Elizabeth Sankey profundiza en su experiencia con la depresión posparto a través del símbolo de las brujas y su conexión con la opresión patriarcal. Con una hora y media de duración y una estructura basada en un libro de hechizos, Brujas presenta testimonios de diferentes mujeres cuya experiencia las unió, incluyendo a la actriz británica Sophia Di Martino (Loki). Es prueba de la importancia de la comunidad y la expresión de la verdad. Actualmente disponible en MUBI.
La bruja buena vs. la bruja mala
El documental comienza con un montaje de escenas de diferentes películas sobre brujas; por ejemplo, The Craft, Practical Magic y El Mago de Oz. De fondo, Sankey explica el rol de estas mujeres en la historia. La dicotomía de la bruja blanca y buena, en contraste con la bruja mala y fea, sirve el propósito de controlar a las mujeres y comunicar un mensaje claro: «No quieres terminar como la bruja malvada del oeste. Debes aspirar a ser Glinda, la bruja buena, bonita y taimada. Se te permite tener poder, hasta cierto punto, en tanto que no seas desafiante ni te quieras salir de la línea establecida».
Lo que esta narrativa ha logrado a través de la historia del patriarcado es inculcar una vergüenza perpetua. Es la imposición de un estándar imposible, para que las mujeres nos matemos día tras día intentando ser la personificación de una ficción cuando, en realidad, somos humanas. Porque, ¿qué pasa cuando fallas, cuando no eres bonita, ni taimada? La respuesta la podemos encontrar en los destinos de Bridget Bishop, Sarah Good, Rebecca Nurse y muchas, muchas otras: la horca, la hoguera.
Esta construcción simbólica se vuelve aún más alarmante cuando la aplicamos a uno de los pilares de la identidad femenina: la maternidad. La narrativa que ha girado en torno a las mujeres en la sociedad es que lo más importante que podemos hacer con nuestras vidas es convertirnos en madres, ser las creadoras de nuevas generaciones. Se habla del instinto materno, de la importancia de dejarse de lado para enfocar la vida entera en otro ser humano. La depresión posparto desafía totalmente esta narrativa, y no es culpa de nadie. Es algo que les pasa a muchas mujeres. Sin embargo, la vergüenza de no convertirse en la ficción ideal las obliga al silencio, lo que ha hecho que se convierta en una de las causas más comunes de muerte materna.
Libro de hechizos
El documental se presenta a sí mismo como un libro de hechizos o grimorio. Por esto, cada una de sus cinco partes representa un hechizo diseñado para ayudar a aquellas mujeres que estén atravesando dificultades con la maternidad. Además de ser una decisión bastante creativa, si miramos más a fondo, está directamente relacionada con los principios mismos de la brujería.
Claro, la dicotomía de la bruja buena contra la bruja mala ha servido como una herramienta de opresión patriarcal. Sin embargo, esta etiqueta ha sido retomada por el movimiento feminista para simbolizar el poder de las mujeres y el desafío en contra de las estructuras que buscan dominarnos. Hoy en día, ser la bruja mala es una declaración de rebelión y de independencia. Por esto, Sankey se autodenomina como una de estas, porque no está asustada de ser ella misma y quiere invitar a otras a hacer lo mismo, a dejar atrás la prisión de la bruja buena, porque elegir ser una bruja mala podría, literalmente, salvarles la vida.
La brujería es un canal para crear la realidad que deseas para ti misma, y el libro de hechizos de cada bruja es su guía, una herramienta para documentar aquello que les ha funcionado durante su viaje a través de las sombras. Así, en Brujas, Sankey comparte con otras mujeres no sólo su viaje, o el de las mujeres en su vida, sino que crea un compás para todas aquellas que se sientan perdidas. Este libro de hechizos busca que regresen a sí mismas y que su maternidad no sea un tormento, ni su perdición.
La importancia de un coven
No literalmente, por supuesto. El documental no invita a nadie a hacer un pacto con el diablo para después ir a bailar desnuda en el bosque. Aunque si ese es el camino que decides tomar, bien por ti.
Brujas cierra con un mensaje sobre la importancia de la comunidad. Uno de los elementos centrales del documental es cómo su conexión con otras madres fue lo que salvó la vida de la directora cuando estaba al borde del suicidio. Sankey encontró apoyo en un grupo de WhatsApp, un espacio dedicado para que mujeres que habían sufrido de depresión o psicosis posparto pudieran compartir sus historias y apoyarse entre ellas. También nos habla de las amistades que estableció en un hospital psiquiátrico diseñado especialmente para mujeres en su misma situación.
Estas son las mismas mujeres que comparten sus historias en la cinta, y el mensaje es claro: de no haberse encontrado, probablemente no hubieran sobrevivido. Este es el hechizo más poderoso en este grimorio: cuenta tu historia, no te calles, porque no estás sola y tu coven siempre estará contigo. En las palabras de Sankey:
Toda mujer es una bruja, y toda bruja necesita un coven.
Así pues, Brujas no es solo un documental sobre la maternidad o la salud mental, sino una reivindicación del poder femenino en todas sus formas. Es un recordatorio de que hablar, compartir y acompañarse puede ser un acto radical de sanación. En un mundo que aún castiga a quienes se salen del guion, este grimorio audiovisual se convierte en un refugio, una guía y, sobre todo, una invitación a hacer las paces con nuestra oscuridad. Porque ser bruja, al final, es simplemente atreverse a ser.
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