Querida Mariposa Luminosa: ‘La Abeja de Fuego’, Ópera de Cámara.

Por Macarena Pérez de Castro M.

Una vez más fui a ver una nueva representación de tu vida (María Luisa Bombal): la ópera de cámara, Abeja de Fuego. No me gusta que porque Neruda (poeta que disfruto, hombre que desprecio) te haya bautizado así, creo que no es un nombre apropiado para ti. Las abejas pican y mueren. Sin embargo, en tu caso fue al revés, te pincharon y así iniciaste la partida hacia tu muerte, que no fue otra cosa que no volver a escribir.

Te conocí, como creo que preferías que sucediera: leyendo algo tuyo, La Amortajada. Tenía 14 años, era lectura obligatoria en el colegio y como tal, sólo se hablaba de la obra, nada del autor. Esa novela, me voló la cabeza: ¿los muertos hablaban, podían recordar, sentir, perdonar, olvidar… es decir, resucitar? Estas líneas iniciales, el momento en que los deudos se asoman a la urna de la amortajada, resumen todo de lo que seremos testigos al leer a Ana María, la madre, esposa, hija y amante que yace muerta:

Respetuosamente maravillados se inclinaban, sin saber que Ella los veía. Porque Ella veía, sentía.

La Amortajada es tu segunda novela: tu debut fue con La Última Niebla, la que publicaste en Argentina con sólo 21 años. Por esos días, eras más bien tímida y callada, así es que mientras escribías ese primer libro en la cocina de Neruda, éste ahora te llamó “mangosta”, un animalito oriental que se acomoda en cualquier parte y es suave y discreto.

Es cierto que La Última Niebla ha sido bastante elogiada, analizada, citada, enseñada, pero lo que majaderamente se repite una y otra vez es la narración que haces del orgasmo de una mujer:

Su cuerpo me cubre como una grande ola hirviente, me acaricia, me quema, me penetra, me envuelve, me arrastra desfallecida. A mi garganta sube algo así como un sollozo, y no sé por qué empiezo a quejarme, y no sé por qué me es dulce quejarme, y no sé por qué es dulce a mi cuerpo el cansancio infligido por la preciosa carga que pesa entre mis músculos.”

Por mucho tiempo creí que así te habías sentido la primera vez que estuviste con Eulogio Sánchez, hombre casado que te sedujo cuando apenas tenías 18 años. Años después me encontré con que:

“La última niebla está inspirada en ese amante que no fue, y por eso a Eulogio lo dejé atrapado en esa niebla, porque mi primera experiencia fue espantosa. Con este libro, quería sepultar el recuerdo de ese amante que en, definitiva, nunca tuve. La novela tiene una base autobiográfica bastante trágica y desagradable”.

Al finalizar (él lo terminó) tu vida transcurrió deambulando por la niebla, las coronas de flores, el mar, los bosques, la música, los ataúdes, la insatisfacción, los árboles, el abandono, la soledad… y de seguro muchos tránsitos más que aún no he descubierto.

Pero sin duda, el hecho de tu vida que más se ha explotado, que se ha explotado hasta el cansancio, y que opacó tu genialidad literaria, fue cuando baleaste a Sánchez al frente del exclusivo Hotel Crillón, y llena de orgullo dijiste: “¡Yo disparé, soy la única culpable, yo lo maté”. Estuviste presa algunos meses, él dijo que no recordaba quién eras, no murió y finalmente retiró los cargos en tu contra.

Partiste a Estados Unidos donde te casaste por segunda vez, tuviste una hija que nunca fue tu hija. Le vendiste los derechos para la adaptación de La Última Niebla a la Paramount en US$125.000, lo que te permitió hacerlo todo, menos escribir. Ya sumida en el alcohol, vuelves a Chile y en 1980 mueres en el Hospital Salvador de un coma hepático.

Cuando en la ópera, cuya dramaturgia pertenece a Isidora Stevenson, tú, Mariposa Luminosa gritas: silencio, muerte, palabras… no pude dejar de identificarme con algo de mi propia pesadumbre, porque también las digo –pero sólo son murmullos- para no tener que escucharlas ni explicarlas. Pero luego vociferas, ¡Yo existo, yo existo, y soy bella y feliz!, y en ese momento yo también existí, y fui bella y feliz. Por último, es justo decir que Stevenson, por momentos, logra aquello que tu María Luisa explicaste sobre tu escritura: “Siempre busco un ritmo que se parezca a una marea, es una ola que asciende y desciende y luego vuelve a subir”.

Algunos de los participantes de este montaje, te definen como: valiente, nebulosa, oscura, brutal, excéntrica, imprevisible… pero también, y lamentablemente, como rara. En el diccionario algunos sinónimos de este injuste adjetivo son: demente, loca, maniática, lunática.

En la historia literaria mundial, hay quizás demasiadas damiselas protagonistas, que al ser diferentes (o “raras”) son tildadas de sufrir algún trastorno mental: Emma Bovary (Gustave Flaubert), Anna Karenina (Lev Tolstoi), Madame Montpellier (El Despertar, Kate Chopin), Aurora (La madre de Frankenstein, Almudena Grandes), Yeonghye (La Vegetariana, Han Kang), Ofelia (Hamlet, William Shakespeare), Emily (Una rosa para la señorita Emily, William Faulkner), Jodie (No mamá, no, Verity Bargate)… Asimismo, hay escritores descompensados, suicidas, borrachos…

Estas “servidoras” que le permiten urdir las tramas a sus autores, entienden, viven y reflexionan sobre el mundo y la vida desde la vereda de creer (o más bien, de estar convencidas) que “tiene que haber algo más.” Para ellashay algo más sobre lo que pueden opinar, algo más que experimentar, algo más que criar y cocinar, algo más que abrir las piernas para quedarse solas, a medio camino. Y tú me lo confirmas:

Mis historias surgen de las “penumbras” del corazón; y aunque son titubeantes, están ansiosas buscando lo que llamamos el “más allá”.

Y te sigo preguntando: ¿eres “rara” porque te atreviste a hablar de la sexualidad femenina transgrediendo el statu quo de esas décadas? Mal que mal, por esos años, el destino de la mujer era amar. Punto. Nada de placer, ni de estudios, ni menos trabajar.

Y, claro, haber escrito y publicado las historias de mujeres insatisfechas y rebeldes, es precisamente, lo que te convirtió en “rara”. Pero, por favor, seamos sensatas: tu escribir fue lo que te instaló en el Olimpo de la literatura. Por ejemplo, fuiste la única escritora chilena sindicada como precursora (ojo: no miembro) del boom latinoamericano, del cual sabemos que después fue copado por “ellos”. Pero uno de esos, García Márquez la consagró como “la adelantada de lo que se ha dado en llamar el realismo mágico”. Borges dijo que La Amortajada “es un libro que nuestra América no olvidará”. O como se escribió en la revista Vogue en México:

María Luisa Bombal introduce en castellano la llamada “corriente de la conciencia”, esa forma que se dio en el inglés naturalmente. Antes de La Última Niebla se pensó que la estructura del castellano impedía acercarse a este estilo. Pero no, ella se ubicó de inmediato con su pequeño mundo admirable, dando un paso más. En resumen, los críticos ubican al año 1935 como el momento en que se inicia propiamente nuestra literatura contemporánea: la estructura pionera del Realismo Mágico en América, entonces, comienza con la Bombal y finaliza con Rulfo, en 1955 (cuando aparece Pedro Páramo).  

Pero así y todo, y quizás por eso mismo, seguiste siendo “rara”. Y vuelvo a la carga: ¿eres “rara” por atreverte a contar a través de tus protagonistas, la frustración y la soledad, que las va alejando cada vez más del “deber ser”? Y de nuevo, te libero: estos personajes se sacan la piel para dejar la carne viva de su vida interior, alienándose de la sociedad y la historia eterna de la costilla de Adán.

Es por esto que los machos de ese entonces, te enjuiciaban: “tiene demasiada personalidad para ser mujer, saluda de beso a todo el mundo, es de las últimas en irse de alguna fiesta, se pinta los labios de un rojo que no corresponde a su clase social”. Todo esto de “ser una mujer como esta” resultaba intimidante, y generaba desconfianza entre “ellos”. Eso sí, tu obra literaria, no era mencionada. La escritora no existía.

Loreto Monsalve, directora de escena de esta producción, como si se hubiera transportado en el tiempo para encarar a tantos ancestros masculinos rancios, es tajante… e inspiradora:“hoy sería una tormenta, también un rayo, un torrente».  

Por su parte, Jesús Urquieta, director de escena, cuando dice que, en este montaje, “primero le pasa al cuerpo, luego a la voz” da en el clavo en el sentido que hay muchos escritores que anotan en el interior de su alma (o incluso, relatan desde su propio espíritu), para luego darle voz a lo que ya es el primer borrador. Y como si estuvieras presente Mariposa Luminosa, puedo escucharte decir:

Trabajo con las huellas que dejan las cosas en el cuerpo del narrador. Mi énfasis no es la mera narrativa de hechos, sino la íntima, la secreta historia de las inquietudes y motivos que provocan a los personajes o que les impiden ser.

A ti, te encarna Francisca Crisóstomo, que además fue quien tuvo la idea original de esta obra, y ella te resume: fue intensa, pero intensa de las buenas”. Su melena es correcta, igual que tu chasquilla característica. Pero lo mejor, fue el vestido rojo, de fiesta, imponente, firme que usa. Te ves como la Mariposa Luminosa que creo que eras, pero no por ser “bonita”. Tu atractivo, ese imán que atraía incluso a tus críticos, estaba en tu personalidad, tu carácter, tu hablar, tu imaginación, tu risa… en resumen, tú. Tal como eras.

Al volver de la ópera, por enésima vez sigo buscándote: es tanto lo que se ha escrito sobre ti (y se sigue haciendo), mi querida Mariposa Luminosa, que encuentro más nombres, más adjetivos, más metáforas:

Genial – Sobrenatural

Vivía como los pájaros, vivía como los ángeles

Mitad hada, mitad bruja

En cuanto a tu relación con tu oficio y tu vivir, dijiste:

“Escribo con una pluma de ángel untada en sangre de demonio. Escribir es el soplo de Dios. Escribir es un aliento divino, es como un ángel que pasa. Escribir es como el roce del ala de un ángel de Dios que pasa”.

Por último, no puedo dejar afuera al escritor y profesor, Manuel Peña Muñoz, quien fue un gran y muy buen amigo tuyo. Compartieron caminatas junto al mar y plazas, tomaron té juntos, se escribieron mientras él estuvo en España, se rieron, se confidenciaron, se quisieron y admiraron:

Sus hembras tienen la fuerza y el simbolismo mágico de heroínas que son mitad medusas, que viven añorando aquello que ella quiso ser… pero no fue. Al partir, se fue de puntillas, doloridamente, dejándonos por único legado su magia triste que era su natural manera de vivir. Y de morir.

La ópera Abeja de Fuego tuvo sólo seis funciones: pero me sentí tan emocionada al ver que se presentaron a tablero vuelto. Aunque tu buen amigo Borges dijo:ya somos el olvido que seremos, porque la verdadera muerte es el olvido”. No puedo dejar de discrepar con vehemencia: tus textos se siguen leyendo, libros sobre ti se siguen publicando, cada cierto tiempo se hacen películas, series de televisión, obras de teatro, congresos y ahora hasta una ópera, así es que lo último que dice Ana María, tu amortajada, sólo fue real a medias:

“Había sufrido la muerte de los vivos. Ahora anhelaba la segunda muerte: la muerte de los muertos”.

Mariposa Luminosa, estás viva y no terminaste convertida en una polilla oscura y empolvada en alguna librería de libros usados. Y me alegro que tuvieras la lucidez de decir poco antes de tu muerte: “Recordar el ayer nos hace nacer. Imaginar el mañana nos hace nacer. Nacemos siempre en el presente. Siempre nacemos, jamás envejecemos. Siempre nacemos”.

Macarena Perez de Castro es productora de TV y profesora de Inglés y Literatura. Participa en talleres de creación literaria de manera casi permanente y lidera los Clubes de Lectura de Leer y Ver con Lupa. Actualmente está en el proceso de corrección de una colección de cuentos (Queen Size y otros cuentos) y de escritura de una novela corta (Tu tanta falta de querer). Con estos trabajos espera salir al mundo como una nueva escritora.


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