El trazo urbano de Paseo de la Reforma siempre me ha parecido alucinante. Su historia fluye igual que el caos de la ciudad: va de la sordidez de Tepito a la opulencia de las Lomas, pasa igual por la inquietante colonia Guerrero que por embajadas y restaurantes de lujo; si quitamos el rigor de los nombres de avenidas, la arteria bien comienza en la Basílica de Guadalupe y termina en Santa Fe. El contraste es tajante, una sola de las muchas contradicciones de la ciudad donde nos tocó vivir, la región más transparente, como la llamaba Carlos Fuentes.
En El vértigo horizontal (2018), el escritor y periodista Juan Villoro disecciona todas esas paradojas de la CDMX, una urbe que se odia y se ama, se sufre y se goza, asusta y encanta. Villoro la conoce y la recorre desde la crónica, partiendo el libro en seis apartados que funcionan como estaciones del metro, en las que es posible subir y bajar en medio de la anarquía urbana: vivir en la ciudad, personajes, sobresaltos, travesías, lugares y ceremonias.
El autor desciende a las entrañas chilangas para escribir sobre las aglomeraciones de las que nadie escapa, los niños de la calle que se arremolinan ante la indiferencia, la pesadilla de los trámites infinitos, e incluso, se toma el tiempo para hacer divertidos estudios sobre las zotehuelas, la oferta gastronómica a las afueras del metro y la bohemia nocturna.
Hablar de la Ciudad de México es hablar de su constante transformación. Los gobiernos, la tecnología, los terremotos y la sociedad, han alterado un espacio en el que ya no cabe nadie, pero que tampoco se puede abandonar. El chilango vive y sobrevive entre una vorágine de injusticia y corrupción, el infierno del ministerio público y los hospitales atiborrados de mala atención; el lado opuesto se da con el hermoso Centro Histórico, las luchas, el tianguis del Chopo, Coyoacán y el Palacio de Bellas Artes.
Juan Villoro, escrutador preciso de la metrópoli, entrega un fresco literario donde cabe toda la sociedad mexicana. El otrora Distrito Federal como reflejo del país entero; quienes viven aquí se reconocerán irremediablemente dentro de alguna de las crónicas; los que residen en otros estados se acercarán a la figura enigmática del chilango y a la capital que se expande en medio del embrollo.
Una reedición de Almadía, en 2022, presenta El vértigo horizontal con algunas fotografías y un prólogo de Néstor García Canclini. Se trata de un libro intenso, igual que transbordar en la estación Chabacano.
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