Vero Delgadillo, una narradora oculta entre la poesía

Nacida en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia y de profesión comunicadora social y escritora, Vero (a quién me atrevo a llamar así de manera cariñosa) hoy nos comparte una radiografía de su amor por las letras y la forma en la que se encontraron.

Vero Delgadillo ha sido galardonada en múltiples ocasiones por su trabajo literario. Pero más allá de hablar solo de eso en estas líneas busco que conozcamos un poco más sobre ella y lo que la mueve a escribir.

Mi curiosidad por conocer quien escribe y por qué, siempre me lleva a preguntar cosas distintas a cada autor, por ejemplo los muchos premios nos hablan de lo prolífica que ha sido la carrera de Vero, yo tenía la duda de saber cuando había empezado a escribir con la intención de publicar.

Vero me cuenta que fue en el 2011, luego de que tomó un taller con el poeta boliviano Benjamín Chávez y aunque ya existían varios textos de su autoría, no había pensado en publicarlos, así pues de la mano de los ánimos de sus compañeros de taller, se decidió a ordenarlos y darle vida a su primer libro llamada: Las tejas de Job.

Que dicho sea de paso lo inscribió en el premio nacional de poesía Yolanda Bedregal del 2012 y obtuvo la mención de honor, esto además le dio el empuje de enviarlo a Humberto Quino y que a vuelta de correo, sin más palabras le envió el prólogo; así pues en el 2013 Las tejas de Job, vio la luz del mundo.

Brincar a la parte en donde los galardones siguen llegando sería ignorar el trabajo que Vero ha hecho, por eso me atreví a preguntarle ¿Con que ojos veía sus escritos anteriores? Ella tan clara y lúcida como es, me contaba que de entrada los de como alguien que se revisita a sí misma, se vuelven una especie de fotografía que ya no es. Sin embargo reconoce en ello la búsqueda, las fisuras, incluso los excesos y aquí me gustaría citarla de manera literal: No me interesa corregirlos, sino leerlos como lo que son: huellas de un tránsito, testimonio de trechos recorridos en mi camino de vida, volver a ellos como quien abre una casa que alguna vez habitó es la frase con la que cierra su respuesta y les confieso que me pareció hermosa.

Foto de archivo: Vero Delgadillo

Ahora sí, a todos nos causa curiosidad saber qué pasa con los reconocimientos y como su trabajo es recibido alrededor del mundo, pues a principios de agosto pasado nos enteramos qué había ganado el accésit, que es un reconocimiento otorgado a las obras destacadas, en la decimosegunda edición del premio internacional de poesía Pilar Fernández Labrador.

Vero comenta que este premio es especialmente significativo pues demostró que su voz nacida en un territorio concreto puede dialogar con otras tradiciones y escuchas. Esto se presenta como un impulso, como certeza de que este camino -a veces solitario- tiene también sus momentos de luz compartida; este premio para Vero es la confirmación de que la poesía viaja y puede tender puentes entre geografías y lenguas.

Pero por si fuera poco también para mediados de agosto recibió un segundo premio, el Franz Tamayo, en La Paz, Bolivia (El primero lo recibió en 2019). En sus palabras: “Es difícil explicar la avalancha de emociones: orgullo, gratitud, sorpresa y también un reconocimiento profundo a mi propio trabajo y a los riesgos que implica escribir desde la vulnerabilidad, porque “Las estancias” (el texto premiado) es quizá el libro más íntimo y político que he escrito”

Supongo que en este punto muchos se estarán preguntando ¿Qué más hay para Vero? Por supuesto que también le hice la pregunta pero no más allá de hacerlo como si ansiara exprimir hasta la última de sus letras, lo pregunté porque supongo debe ser algo maravilloso pensar en que más viene de su pluma y pues en 2019 fue el año en el cual se publicó el último (hasta el momento) libro, de esos casi 6 años para acá ha escrito 3 libros más, dos son los recientemente laureados y uno más orbita por ahí.

Su proceso de trabajo lo describe como “bastante sencillo” pues me explica que escribe un libro, lo manda a concursos, sino pasa nada lo sigue trabajando, vuelve a hacer lo mismo al año siguiente, así hasta que dicho libro encuentre su lugar, aquí es dónde yo quiero reivindicar a Vero y afirmar que no considero que su trabajo sea “bastante sencillo”, creo que tiene un infinito amor por las letras que la hace trabajar en esos libros y volverlos una obra que ha logrado conectar continentes.

Foto de archivo: Vero Delgadillo

A sabiendas de lo obvio, pues le pregunté cuál era su género favorito para escribir: Poesía, fue la respuesta sin titubear. Pero otra pregunta que considero obligatoria para todos aquellos que nos gusta escribir es: ¿Qué libro te cambió la vida? Y para Vero hay 3 puntos medulares: A los 8 años con los cuentos de la selva, de la autoría de Horacio Quiroga, luego a los 17 años se presentaron puntuales a la cita Cortázar y Baudelaire, ahí ella afirma que se encontró como lectora seria. Pero a los 26 su mejor amigo de ese entonces – y quién dejó este plano terrenal muy joven y le ha hecho mucha falta- le regaló a Juan Gelman y fue ahí en ese momento, en ese encuentro en dónde casi sentía la urgencia de conversar con su poesía.

Las letras de Gelman la acompañaban en los momentos en los que se sentía sola, sentía como si miraran la misma escena y desde un mismo lugar, solo con diferentes lentes, Gelman fue su inspiración para escribir y escribir y escribir, como si de conversar se tratara.

Para ir encaminándonos al cierre de esta entrevista me gustaría abordar lo siguiente: Mucho se ha hablado, más o menos desde la década de los 70’s, de “La experiencia latinoamericana”, sin embargo durante ese momento se refería a otro tipo de experiencia y sobre todo estaba centrada en los protagonistas de “El boom latinoamericano”

Así pues le pregunté a Vero que opinaba sobre este concepto y como la podía definir para ella esta experiencia no es unívoca, es un concepto complejo y en movimiento, para Vero no se trata de un estereotipo, cliché, sino más buen de un tejido de historias, memorias, paisajes, violencias y afectos.

Es sentir que la tierra, cuerpos y silencios guardan capas de tiempo y que lo cotidiano puede estar naturalmente atravesado por lo político, histórico y poético al mismo tiempo, en sus palabras me cuenta lo siguiente: Si me pides definir la experiencia latinoamericana en pocas palabras, diría que es una conciencia de lo vivo y lo muerto, de lo bello y lo doloroso y de la urgencia que tenemos de nombrarlo. Eso es lo que atraviesa mis textos, aunque no siempre explícito y que me interesa más sentir que explicar.

Aquí me voy a retractar de lo escrito al principio, pues a Vero no le hice una radiografía, sino una resonancia magnética porque así como dicho procedimiento en esta entrevista me di a la tarea de buscar de manera detallada lo que había en esos tejidos de su literatura.

Foto de archivo Vero Delgadillo

Ahora sí ya para el cierre de esto y como pregunta final le pregunté ¿Qué quieres escribir pero aún no lo has hecho? La respuesta fue simple: narrativa. Pues relata que durante el tiempo que vivió en La Paz, además de construir grandes vínculos de amistad con los narradores, siempre le dijeron que era una narradora encubierta de poesía.

Aunque le paree seductora la idea de escribir guiones para cine, esto fue algo que disfrutó hacer durante su época universitaria. Un guiño a lo que está haciendo últimamente es trabajar en dos proyectos de libros nuevos: uno que busca los intersticios entre la humanidad en cientos de animales y la animalidad en el humano.

El otro: un proyecto personal que lleva ya varios años cargado que es un bordado minucioso que busca registrar memoria familiar desde la conversación con las historias y secretos familiares y la poesía de otros y otras autores.

Así que bueno, tendremos obra de Vero Delgadillo para rato y eso es ya una alegría, pero también creo que Vero encarna esa pasión y tenacidad que las personas que aman las letras; si quieren leerla claro que pueden hacerlo aquí en Kinema Books o en sus redes sociales.


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