Divorciados (2024), del polaco Michal Chacinski, es una historia en cuyo corazón late una reflexión profunda y emotiva sobre la fragilidad y la persistencia del matrimonio. La trama sigue a una pareja que, tras veinte años de separación, decide dar un paso más y obtener la nulidad de su matrimonio. Lo que parece un trámite sencillo se transforma rápidamente en un viaje inesperado por el laberinto de las leyes eclesiásticas, un absurdo y super gracioso viaje.
A medida que la pareja navega por ese laberinto, surge una pregunta fundamental: ¿qué significa realmente dejar atrás una relación? La respuesta no es fácil, y la película no intenta ofrecer una solución simplista. En su lugar, navega en la complejidad de las emociones humanas, explorando la tensión entre el deseo de avanzar y la necesidad de cerrar el pasado.
La dirección de Chacinski es sobria y contenida, pero no por ello aburrida, el humor está escondido en los silencios y los gestos no verbales más que en los diálogos, y en la música, el maestro que compuso la banda sonora ha debido divertirse muchísimo haciéndola.
Las actuaciones, especialmente las de Wojciech Mecwaldowski y Magdalena Popławska, transmiten con sutileza la confusión emocional de sus personajes, quienes oscilan entre el resentimiento, la nostalgia y una especie de aceptación resignada, que pese a lo profundo y solemne del asunto, es servida con mucho humor (ácido). Las historias más simples pueden esconder complejidades emocionales y filosóficas que invitan a la reflexión y la contemplación desde el humor.
La tensión entre lo viejo y lo nuevo, lo rígido y lo mutable, es un tema que permea gran parte de la narrativa. La puesta en escena refuerza esta idea de un conflicto entre lo pasado y lo presente. Y la ambientación es parte de este “decir sin palabras”, las locaciones, en su mayoría espacios institucionales fríos e impersonales, contrastan con los recuerdos cálidos y las interacciones más íntimas de los protagonistas. No sé si es parte de una estética “polaca” del cine; pero ayuda bastante si la ves en idioma original. Historias paralelas que acompañan sumando risa, conflicto y reflexión.
Mientras te cuenta una historia que parece muy simple, la película explora la relación entre la institución del matrimonio y la sociedad en general. La Iglesia católica, con sus rígidas normas y procedimientos, se presenta como una fuerza que puede complicar aún más lo que ya es emocionalmente difícil. Ojo que la película no intenta hacer un juicio moral explícito, se centra en la experiencia humana y en las emociones que surgen en ese contexto.
Te quedas pensando en varias cosas luego de verla, sobre todo en la persistencia de los vínculos humanos incluso cuando parecen haberse roto, y en que no hay respuestas fáciles a las preguntas que surgen en el contexto del amor y la ruptura.

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