Por Verónica Delgadillo.
Killers of the flower moon (Los asesinos de la luna) (2023) es la última película de Martin Scorsese, basada en la novela de David Grann que lleva el mismo nombre, uno de los libros más vendidos en el 2017 que narra y describe las conspiraciones monstruosas de asesinatos a miembros de la Nación Osage, nativos americanos, con el fin de quedarse con los títulos de propiedad de sus tierras, tierras benditas o malditas con lo que en los años 20 era considerado el Oro Negro: petróleo. Scorsese toma esta historia y se sumerge en las profundidades del espíritu humano. Es una película franca, directa y contundente, una mirada al pasado quizá con rabia, quizá con un llamado a tiempos más justos.
Primer tema importante: La película dura casi 3 horas y media, ¿podía durar menos? probablemente sí, pero es claro que Scorsese no lo creyó así. La película se sostiene impecablemente las primeras dos horas; en la hora final, cae un poco en la redundancia y la lentitud, sin embargo, es claro el propósito profundo de que la desidia, la desgana y la ausencia de respuestas a estos crímenes por parte de las autoridades locales, sean sentidas en carne propia por el espectador.
Segundo tema importante: Lily Gladstone presenta una actuación maravillosa, seguro conseguirá una nominación al Oscar a Mejor Actriz Principal y (acuérdense de esto, lo va a ganar). En su personaje de Mollie, una nativa americana que se convierte en un monumento de serenidad y dignidad ante todo lo que sucede en su comunidad y en su familia, ella se come la pantalla con sólo estar sentada, callada, escuchando y mirando, mientras pasan páginas y páginas de diálogos de otros personajes.
El silencio de Mollie es manifestado por Lily Galdstone con una contundencia estremecedora. Ella sabe imponerse y brillar en una misma escena al lado de Di Caprio y De Niro, y no sólo brillar, sino meterse en el corazón del espectador. Hermosa Lily Gladstone, gracias por ser el alma de esta historia. Felicitaciones a Scorsese por elegirla, sin ella, no existiría esta película con todo lo que es.
Tercer tema importante: La banda sonora, de la mano de Robbie Robertson, es imprescindible no sólo para ambientar la historia, sino para contar una línea narrativa debajo de todas las demás. Hay momentos en que palpita como un corazón, el corazón agonizante de una nación que está sufriendo su suerte en manos de la mentira y el engaño de unos y la ingenuidad y el amor de otros; al mismo tiempo, late el corazón de otra nación que no está naciendo de la libertad de hombres trabajadores (como cuenta la historia), sino de la siniestra ambición de asesinos y ladrones.
El mensaje es claro, esta no es una película para ensalzar el sueño americano y la construcción de una gran nación, sino para mirarse en el espejo y comprender la sombra y el precio de ese nacimiento. Scorsese ha hecho un western que no es un western, sino un drama conmovedor que pide no olvidarse.
Respeto que sea un filme largo, con un tremendo guión, aunque quizá hubiera sido preferible quitar algunas redundancias para sacarle más provecho a personajes secundarios como Tom White (Jesse Plemons) o Tatanka, el agente nativo del equipo de investigación, que va de detective encubierto; o bien, indagar en el personaje de Henry, el nativo Osage “melancólico”, ¿de dónde viene su melancolía? En fin, sin duda es una película que se tiene que ver en cine. Aprovechen que acaba de estrenarse en todos los cines del país.
Verónica Delgadillo nació en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia. Es Comunicadora Social de profesión, poeta por destino y cinéfila declarada. Colaboradora en Revistas literarias de circulación nacional y Revistas internacionales online. Ha participado en publicaciones, antologías y festivales literarios en Bolivia, Argentina, Colombia, Perú, Chile y Ecuador.
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