Unos XV años sin vals: quince años sin Carlos Monsiváis.

Para empezar este artículo, debo reconocerme como fanática confesa del trabajo de Carlos Monsiváis, y también ocasional seguidora de sus ideas. Así pues, como el que avisa no es traidor, regálenme unos minutos de su tiempo y recordemos al cronista, no nada más de una ciudad, sino de la sociedad que habita México.

Carlos nació un 4 de marzo de 1938 y desde muy chico su vida estuvo marcada por algunos “estigmas sociales” uno de los principales fue su religión pues creció bajo la doctrina religiosa de los cuáqueros y esto no era bien visto en un México del sigo XX, tal fue el señalamiento que la madre de Carlos optó por mudarse hacia la emblemática Colonia Portales.

Fotografía de archivo Carlos Monsiváis

Monsi solía decir que no tuvo infancia ya que desde muy pequeño comenzó su amor por la lectura y éste mismo habría de llevarlo a conocer distintos países, por lo cuál siempre pedía que sino había tenido infancia, le permitieran tener curriculum.

Si hablamos de su formación académica encontraremos registros de su paso por la universidad de economía y filosofía de la UNAM y aunque no concluyó ninguna carrera sí fue un coleccionista de doctorados, pero honoris causa, mismos que pedía que lo catalogaran como “Doctorado honoris causa perdida”

El hecho de no contar con una educación “formal” universitaria jamás lo detuvo pues desde muy joven comenzó a publicar sus artículos, reseñas, reportajes y crónicas en algunos suplementos culturales, mismos que propiciaron su cercanía con personajes de las letras mexicanas como Elena Poniatowska, José Emilio Pacheco, Fernando Benítez, Carlos Fuentes, entre muchos y muy reconocidos otros.

Fotografía archivo IMER

Se dice que la primer crónica Carlos la publicó a los catorce años ¡A los catorce! No sé que estaban haciendo ustedes, pero creo que yo a esas edad estaba preocupada por no mancharme de salsa la blusa del uniforme.

Monsi fue un escritor prodigioso, más de 60 libros publicados, miles de reseñas y crónicas avalan; su labor periodística iba desde la desigualdad social, la época del cine de oro en México, la pandemia del VIH, el puritanismo que azotaba a la sociedad mexicana, la política del país y hasta de la lucha libre.

Hay libros que se volvieron icónicos como Que se abra esa puerta, Lo marginal en el centro, Apocalipstick (El último que revisó y corrigió pero ya no lo vio publicado), escenas de pudor y liviandad y el tan especial: Entrada libre, crónicas de la sociedad que se organiza, en dónde hablaba de los estragos del temblor del 85 y de como las sociedades se organizan para ayudar cuando las catástrofes naturales azotan a nuestro país.

Para entender a Monsi tendríamos que dedicarle un montón de horas a sus libros pero también a la filmografía reseñada, a los discos escuchados y a esas interminables horas que pasaban en los museos, según recuerda Elena Poniatowska.

Elena Poniatowska, Carlos Monsiváis y Carlos Fuentes, acompañan a Leonora Carrington (Foto: Isaac Esquivel)

Misma que contaba lo madrugador que era Carlos y cómo es que de manera habitual llamaba a las 6 am por teléfono para contarse las nuevas que acontecían a la par que el país despertaba. Juan Villoro habla incluso de algo llamado “El género Monsiváis” uno que engloba el ensayo, la crítica, la biografía y muchos otros. Hay quienes afirman que Carlos también tenía algo de poeta y los versos fluían de sus manos hacia el papel, ya fuera escrito o teclado o en su incansable máquina de escribir.

Algo que no quisiera omitir, porque sería hasta ofensivo, es su amor por los gatos y que según cuenta la leyenda surgió cuando Octavio Paz le regaló un cachorro con la intención de limar asperezas, estos animales fueron tan especiales para él como los nombres que les puso: Miau Tse Tung, Caso Omiso, Ansia de Militancia y mi favorito: Miss Antropía. Y no solo los nombres peculiares nos recuerdan su estrecha relación, sino que también su urna mortuoria tenía forma de este peculiar animal, que como dato adicional: fue hecha por el mismísimo maestro Francisco Toledo.

Fotografía: Lola Álvarez Bravo

Misma que se exhibe en el Museo del Estanquillo, hogar de una de las partes más importantes de la “herencia” que Calos le dejó a México un gran y maravilloso acervo fotográfico, fílmico, algunos grabados, carteles, pinturas y hasta figuras de colección.

Las facetas de Monsi son tantas y todas nos dan un pedacito de lo que fue Carlos en vida, pensemos que sobre lo único que Carlos no escribió fue sobre lo que la vida no le dio tiempo de ver, pues un paro respiratorio le puso fin a sus días.

Elena Poniatowska se preguntaba ¿Qué vamos a hacer sin ti Monsi?, yo llevo años preguntándome ¿Qué hemos hecho sin ti, Monsi? Ese 19 de junio del 2010 México perdía a su cronista, los intelectuales mexicanos perdían a su amigo y los lectores, tan de a pie como yo, perdimos a nuestro maestro, referente y figura de la literatura nacional, Carlos tiene ya quince años sin existir en ese mundo, pero cada lector le da un poco de vida cuando comenta alguno de sus textos o se cuenta alguna anécdota sobre él, no sé qué hemos hecho sin ti Monsi, pero sí sé que este México no tiene a alguien como tú que nos cuente desde su ojos cómo va rodando el mundo.


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