Las doce tareas del artista: Escher y el impulso Geminiano

Por Aura Metzeri Altamirano Solar.

El artista que he escogido para ilustrar el impulso geminiano, M.C. Escher, muestra un nivel de ingenio casi inigualable, forma su obra del lenguaje complejo de las matemáticas, la observación natural y la belleza simétrica. Su obra converge por tanto dos vías, la artística y la científica (matemática), esto supera toda casualidad, bien es cierto que la belleza de la que se deleita lo humano se planta en una relación intensa y profunda con lo simétrico y lo matemático. Reconocemos lo funcional en el orden y toma una dimensión más allá de lo simple funcional, se vuelve bello, sutil, reflejo de los valores universales que se busca reproducir (al menos la belleza que persiste, lejos de estándares e intereses comerciales y/o políticos). 

Escher nace un 17 de junio de 1898 en Leeuwarden, Países Bajos, con una carta donde Sol, Luna, Mercurio, Plutón y Neptuno forman un Stellium (aglomeración de planetas) en Géminis, nuestro signo a tratar. Antes de entrar de lleno a la vida y obra del aclamado artista, ahondaremos en detallar las características, mitos y simbolismos asociados al signo que hoy nos concierne. 

Mano con esfera reflectante (1935) M.C. Escher

Géminis, los gemelos, se asocia al concepto (primero esotérico y luego astrológico) de Mercurio, el andrógino. Como veremos en la pintura de Johfra Bosschart (otro gran artista holandés que tocará analizar en su momento) dedicada a Géminis en su Zodiac Series, del año 1975,  se representa un primer matrimonio alquímico, una primera reunión armoniosa de opuestos. Mercurio representa a nivel esotérico, la condición de tregua entre lo femenino primordial (Venus)  y el masculino primordial (Marte), dando como resultado el nacimiento de una tercera entidad. La idea pitagórica del tres es el número divino que puede dar una primera figura geométrica, y es el número en el cual, las formas comienzan a condensarse, desde el plano metafísico hacia lo material, creando una suerte de puente de gran valor entre lo celestial y lo terrenal, la entidad mercurial es por tanto, menos polarizadas y tiene raíces en el encuentro del equilibrio. 

Géminis es, como etapa de vida, la etapa del aprendizaje inmediato, por medio de los sentidos y la experiencia. Sagitario, en cambio es un aprendizaje por medio de los conceptos, lo intangible, desvela las causas metafísicas gracias al poder intelectual. Géminis engloba, la capacidad de maravillarse e interpretar el mundo de modo empírico. Es un primer signo de aire, que representa la astucia, inteligencia y rapidez. Es pues, signo del aprendizaje inocente, la maravilla por el nuevo mundo(como se describen las primeras peripecias del joven y carismático dios Mercurio). Hay entonces un acercamiento al mundo intelectual y la dualidad. Así surge otro elemento de lo geminiano, los hermanos: Cástor y Pólux, los dióscuros, representan la capacidad propia de lo humano y lo mercurial de estar entre lo divino y lo terrenal: Mientras Pólux era poseedor del don de la inmortalidad, al ser hijo de Zeus, Cástor muere en una lucha. Su gran hermandad lleva a Pólux a cerrar un trato con Zeus, compartiendo la inmortalidad con su hermano y pasando la mitad del año en el Hades.

Géminis (1975) Zodicac series, Johfra Bosschart

Aquí suenan los ecos del mito de Perséfone, uno de los gemelos construye ideas desde el mundo de las sombras, mientras el otro se regocija en el mundo de los vivos. Esto nos regala pistas sobre la naturaleza misma de la mente, una parte activa se conecta con el mundo divino (lo solar) mientras que la otra, receptiva, se encuentra con lo subconsciente (lunar) y hace un intercambio dinamizando la actividad de la mente. 

Ahora bien, todo misterio esotérico guarda una verdad que tiene ecos en la fisiología humana, podemos interpretar este intercambio de información como la comunicación entre los hemisferios cerebrales, el misterio Mercurial por tanto, y su relación con la actividad mental cobran bastante sentido. Es una suerte de intercambio de polaridades, entre orgánico y accidental, tal como veremos en la obra de Escher. 

Cástor y Pólux

Ya hemos hablado antes de su extensa maravilla en el artículo de Crónicas Neptunianas IV Escher in the Palace, por lo que trataré de hacer un análisis más enfocado en su carácter geminiano a lo largo de este artículo. En él, destaca su curiosa habilidad para el dibujo, el xilograbado y otras formas de creación, comienza a estudiar arquitectura en Arnhem, donde falla varias materias (recordando a su infancia donde la escuela era tormentosa debido a su tendencia a la enfermedad) pero es guiado por el maestro Samuel Jessurun de Mesquita, para direccionar sus esfuerzos hacia el arte gráfico. Recordemos aquí que Géminis se enfoca más en el tocar directamente, en reproducir lo que observa, antes de hacer largas planeaciones, esto como hemos mencionado antes, corresponde más bien al plano de lo sagitariano.

Escher tiene en un sentido, una mirada sumamente amorosa hacia la naturaleza, atento al detalle y a la exploración desde una lente cuasi infantil (sin el uso despectivo que a veces se le provee a esta palabra, pues aquí nos referimos a la maravilla que el ojo fresco puede encontrar en las cosas), se enamora de los paisajes de Italia y Granada. Escher realiza una serie de viajes cortos (tema que también se asocia al mismo sigo Géminis) y es cautivado por la belleza de la Alambra, observando las teselas que se convertirán en uno de sus principales motivos artísticos.

Teselado de la Alhambra

Con las visitas a Granada, la vida marital con su esposa Jetta y la influencia de la titánica Alhambra, Escher toma la belleza de las ya mencionadas teselas, figuras geométricas que no se pueden anteponerse ni superponerse ni dejar espacios vacíos, encajando de manera perfecta y hermética. Con la inspiración dada por los viajes, Escher comienza una etapa de investigación (involuntaria y artística) prodigiosa y llena de descubrimientos fructuosos. 

Géminis, como buen signo de aire, llega a romper la tradición, el teselado de la Alhambra y de la también visitada por nuestro artista Mezquita de Córdoba, regidas por el Islam, no permitía la representación de las criaturas divinas (animales, plantas ni humanos) dentro de su arte, sin embargo, Escher toma la inspiración de aquel sitio y experimenta con el teselado y las criaturas naturales. No busca transmitir en sus obras algún mensaje específico, en la inocencia del juego que era (uno que el mismo describiría como un juego muy serio), Escher retrató principios matemáticos y maravillas de gran interés para quien observa su obra. 

Aquí cabe explorar dos aspectos astrológicos de mucho interés dentro de su carta, la estadía de los planetas transpersonales (Neptuno y Plutón) en Géminis, la etapa de ensoñación y profunda renovación de temáticas intelectuales, comunicativas y del aprendizaje, llevan a la humanidad a tener redes de comunicación remota más rápidas. Hay una especie de inquietud en los pensamientos y por tanto, una necesidad por explorar de manera insistente los impulsos de aprendizaje, así mismo, Neptuno diluye barreras y da una especie de bálsamo hacia los temas comunicativos. Una sensación de mayor unión y compartimiento de las ideas se deja caer sobre la generación de Escher.

Aquí vale la pena resaltar el objetivo de Escher como uno de aprendizaje y desvelamiento de la materia y las posibilidades de las matemáticas, explorando mundos imposibles, temas como las paradojas, la dualidad y la eternidad. Es precisamente en este mundo de ensueño (neptuniano) y el tema recurrente, cuasi obsesivo (plutoniano) donde encontramos la influencia de dichas potencias generacionales. Observamos que éstas fueron uno de sus estandartes al tener, además de las dos luminarias (signo solar y lunar), uno de los planetas personales que es además el regente de este signo, Mercurio. Una vida dedicada entonces, a ser una suerte de estandarte de los intereses intelectuales de su época. 

Escher contó con el privilegio de conservar la mente de uno de los mayores tipos de filósofos, el filósofo niño que, a través del juego y la pasión, descubre el mundo y sus alternativas desde una mente inocente, flexible, voluble y por tanto, más conectada a los principios naturales. 

Tres mundos (1955) M.C. Escher

La maravilla de nacer en momento de novilunio, estando Sol y Luna en el mismo signo, da una suerte de personalidad transparente, pues lo externo e interno se encuentran en una misma línea, potenciando las características, en este caso tan llevadas hacia una inteligencia por medio de la observación y la experiencia directa, dando una sensibilidad no sólo artística, sino también matemática y estética que termina por cautivar también al mundo científico. El trabajo de Escher no era solo interesante para el espectador cotidiano, captó también la atención del dicho mundo científico, todo esto sin Escher tener estudios formales en alguna ciencia, simple y llanamente por la búsqueda de una canalización accidental de ideas que impresionaron a matemáticos.

Otra cosa a destacar de Escher antes de despedirnos, la cantidad de viajes que realizaba, muchos con fines de aprendizaje, otros tantos (como el que hizo a Suiza, para vivir allá), como un intento por irse estableciendo, pero sintiéndose mejor cuando la naturaleza y sus condiciones eran propicias para la observación natural. 

Sin más, nos leeremos en una siguiente entrada de las doce tareas del artista, terminando nuestro primer ciclo elemental y abordando nuestro primer signo de agua: Cáncer.


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