Por Paulina Lucio.
Arantxa Urretabizkaia es una escritora oriunda de San Sebastián, España, que durante esta edición de la FIL Guadalajara presentó su nueva novela que lleva por título “La última casa” y que bajo el sello editorial Consonni arribó a tierras mexicanas.
Arantxa es reconocida no solo por su literatura sino también por su trabajo periodístico y por su línea de pensamiento, en el cuál siempre busca reivindicar los derechos de las mujeres, pero también dignificar la vejez y romper con estos patrones en dónde los adultos mayores son relegados en la sociedad.
Para la presentación de la novela se realizó un evento en dónde 4 lectores “de a pie” fueron los encargados de interactuar con la escritora y de externar sus dudas y cuestionamientos sobre el motivo que la llevó a escribir este texto y cabe señalar que la autora fue muy clara sobre el tema, Arantxa argumenta que la idea de escribir “La última casa” surgió en una plática con una de sus amigas, en donde preguntaba sobre cómo se encontraba una amiga en común, su interlocutora le respondió con un “No sabes la que se ha liado buscando la última casa” y según sus palabras “Ese fue el momento en dónde cobró sentido todo, claro que muchos tenemos el anhelo de tener un espacio a nuestro gusto en dónde podamos pasar esos últimos días”.

Durante la presentación hacía hincapié en que la sociedad actual “induce a la dependencia” de los adultos mayores y en muchas ocasiones comienzan a reducirles las actividades o responsabilidades haciéndolos creer que ya no son capaces ni de tomar las propias decisiones “Al final del día ya solo le dicen a los adultos, siéntate aquí, te compramos un sofá cómodo y ve tele, mucha tele, esas son las actividades que incluso van reduciendo las capacidades cognitivas de los adultos” declaró.
Otro de los temas en los cuáles también se centró fue en este culto exacerbado a la juventud “Hay que dejar de asociar que ser joven es bueno y viejo es igual a malo”, su argumento es que la vejez es una gran etapa, no deberían solo de concentrarse en que la juventud es lo mejor pues al final del día, cada momento de la vida tiene sus cosas maravillosas y otras no tanto.
Para Arantxa también es un tema importante el hablar sobre cómo especialmente las mujeres viven bajo la constante presión de “tienes que verte joven, usa mil y un cremas, vístete moderna, píntate las canas. Qué tiene de malo que tu cuerpo, tu rostro refleje tu edad, es el paso natural del cuerpo” y es que echando un ojo a los actuales “cánones de belleza” vemos que lo que siempre se busca es verse lo más joven posible, sometiéndose a distintos tratamientos o procedimientos.
Al final del día algo que también se debe resaltar es la manera en la cual Arantxa escribe, pues un punto en el cuál los lectores coincidieron, es que la novela tiene esta capacidad de envolverte convertirte en el narrador de la historia en la cual podemos encontrar algunas líneas en dónde describe como la protagonista decide huir de su lugar de origen, pero acercarse a pasar sus últimos días a una distancia de 30 km.
La última casa no es una novela melancólica, se toma también como una declaración contra la necesidad de conquistar y conservar nuestra dignidad y autonomía humana, además de como en algunas ocasiones vemos la vida a través de los demás y como un documento de identidad, puede cambiar la existencia de alguien.

Escribir en una lengua propia
Otro de los detalles importantes es que el idioma original en el cual fue escrita es el euskera, la lengua oficial de la comunidad autónoma Vasca y por tanto la lengua materna de Arantxa, cuando se puso sobre la mesa el tema de su traducción al español la autora se confesó cómo “Una entusiasta y positiva que siempre ve el vaso medio lleno, es un gusto que la novela se haya traducido y que ahora esté presente en esta feria, que se pueda acercar a los lectores”.
Para la comunidad Vasca no ha sido sencillo mantener viva su lengua, pues en palabras de Arantxa, ha sido “Una lengua minorizada, han buscado hacerla menos e incluso desaparecerla, pero siempre hemos encontrado la forma de mantenerla viva” la resistencia que existe sobre cuidar su lengua materna, viene también de la necesidad de conservar su identidad y con su trabajo, Arantxa lo ha venido haciendo.
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