Vero Delgadillo, una narradora oculta entre la poesía

Nacida en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia y de profesión comunicadora social y escritora, Vero (a quién me atrevo a llamar así de manera cariñosa) hoy nos comparte una radiografía de su amor por las letras y la forma en la que se encontraron. Vero Delgadillo ha sido galardonada en múltiples ocasiones por su trabajo literario. Pero más allá de hablar solo de eso en estas líneas busco que conozcamos un poco más sobre ella y lo que la mueve a escribir.

La poética de la espera en ‘In the mood for love’: un poema de Vero Delgadillo.

El poema In the mood for love de la boliviana Vero Delgadillo condensa en imágenes táctiles y domésticas una ética del cuidado que convierte la espera en acto creador. Como en el cine de Wong Kar-wai, la narración se suspende: no importa el desenlace, sino la intensidad de lo mínimo. La palabra sustituye al cuerpo como lugar de contacto, y leer al otro “hasta los huesos” se vuelve gesto radical de amor. En esa demora incandescente, la intimidad se transforma en rito y la vulnerabilidad en permanencia estética.

Buscando agujas en un pajar: Mirada a ’37 armónicos para una fuga’, poemario de Vero Delgadillo.

Vero Delgadillo sorprende en la Feria Internacional del Libro de Santa Cruz, Bolivia, con la reedición de dos de sus libros. Ambos premiados, en su momento finalistas en los certámenes nacionales Yolanda Bedregal 2012 y el segundo lugar en el Concurso Franz Tamayo 2020. En este caso nos ocuparemos de “37 armónicos para una fuga”, libro de alta sensualidad, con aspiraciones musicales, por su título y su tonalidad, sutil pausada y sugerente. Sin embargo para mí es más un libro de costura, apicultura y acupuntura. Por Sergio Gareca.

Poesía desde Bolivia: Esenciales (2025) de Sergio Gareca

"Esenciales" es un libro de poesía que refleja la realidad de lo cotidiano, abordando temas como el amor, lo social y la memoria. La obra del boliviano Sergio Gareca muestra una voz poética que observa y se involucra, haciendo frente a lo esencial de la experiencia humana. Con un lenguaje cargado de ironía y ternura, los poemas conectan lo íntimo y lo colectivo, ofreciendo una crítica cultural y una búsqueda de belleza en medio del caos.

La soledad representada en ‘Los Viernes de Lautaro’ (1979) de Jesús Gardea.

Al contrario de los otros autores que normalmente forman parte de mi librería, Gardea no traspasó la prueba del tiempo y, podría decirse de alguna manera, cayó dentro del olvido. No quisiera entrar en detalles sobre esta gran máquina que es la industria literaria y cómo pareciera que preselecciona por nosotros los autores que debemos de leer, porque sé que es mucho más complejo que eso; tengo la seguridad de que también el estilo que maneja Gardea tiende a ser muy detallado, sobrecargada, de léxico amplio y formal, así como también suele mencionar temáticas que le pueden caer como una bola de acero encima del pecho al lector. Por Roberto Vudoyra.

Novísimas, una radiografía de las nuevas poetas mexicanas.

A lo largo de la historia si alguien menciona la palabra poesía asociamos a los autores ya conocidos y machacados en la psique colectiva dentro de las aulas escolares, sin embargo para Zel Cabrera editora de Novísimas que se publica bajo el sello de Los libros del perro, la poesía no es solo lo ya conocido o las líneas escritas a la idea amor. Por Paulina Lucio.

Sor Juana Inés de la Cruz, escritora y religiosa

En la obra toda, de Sor Juana Inés de la Cruz, destaca especialmente aquella que concibe con ascendencia y finalidad religiosa. No es que el resto de los textos literarios de Sor Juana, incluidos sus poemas de amor o su ensayística que deja entrever en su Carta Respuesta a Sor Filotea de la Cruz, no alcancen loable maestría e ingenio, sino que es en la obra religiosa de la autora dónde se manifiesta, a la par de la fe, una notable maestría y encanto. Por Barbarella D´Acevedo.

Jueves de relatos: ‘Ensayo de un fin’.

Volví a mirar los treinta y cuatro comprimidos que quedaban en el frasco y decidí que era momento de engullirlos con el último bocado. El mareo y la somnolencia que empezaban a embotar a mis sentidos me obligaban a seguir clavado inmóvil contra el fondo de la silla, concentrando a las reservas de mi fuerza y mi conciencia en el deseo de no caer. Por Santiago de Arena.

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