‘deberías’’ que los 30s implican: la vida adulta, las diligencias, paternidades y maternidades, el trabajo, las relaciones amorosas y la conservación de la amistad. La amistad en la que a veces uno es más exitoso que otro; uno es más inteligente que otro; uno tiene problemas con adicciones; uno es más talentoso que otro; uno fracasa; uno se aferra más a la juventud que los demás; uno es más gracioso que otro; uno se casa con el más guapo y famoso, y aun así todos concuerdan en seguir cobrando exactamente lo mismo por episodio.

El 6 de mayo del 2004, en un acto extraordinario de fraternidad real dentro de un submundo de fama y éxito supremo, Friends transmitió su último episodio tras un acuerdo colectivo por parte de sus seis piezas más importantes para terminar la serie en un pico alto y evitar la decadencia de un producto tan entrañable para un público cautivo que excedía los cientos de miles de personas, de las cuales muchas se reunieron en el Times Square de Nueva York para ver el episodio final en un acto de reciprocidad y agradecimiento que sería noticia internacional. Ese ‘‘I’ll be there for you, ‘cause you’re there for me too…’’ que abría cada episodio semanalmente nunca tuvo tanto sentido como en ese día.
20 años han pasado desde ese último ‘‘Where?’’ -haciendo irónica referencia a la cafetería que siempre los reunía- dicho entre lágrimas por Chandler Bing (Perry), mientras que en septiembre serán 30 años desde que la señorita Rachel Green (Aniston) entró corriendo a Central Perk vestida de novia e inauguró lo que se convertiría en el lugar seguro para quienes, quizás, el mundo real no nos pintaba tan acogedor. Friends no paró de recibir amor y aplauso hasta la muy añorada reunión del elenco principal el pasado 27 de mayo del 2021, la cual nos permitió no sólo darnos cuenta del legado que la serie dejó en un público diverso, sino que también nos regaló la oportunidad de verlos a todos juntos por última vez.
‘Cause you’re there for me too…
El pasado sábado 28 de octubre, con tan solo 54 años de edad, Matthew Perry pasó a convertirse en leyenda. Chandler Bing se convirtió en el primer amigo en visitar el nuevo Central Perk atendido por el Gunther de James Michael Tyler, acompañado por un pato y un pollo, en cualquiera que sea la dimensión en la que tenga su dirección. Su nombre ahora resuena a perpetuidad en la historia de la comedia internacional como parte de un legado compartido con esos otros cinco individuos que se unieron en un abrazo solidario con esos otros cientos de miles de corazones rotos y almas tristes alrededor del mundo para liberarlo de las tormentas que lidió en su vida personal.
Friends fue una serie de confort para muchos, pero para otros nos significó un refugio, y el anfitrión de ese lugar seguro era Matthew Perry como Chandler Muriel Bing -quitemos el Muriel-, Chandler Bing. Entre sarcasmos e ironías mostraba a un personaje doliente e inseguro que encontraba en el humor un escaparate para ver la vida menos oscura, enseñándonos a muchos de nosotros a hacer lo mismo y a defendernos de ella a través del reír.
Ahora Matthew Perry descansa de sus propias tormentas, ha encontrado el refugio que él nos ofreció durante muchos años, se ha ido de un mundo asfixiante y problemático, pero se ha quedado en los corazones de todos aquellos para los que su sonrisa nos significó un remanso de paz.

Quizás este texto pinta muy idílico porque está escrito desde los ojos de una fan muy fan de Friends que se sintió protegida y dotada de relativa esperanza por seis extraños, pero personalmente no encuentro ni pretendo encontrar mejor diálogo entre los 90s y su esencia transicional que esta serie sobre los cambios que se encuentran en ese bello y doloroso puente llamado «crecimiento» por el que caminamos de los 20 a los 30 años y que en realidad nunca tiene fin, tal como el amor que Friends seguirá recibiendo con el paso de los años por venir.
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