Crónicas Neptunianas en Ámsterdam II: Museo de Van Gogh

Por Aura Metzeri Altamirano Solar.

Esta crónica, al igual que la anterior, desprende dos visitas, no es posible abarcar con la energía y el tiempo de un solo día la gran cantidad de imágenes, información y revelaciones que descubrí en este recinto. Entrar a un museo es encapsularse en un tiempo, expandir la visión y comprender desde un nuevo ángulo momentos específicos de la historia del ser humano, es como todo viaje, una suerte de metamorfosis, se ha dicho ya que el ser humano no se alimenta únicamente de la materia, sino también de sus conceptos, símbolos y significaciones, este museo sin duda, me ha dejado con cierto vacío y hambre, no porque carezca de imágenes e historias asombrosas (por lo contrario, abundan) , sino por la cantidad de posibilidades y revelaciones que sé que he perdido, hay mucho por abarcar y no queda más que revelarles la parte del camino que pude recorrer. 

(Fotos por la autora)

Voy bastante tarde. Algo que disfruto al conocer nuevas ciudades, es sentir que en mi cerebro se van formando distintas áreas, nuevas venas y conexiones, el mapa de mis rutas diarias, y el camino en bicicleta hacia Museumstraat intercala lluvias, frío y un sol que sale tímidamente de entre las nubes, como un último aviso de esperanza, antes de que llegue el anochecer temprano, el invierno está muy cerca, ah, cuanto me recuerda esto al clima en Febrero en la CDMX, entre tantos museos, climas extraños y la típica nube de prisas y neurosis de la ciudad, hay algo de familiar en esta tarde. Llego bastante cerca de la hora límite, ya no hay más boletos y esto me garantiza una visita llena de personas, en uno de los museos más icónicos de todo Ámsterdam. 

El personal, bastante amable, me explica un poco sobre la composición del museo, inmediatamente me veo atrapada por la exposición temporal Exhibition Vive l’impressionnisme! , una colección de los queridísimos impresionistas, donde los trazos nuevos, rebeldía hacia la academia, claman un grito de vuelta hacia lo natural, la impresión artística visceral. 

Esto me ha hecho pensar mucho en los dos impulsos que dan vida al arte, lo racional, que incluye lo académico, la técnica, el impulso del orden, pues, que tanto ha castrado a diversos artistas si se lleva al exceso, sin esto, no obstante, se cae en un arte poco estructurado, que llega al caos y al absurdismo (piezas cuyo sentido llega a derrumbarse en un discurso que no se sostiene). Por el otro lado, lo visceral en el arte corresponde al elemento libre, a aquello que puede traspasar la simple réplica de la realidad inmediata, lo que nos lleva a transformar lo cotidiano en arte, en sublimación de la experiencia, catalizador para transformar nuestro entorno, sin esto, caemos en un arte demasiado estricto, técnico y que sólo se sostiene por la fuerza de sus conceptos, gana cuerpo, pero pierde alma. El impresionismo no obstante, no carece de ninguna de estas cosas, pero sí se convierte en una declaración contra la estructura excesiva , sobre la limitación de los temas y las técnicas. 


La exposición es totalmente absorbente, no queda duda que un ojo atento y educado puede encontrar en las obras de Manet, Monet, Sisley, entre tantos otros, una explosión de colores, el encuentro con la naturaleza misma, el regreso desde las estructuras excesivas y la etiqueta hacia el ambiente natural. Una de mis pinturas favoritas de ésta exposición, The Studio Boat, (1874) , de Monet, expresa a la perfección la necesidad de regresar hacia la observación directa del modelo, retratando el estudio/barca en el que normalmente pintaba sus creaciones.

El bote estudio, (1874) , Claude Monet

Diferentes colores expresan las maravillas impresionistas, esculturas de Degas, sus famosas bailarinas, los diversos paisajes y trazos que parecen desdibujar imágenes nítidas, llenándolas de un nuevo espíritu, llenan las paredes del museo, he quedado tan absorbida que un empleado excesivamente amable (y notando mi actitud primeriza en el museo) se ha acercado para preguntarme si he visto ya la exposición principal, ya que el museo cierra en una hora ¡He gastado casi todo el tiempo absorbida por la exposición temporal!. 

He de aclarar que me ha abordado en el momento más apasionante y al que he guardado un espacio muy especial dentro de la crónica, razón por la que no he hecho mención anterior de esto, en la segunda planta, se guarda un secreto, algo que me ha hecho reflexionar de manera exhaustiva, y se ha vuelto un tema que se repite en mis reflexiones diarias. Entre toneladas de nombres masculinos, es esperanzador ver nombres de mujeres, con el debido reconocimiento a la invisibilización de su existencia, o por lo menos, su minimización, por mecanismos antiguos, profundos y totalmente obsoletos que les impedían explorar el campo artístico (y de poder hacerlo, lo lograban gracias a su estatus social y a diversos esfuerzos concentrados en seguir sus pasiones), es aquí donde cabe mencionar los nombres de sus obras, llenas de ternura, de sensibilidad femenina. Debemos mantener conexión con el contexto en el que se logran las obras, considero que dada la naturaleza de los roles de género de la época (que aún se disuelven en la actualidad) , no representan únicamente al arte por sí mismo, son también un acto contracorriente, una exploración de los distintos arquetipos femeninos, demostrándonos la capacidad de creadoras, de artistas, ya no solo de modelos, madres ni musas. 

Entre las obras encontré a Mary Cassatt , con temas sumamente maternales y llenos de ternura, donde también el paisaje forma parte importante de lo impresionista, con aquellas pinceladas rápidas, que revelan un anhelo por una pintura más libre, después, Berte Morisot, retratando una cotidianeidad mucho más natural que las pretensiones anteriores de muchos temas artísticos del pasado (tema que compartirá con otros artistas impresionistas) , ahondando en la pintura al aire libre, expresa maravillosamente las atmósferas. Un par de obras de Marie Bracquemond se posicionan como mis favoritas de la exposición, no puedo dejar de destacar Woman with Umbrella (1880) con su maravilloso juego de luces. Sin duda, existe un largo camino hacia el reconocimiento de la mujer como figura creadora, el ver sus nombres en esta exposición, me hace pensar en la idea de un mundo del arte donde esta semilla tenga buen fruto y podamos ver en cantidad (pues en cualidad esto ya ha sido logrado) igualdad entre obras de mujeres y hombres. 

Retrato de Louise (1887) Marie Bracquemond

Llegamos al fin a la exposición principal, en un día y medio. Vincent Van Gogh, no podría elegir una figura más querida y admirada, me parece interesante explorar un arquetipo como lo es el artista atormentado, y es que precisamente, el interés de lo místico, la belleza sublime, el arte, la humanidad y el altruismo suelen generar una mezcla interesante que une a psíquicos y artistas. Es el arquetipo pisciano, el fruto de la materia que ha abundado para ser después sacrificado al tiempo devorador, una figura increíblemente romántica, ¿no?, sin embargo, considero que debemos a este tipo de figuras, como bien mencionaría Mircea Eliade en su “Mito del Eterno Retorno” , ya de un carácter más mítico, la triste imagen del artista que no tiene dominio sobre el voluble mar de sus emociones. Imagen que, de mantenerse solo en esa dimensión, relega al artista como un triste hombre perdido en el mar, un marinero encantado por las sirenas y que ha perdido, por completo, el ancla a la tierra (y vaya que guarda peligros quedarse solo en esa dimensión del arquetipo del artista).

Asociamos continuamente la sensibilidad con el refinamiento, con las capacidades del ser para ascender en su propia conciencia , si bien es cierto que este elemento contiene por sí mismo una gran importancia, sólo, únicamente significa un caballo que, veloz y desembocado, terminará por matar a su jinete, sino, por lo menos lo hundirá en los pantanos de sus sombras y demonios personales, tal es el caso de Van Gogh. Podríamos definir que el éxito se compone por varias fases, varias etapas, y cada uno va de la mano con el otro, si debo adjudicarle un logro a Van Gogh, además del importante legado artístico que dejó, pondría la romantización del artista atormentado. Arquetipo que funge también como una figura problemática, pues a él se han adherido diversos mitos e historias que aumentan la figura del artista como un sufriente eterno. Me gustaría en esta crónica, retratarlo en una dimensión más amplia, sin romantizar tampoco la falta de contacto con la realidad, la búsqueda por acallar un dolor profundo, que le marcó de manera inequívoca desde los inicios de su vida. 

Alrededor de los cuatro pisos de exhibición, acompañamos la trayectoria de aquél personaje, salimos de la oscuridad de sus primeras obras (es muy interesante observar la paleta de colores, mucho más terrosa y apagada que la icónica paleta de colores vívidos con grandes contrastes) , para adentrarnos en su vida, observamos a aquél personaje , no desprovisto de cierto patetismo, como un hombre sumamente sensible, irascible, consternado por las condiciones de vida que observa cuando ejerce su corta carrera sacerdotal, retratando la cotidianeidad de la vida del campo. Es interesante notar que, conforme Van Gogh va moviéndose de residencia, recibe el apoyo de su hermano Theo, y es introducido al círculo de artistas de París, ocurre una metamorfosis poderosa en su arte, quedé especialmente encantada con el área de “For Vincent Eyes Only”, donde se exponen los bocetos, cartas, postales de grabados japoneses y demás impresiones sobre la escena del arte post impresionista, protagonizada esta sala, además de por Theo, su esposa  Jo y posteriormente Vincent Van Gogh (hijo de Theo, nombrado en honor a su tío) , por Emile Bernard, con quien compartió diferentes impresiones y amistad (de tantas que tuvo) que provocó un impacto profundo en su arte, revelándose posteriormente, una obra más cercana a la paleta de colores con la que más se le reconoce hoy en día.

Algo que me parece maravilloso sobre Van Gogh y el personaje que se creó de él, es la suerte que tuvo con los contactos. El ambiente preparado para su vida, propició que tuviera una sensibilidad sumamente especial, casi intuitiva (recordando que en realidad, nunca recibió una educación artística formal) , comenzando por la desgracia, y como bien nos recordarán las constelaciones familiares de Bert Hellinger, Vincent cargaba con un peso familiar, el peso de un muerto, un hermano que nació para abandonar la escena prontamente, y eso sí, con el mismo nombre. Esto, sabemos, provoca una sensación profunda de no encontrar una esencia o un lugar, si bien esto representa una carga melancólica fuerte en su carácter, sospecho que dota a los individuos que sufren de esta situación, de una conexión con los planos invisibles, tan visitados por los artistas.  Después, las habilidades de su hermano como marchante de arte, y el trabajo que realizaron después de su muerte, su cuñada Jo y su sobrino, le sortearon un reconocimiento artístico y un eco que sigue resonando en la actualidad, un eco muy potente sin duda.

Gracias al resguardo de la correspondencia entre Vincent, Emile y Theo, es que muchos de los detalles del proceso artístico han quedado preservados, dándole un nivel de contexto muy nutrido a cada una de sus obras. Es muy llamativo que Vincent realizara su trabajo artístico en tan solo 10 años, en ese sentido, su naturaleza profundamente ariana y pisciana (no me he podido resistir y he revisado su carta natal) , le llevaba a un comportamiento explosivo, impulsivo, una fuerza de arranque impresionante, un estilo de pintura vigoroso en el que se encontró cada vez más con el paso del tiempo. No puedo parar de notar, además del maravilloso juego  colores, como el tema de Van Gogh se va tornando más luminoso, a medida de que avanzamos en su biografía y llegamos cuando es internado (seguido de sus posteriores recuperaciones y retrocesos hasta su muerte) , observamos escenas naturales llenas de vida y color. 

Fuera de hablar de sus obras más conocidas, he quedado encantada con éstas, realizadas en una fecha muy cercana a su muerte. La inestabilidad de su salud mental, la suerte de situaciones en las que se encontraba (se dice que muere por un disparo accidental), parece conjugar con la época más luminosa y natural de su pintura, cerrando así, una vida llena de altibajos y pendulaciones.

(De izquierda a derecha) Giant Peacock Moth (1889) Butterflies and Poppies (1890) y Roses with Beetle (1889) , V. Van Gogh.

He quedado prendada a la historia de Van Gogh y por varios días, he de admitir que no me quedó de otra que seguir revisando su carta natal, su biografía y demás curiosidades, me parece un ejemplo perfecto del artista como una nueva máscara, un personaje que pasa a formar por las propias pinceladas de su existencia, una figura más en el cuadro universal. Vista la vida así, como una obra de arte, es indispensable mencionar entonces, al catalizador de su éxito, la relación con su hermano, sus amigos y el trabajo continuado por Jo y su hijo. Una última pintura de él, llena de ternura, amor familiar (tema tan importante para Vincent) , merece ser puesta sobre esta observación. Almendro en flor (1890), me parece una suerte de carta de amor, retrata en una luminosa estancia la flor de aquella planta, regalo dado a su hermano y su esposa, forma idónea para expresar el amor y la ilusión que le provocaba el nacimiento de su sobrino. Van Gogh es un personaje que, sacado de su patetismo y el terrible arquetipo del artista sufrido, retrata la belleza del vínculo, la alquimia que sucede cuando nos encontramos con personas que comprenden nuestra visión. El lazo entre hermanos era tan fuerte, que al poco tiempo de la muerte de Vincent, Theo muere, esto atribuido a una suerte de depresión por la muerte de su hermano. 

Almendro en flor (1890) V. Van Gogh

La disputa con Gauguin y otros personajes, la amistad forjada con Emile Bernard, con el Dr. Paul Gachet, demuestran como un artista no puede ser separado de su medio, es gracias a este que su legado se preserva. Debo admitir que, además de las mujeres impresionistas, lo que más he amado del museo es la colección de obras de artistas posteriores a Van Gogh. Describiré muy brevemente la que más me ha dejado impresionada. En medio del último piso (o el tercero, no recuerdo) , hay una obra “colada”, me volteé en un momento para estremecerme con la imagen de un buda, parece un extraño perdido entre los cuadros de Van Gogh, aquí, conozco al simbolista Odilon Redon, quien con una suavidad que solo puede adjudicarse a la luna llena de Mayo, retrata el momento de la iluminación.

Me parece actividad valiosísima el crear un museo que retrate un aspecto tan importante, el vínculo, la tarea del ARTISTA (lo pongo en mayúsculas, pues no hablo de una entidad individual, sino del arquetipo del artista que habita en todo ser humano) , que al dejar una de sus encarnaciones, cede pincel, instrumento, movimiento o cincel al que sigue para acabar la tarea olímpica de la creación. Sin duda, Van Gogh sin sus vínculos hubiese quedado relegado a la carga de su hermano muerto, pero es precisamente la vinculación lo que le lleva a un gran éxito, a un profundo encuentro con la construcción del humano hacia el autoconocimiento. A éste último respecto, agregaré que el arquetipo del artista asemeja al Ermitaño del tarot, esto claro, cuando cede la luz, cuando sale del ensimismamiento que le ofrecen los mundos oníricos, neptunianos, y decide pasar la luz hacia el siguiente aprendiz.

Buddha (1904) Odilon Redon

Aura Metzeri Altamirano Solar es estudiante eterna del arte de la vida. Se especializa en astrología y filosofía hermética. Nacida en México, hija de dos patrias y ciudadana del mundo. Amante de los libros, la astrología, el arte y los animales, disfruta mucho de estudiar y pasar un buen tiempo en la naturaleza. Puedes seguirla en Instagram como @aura_metzeriana y escuchar el podcast ‘La pluma del Chamán’ dando click aquí.


Descubre más desde Kinema Books

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

Un comentario sobre “Crónicas Neptunianas en Ámsterdam II: Museo de Van Gogh

Los comentarios están cerrados.

Crea una web o blog en WordPress.com

Subir ↑