Hoy es la entrega de los premios Oscar 2025 y la emoción por descubrir cuáles películas ganarán la codiciada estatuilla dorada crece cada minuto. Este año, las nominaciones incluyen títulos que marcaron tendencia y han dejado huella tanto en la crítica como en la audiencia. A continuación, echaremos un vistazo en algunas de las cintas más relevantes dentro de las nominadas en diversas categorías.

Flow (2024) – Gints Zilbadolis
Por Marisela Sánchez
Flow es una película de animación independiente dirigida por el cineasta letón Gints Zilbalodis. Una de las sorpresas más grandes de esta película es que fue creada completamente en Blender, un software 3D de código abierto, herramienta que no suele ser utilizada en proyectos de gran escala, sin embargo Gints Zilbalodis logró aprovechar todo lo que ofrece esta plataforma para crear un mundo visualmente impresionante y entregar una película animada de gran calidad.
Gints Zilbalodis, nacido en Letonia, es un joven director y animador que ha ganado reconocimiento internacional por su estilo único e innovador. Definitivamente es una de las grandes promesas del cine de animación, no solo ha demostrado su gran talento como animador sino también su gran capacidad para contar historias que transmiten emociones profundas y que logran conectar con la audiencia.
Uno de los aspectos más innovadores de Flow es su narración visual y estética minimalista, la película carece de diálogos, por lo que toda la historia se cuenta a través de imágenes y sonido lo que la convierte en una experiencia visual impresionante.
La historia sigue a un gatito negro que debe aprender a sobrevivir en un mundo devastado por una gran inundación. A lo largo de su viaje, se encuentra con otros animales, un capibara, un labrador, un lémur y un ave secretario, juntos aprenderán a colaborar, y superar sus diferencias para enfrentar los retos de un mundo hostil.
Flow ha recibido mucho reconocimiento y ha sido muy elogiada en su recorrido por festivales en los que ganado varios premios. En los Globos de Oro de 2025, la película fue galardonada como Mejor Película de Animación. Además, recibió dos nominaciones a los Premios Óscar en las categorías Mejor Película de Animación y Mejor Película Internacional, lo que representa un gran logro, ya que en esta última categoría se suelen nominar solo películas de acción real. Esto refleja el impacto global y la calidad que ha alcanzado la película.

Robot Salvaje (2024) – Chris Sanders
Por Rocio López
Robot Salvaje: una historia emotiva sobre el verdadero significado de la familia.
Después de su indiscutible triunfo en los Anne 2025, entregados por la Sociedad Internacional de Cine de Animación ASIFA-Hollywood, al recibir nueve galardones, incluido a Mejor Película, Robot Salvaje (The Wild Robot, 2024), dirigido por Chris Sanders, basada en el best-seller de Peter Brown y de la mano de DreamWorks, nos presenta una historia emotiva sobre el verdadero significado de la familia.
El filme se centra en Roz (Veronica López, voz en español) un robot que sin saber cómo ni el porqué, se encuentra en una isla en busca de que se le asignen misiones, sin embargo, al darse cuenta que es atacada por la fauna del lugar, trata de entender el entorno y adaptarse hasta que por fin encuentra un propósito: cuidar del huevo de un ganso al que nombra como Brillo (Emilio Treviño) y será la responsable de su crianza. El robot junto con Fink (Óscar Flores), un zorro con quien entabla una amistad, será su aliado para que su hijo adoptivo aprenda a nadar y volar para encajar con los suyos.
Si bien, la historia de Robot Salvaje cae en lo cursi, Sanders, conocido por Lilo y Stich (2004) o Cómo entrenar a tu dragón (How to Train Your Dragon, 2010), no teme en mostrar la crueldad que existe en el mundo salvaje y logra el equilibrio con un humor que mantendrá al público entretenido y robará varias sonrisas al público infantil.
Sin duda, lo más destacable de esta producción es que visualmente es bella y llamativa con una paleta muy colorida, así mismo, combina a la perfección la animación en 2D y 3D, por ello no es sorpresa que tenga la nominación a mejor película animada en la 97.ª edición de los Premios Oscar.
Robot Salvaje es un filme que sabe llegar al corazón de los niños y adultos, ya que aborda temas como la paternidad, empatía, inclusión, amistad y el encontrar nuestro propósito en la vida, pero, sobre todo, que la familia no sólo se refiere a aquella que es consanguínea, sino la que también es por elección.

Aún Estoy Aquí (2024) – Walter Salles
Por Marisol Nava
El aclamado director brasileño, Walter Salles, dirige Aún estoy aquí, una cinta que exalta la resiliencia, resistencia y la suma importancia de la memoria histórica ante situaciones de injusticia. Situada en Río de Janeiro durante la dictadura militar, sigue la historia de Eunice, quien debe sostener y proteger a su familia tras la desaparición de su esposo por parte del Estado.
A lo largo de la cinta, se toman fotografías, cuyo objetivo en la vida cotidiana es preservar recuerdos. Aún estoy aquí busca funcionar de la misma manera. Es un tratado en contra del olvido y posiciona tanto a la memoria como al mismo cine como un instrumento de resistencia.
Este espíritu se personifica en la protagonista, quien no se deja silenciar y cuya memoria de lo que perdió y cómo afectó a su familia sirve como catalizador de su increíble fuerza de voluntad. Y claro, la actuación de Fernanda Torres logra de manera magnífica personificar la intención de Aún estoy aquí.
Salles logra, a través de una dirección sobria y profundamente emotiva, transmitir la lucha de Eunice de manera que resuena con el espectador. La cinematografía acompaña este mensaje con una paleta de colores fríos y encuadres cerrados que refuerzan la sensación de opresión y encierro. Además, la música juega un papel crucial en la construcción del tono melancólico y esperanzador del filme.
En definitiva, Aún estoy aquí no solo es una historia de resistencia individual, sino un llamado colectivo a la memoria y la justicia. Salles nos recuerda que el cine no solo documenta, sino que también preserva la verdad y da voz a quienes han sido silenciados. Una película imprescindible para quienes creen en el poder del arte como herramienta de transformación social.

Cónclave (2024) – Edward Berger
Por Orbe
Cónclave significa “con llave”. Los cardenales dispuestos a elegir a un nuevo Padre están bajo llave, separados del mundo, exentos de influencias ajenas. El colegiado vetusto reunido bajo la bóveda de la Capilla Sixtina sabe que la decisión agregará una baldosa más al edificio histórico del poder católico. Para muchos es su última oportunidad de coronar la vida que se les va. Al concentrarse en determinar a su nuevo líder, los eclesiásticos se guiarán por sus razones, convicciones, intereses, alianzas y ambiciones personales. En Cónclave (Edward Berger, Alemania, 1970) el secretismo es el hilo conductor. Desde la muerte del Papa que será sustituido, hasta el papel (determinante) de la única mujer en el encuentro; desde el sentido del voto de cada cardenal, hasta el giro final de la historia. Cónclave es el encuentro de los monstruos, la liturgia como pretexto para reproducir el poder al costo que sea. Quizá en la novela de Robert Harris el desenlace sorpresivo sea tratado con mayor profundidad, pero en el filme es, a mi juicio, insustancial. Lo trascendente es el proceso. Lo es porque la encerrona rebasa los muros anquilosados de El Vaticano para entrometerse en los resortes internos que mueven al ser humano en sus relaciones sociales. El filme machaca sobre nuestra más pura humanidad. Aparenta ser una lección de alta política, al mismo tiempo convenenciera y diplomática, falaz y fina, pero en realidad Berger retrata en los cardenales sus pasiones más primitivas. Esas pasiones que todos, incluso fuera del mundo religioso, experimentaremos alguna vez en la vida, lo reconozcamos o no. Cuando el peligro aceche y ponga en riesgo nuestros más caros objetivos tanto en el amor, en el trabajo, en el negocio o en la familia, sacaremos ventaja de algún secreto de otros, indagaremos subrepticiamente en rincones que nos son vedados, humillaremos si es necesario a quien nos saque ventaja, destruiremos reputaciones y buscaremos aliarnos con quien nos garantice la seguridad de nuestros anhelos. Somos cardenales de nuestro propio destino. Somos cardenales eligiendo caminos. Algunos dirán que no, que hay escala de valores, que hay moral, que hay ética y que ni siquiera hacemos política en el recorrido de nuestras vidas. Habrá casos, pero quién, a estas alturas, podría desmentir al viejo Homero y a sus recreaciones clásicas de las eternas pasiones humanas que caracterizan a la especie. Cónclave es un recordatorio de lo que somos.

Wallace y Gromit: La venganza se sirve con plumas (2024) – Nick Park
¡Nuestra pareja favorita de animación en stop motion vuelve al ruedo!
En esta ocasión la pareja de amigos, Wallace y Gromit, tendrán que lidiar con ser los sospechosos de un crimen que no cometieron mientras intentan descubrir al verdadero culpable, pero lo que no saben nuestros amigos es que durante su aventura se encontrarán que el causante de sus infortunios es un antiguo conocido que quiere venganza, Feathers McGraw. Por fortuna, Wallace y Gromit esta vez no están solos, la ayuda de un peculiar gnomo de jardín robótico creado por Wallace, Norbot, les brindará en su principio algunos dolores de cabeza, sobre todo a Gromit, pero luego será su mejor aliado para atrapar al responsable de los diferentes crímenes que han tenido lugar a lo largo de la ciudad. Incluso, dos agentes de la policía muy particulares, que se dejan llevar por “las tripas”, están al acecho y no se detendrán hasta encontrar al verdadero culpable.
Cargada de mucho humor y con el estilo característico de Nick Park, esta nueva entrega de Wallace y Gromit continua la historia del cortometraje Los pantalones equivocados (1993), donde conocimos por primera vez a Feathers McGraw, un pingüino inteligente, aunque adorable y peligroso, que intenta robar el diamante azul del museo de la ciudad, pero verá obstaculizado sus planes por Wallace y Gromit, lo cual lo lleva a la cárcel. Sin embargo, ahora que han pasado los años Feathers McGraw no dejará escapar la oportunidad de volver a robar el diamante azul y de manera simultánea vengarse de Wallace y Gromit.
Wallace y Gromit: La venganza se sirve con plumas es una película sobre la amistad, la lealtad, la tecnología y por supuesto de venganza, con una historia sencilla, pero puntual que cobra vida con secuencias increíblemente detalladas acompañadas de un exquisito uso de la música que enaltece cada una de las escenas, igualmente es posible observar la representación de momentos claves de otras películas, como la interpretación de Feathers McGraw acariciando una foca blanca en homenaje a la película El Padrino (1972) de Francis Ford Coppola. Al final tenemos una película hermosa de ver con un mensaje claro: los buenos siempre ganan, pero cabe señalar que en ocasiones los inventos de Wallace traen más problemas que soluciones y que si no fuera por Gromit, Wallace estaría perdido.

Anora (2024) – Sean Baker
Por Rhodas Roux
Anora (2024) ha sido una de las películas más conversadas del 2024, y con justa razón. La película le valió la Palma de Oro en Cannes a Sean Baker, y lo ha puesto sobre el estrellato internacional después de éxitos “indies” a lo largo de los años, destacando su trabajo con The Florida Project (2017) y Tangerine (2015), sus dos películas más reconocidas donde Baker parte de corrientes realistas para “documentar” la vida de las clases bajas de los Estados Unidos, y Anora no se queda atrás.
La película, en mi particular opinión, intentó ser vendida como una historia de un amor Cenicientesca donde Anora, una chica que trabaja como bailarina exótica dentro de un club para caballeros en Nueva York, se saca la lotería al establecer una especie de relación/vínculo con Vanya, un joven ruso millonario que vive en Estados Unidos y está a punto de volver a Rusia por órdenes de sus padres, y ambos deciden casarse a costa del regaño y la nula aprobación de los padres de Vanya. Y si bien los trailers muestran esta parte de la narrativa, la historia me parece que va más allá.
Ani, como prefiere ser referida Anora durante toda la película, reconoce perfectamente el mundo de los clubes para caballeros, y juega siempre a su favor para intentar sacar provecho de las situaciones, tal como pasó cuando conoció a Vanya. El deseo de Ani no era enamorarse ni mucho menos, sino escalar socialmente de clase poco a poco, y cuando vio la oportunidad de casarse con él la aprovechó. El amor era una excusa usada en Vanya y Ani para disfrutar su tiempo juntos como mero intercambio económico. Por eso muchas de las decisiones tomadas en la segunda mitad de la película poco o nada le importan a Vanya; referenciando la frase que Toros le menciona a Ani: sólo es otra de las travesuras de Vanya que escalaron lejos.
Baker demostró que sigue siendo uno de los cineastas más interesantes en Estados Unidos al mostrar cómo las relaciones son una complejidad que van más allá del amor y que lo social siempre es un juego que debe ser estratégicamente pensado para subir de escalón, con todo y decepciones cuando la caída es lo suficientemente alta.

Nosferatu (2024) – Robert Eggers
Por Victor Rivera
La versión original de «Nosferatu: Eine Symphonie des Grauens» (1922), es una de las películas más emblemáticas del cine expresionista alemán. Producida por “Prana films” (fundada por el artista Albin Grau, un asiduo practicante del ocultismo), se contrata a Henrik Galeen, para que adapte al cine, la novela de Drácula (escrita por Bram Stoker en 1897), transformándola lo suficiente para que se diferenciara de la obra original y no tener problemas de derechos de autor.
A esta empresa se sumarían el visionario director Friedrich Wilhelm Murnau, que dotaría de la atmósfera inquietante que la caracteriza. Finalmente, la película contaría como protagonista a Max Schreck, un actor que derrochó tanto talento en su interpretación del conde Orlock, que propiciaría que se corra el rumor ampliamente aceptado, de que en este papel habría participado un auténtico vampiro.
En 1979, el director alemán Werner Herzog, realiza su adaptación de esta obra, titulándola «Nosferatu: Phantom der Nacht», donde incorpora una fotografía a colores, sonido e intentando darle un toque más erótico. Sin embargo, la versión de Herzog palidece ante la versión de 1922.
En 2024, Robert Eggers, realiza su propia adaptación de Nosferatu, a colores, sonora y donde amalgama en un mismo personaje al conde Orlock de Murnau y al Drácula de Stoker.
Algunos de los mayores aciertos de esta nueva versión están en el diseño de arte y en la fotografía, esta última lograda espectacularmente por Jarin Blaschke, director de fotografía de todas las películas de Eggers, que genera nuevas propuestas atmosféricas que elevan la belleza estética de esta nueva adaptación.
Sin embargo, el uso excesivo de efectos sonoros, saturación de diálogos, la incorporación de una innecesaria y forzada relación previa entre los personajes principales, o las actuaciones exageradas por parte de Bill Skarsgard como el conde Orlock y de Lilly Rose Depp como Ellen Hutter, hacen que esta nueva adaptación de Eggers, también palidezca en comparación a la obra de Murnau.
Aunque Orlok se inspiró en Drácula, Eggers se equivoca al tratar de fusionar a ambos vampiros en un mismo personaje, no comprendiendo que son seres totalmente opuestos. Y es que ha de ser casi imposible volver a replicar la alquimia lograda hace más de 100 años entre Murnau, Grau, Galeen y Schreck, en la creación una de las mejores películas del cine de horror de todos los tiempos: Nosferatu.

The Brutalist (2024) – Brady Corbet
Por Romina Hernández
El falso biopic
Lázló Tóth no existió. De una película grabada en VistaVision, (una tecnología que llevaba 60 años en el olvido), con una duración de casi cuatro horas y un intermedio temporizado, un montón de experiencias nuevas; para mí la mayor impresión de esta película fue saber que Lázló Tóth no fue una persona real. La construcción del personaje se compone de capas, ambiciones y adicciones que hacen sentir esta película como una biopic sin serlo.
En una era cinematográfica que está apostando por la grandeza, por envolvernos en espacios de techos altos y una presencia casi divina (pienso en la fotografía de Dune de Denis Villeneuve, también nominada este año, o la ignorada Megalópolis de Coppola), El brutalista se posiciona entre los grandes con una producción que, a pesar de contar con un actor tan conocido como Adrien Brody, tuvo un presupuesto muy por debajo de sus contrincantes.
La presencia de la arquitectura brutalista, con su concreto gris y sus espacios abiertos, la luz que entra casi de forma divina y toda su sencilla enormidad, se complementa con una construcción del sueño americano profundamente cruda: la Estatua de la Libertad volteada abre una película que cuenta la historia de muchos, el ascenso a costa de la dignidad en la escalera económica americana. En ese sentido, Corbet dirige una película cuya premisa se apoya en la violencia ignorante y racista del mangante americano, retrata un país que se construyó, como el proyecto de la película, de manos inmigrantes adictos a la droga y el dinero de personajes viles.
Es una de las favoritas a llevarse el máximo galardón a Mejor Película, a pesar de abrir el debate sobre el uso de la IA en lograr el acento húngaro de Brody. Veremos si el jurado de este año se sienta a ver esta película hasta el final, sin rencores, para darle el reconocimiento que esta apuesta se merece. Aunque, no lo olvidemos, es el mismo jurado que metió en la misma categoría a esa película.

La Sustancia (2024) – Coralie Fargeat
Por Saúl Araujo
En el panorama cinematográfico de 2024, La Sustancia ha emergido como una obra que desafía los cánones tradicionales del terror corporal. Dirigida por Coralie Fargeat, reconocida por su enfoque audaz y provocativo, la película se adentra en las profundidades de la obsesión contemporánea por la juventud y la belleza. Con actuaciones destacadas de Demi Moore y Margaret Qualley, La Sustancia no solo busca inquietar, sino también invitar a una reflexión profunda sobre los estándares estéticos impuestos por la sociedad.
La trama sigue a Elisabeth Sparkle (Demi Moore), una actriz cuya carrera se desvanece ante el implacable paso del tiempo. Desesperada por recuperar su estatus y atractivo, se somete a un tratamiento clandestino que promete rejuvenecerla. Este procedimiento da lugar a la manifestación física de su yo más joven y despiadado, encarnado por Sue (Margaret Qualley). Lo que comienza como un anhelo de revitalización se transforma en una pesadilla, donde la línea entre la realidad y la alucinación se desdibuja, llevando a Elisabeth a confrontar las consecuencias de su vanidad.
La película ha sido aclamada por su enfoque valiente y su crítica incisiva a la industria del entretenimiento y sus expectativas inalcanzables. La interpretación de Moore ha sido especialmente elogiada, capturando la vulnerabilidad y desesperación de una mujer atrapada en la búsqueda interminable de la perfección física. La química entre Moore y Qualley añade profundidad a la narrativa, representando de manera convincente la dualidad de un individuo en conflicto consigo mismo.
La Sustancia ha logrado un hito significativo al obtener cinco nominaciones a los Premios Óscar 2025, incluyendo Mejor Película, Mejor Dirección para Coralie Fargeat, Mejor Actriz para Demi Moore, Mejor Guion Original y Mejor Maquillaje y Peinado. Esta hazaña es particularmente notable, ya que es la séptima película de terror en ser nominada a Mejor Película en la historia de los Óscar.
Para quienes buscan una experiencia cinematográfica que combine horror visceral con una crítica social profunda, La Sustancia es una obra imprescindible. Actualmente, la película está disponible en plataformas de streaming como MUBI y FILMIN, ofreciendo al público la oportunidad de sumergirse en esta inquietante exploración de la psique humana y los peligros de la obsesión por la perfección estética.
Con una duración de 141 minutos, La Sustancia es un viaje intenso que desafía al espectador a reflexionar sobre los verdaderos costos de la vanidad en una sociedad que idolatra lo efímero sobre el interior.

A Different Man (2024) – Aaron Schimberg
Por Eli Montelongo
Dirigida por Aaron Schimberg, con una impresionante y diferente actuación de Sebastian Stan, “A different man” hace acto de presencia en la fiesta grande del cine: los premios Oscars 2025, esta vez dentro de la categoría “Best Makeup and Hairstyling”.
El filme nos cuenta la historia de Edward, un aspirante a actor que padece neurofibromatosis (enfermedad genética que se manifiesta como tumores cutáneos en zonas que recorren los nervios centrales o periféricos) por lo que se somete a un procedimiento médico y así poder alcanzar la belleza y el trabajo actoral que tanto anhela. En un giro inesperado sus sueños no se dan como él quería, llevándolo a una espiral descendente a la locura en un intento de reclamar lo que es suyo.
La mente maestra detrás de la transformación de Sebastian Stan tiene nombre: Mike Marino. Marino se enamoró del uso de prostéticos cuando vió de pequeño “The Elephant Man”, se sintió horrorizado pero alucinado a la vez, siendo el primer evento en este efecto mariposa que lo llevó a dos anteriores nominaciones al Oscar (la más reciente por su trabajo en “The Batman” (2022)) y ahora una tercera por el filme de Schimberg. Con un historial de haberse encargado del maquillaje en “Black Swan”, “The Irishman” e incluso el vídeo musical de The Weeknd “Save Your Tears”, Marino se enfrentó al reto que representaba caracterizar a Stan como una persona con neurofibromatosis de forma rápida mientras también tenía que crear el maquillaje de la serie “La Maravillosa Sra. Maisel”.
Mike Marino creó modelos 3D basados en la apariencia de Adam Pearson (co-estrella de Sebastian Stan y actor británico que realmente padece neurofibromatosis tipo 1) pero tomando el modelo de la cabeza de Stan. Horas y toneladas de pegamento después, el prostético estaba hecho y listo para Sebastian, el cual optó por usarlo todo un día mientras caminaba por Nueva York para meterse en el papel, dándose cuenta de cómo era percibido por los demás, algunos evitaban verlo y otros, más que nada con morbo, hasta le tomaban fotografías.
Marino reflexiona e invita al público a que no tomemos la belleza solo como algo físico, sino enfocado en el alma de la persona, y es por eso que “A different man” es un sí o sí que tiene que ver.

Un Completo Desconocido (2024) – James Mangold
Por Kike Cinéfilo
Siempre que se realiza una Biopic, resulta interesante como se representa al personaje en turno, y mas aun si el mismo aún vive y dicha interpretación esta sujeta al escrutinio del representado.
James Mangold cuyos mayores éxitos cinematográficos han sido las cintas Cop Land (1997), Logan (2017) y Ford V Ferrari (2019) y además que no desconoce el rubro de las películas biográficas musicales donde hizo un magnífico trabajo con Walk the
line (2005) dándonos su visión de un gran artista Johnny Cash, ahora nos deleita con Un Perfecto desconocido (2024), cinta donde se nos muestra la transición de la música folk a la música “eléctrica” y todos los hechos ocurridos alrededor de Bob Dylan entre 1961 y 1965 quien es interpretado por Timothée Chalamet.
La cinta narra las vivencias de Dylan quien recién llegado de Minnesota y a sus 19 años, recorre aquellos cafés suburbanos donde dio rienda suelta a su estilo. James Mangold realiza una reconstrucción histórica meticulosa, decorados, vestuarios y una atmosfera fiel consiguiendo transmitir al espectador aquella rebeldía juvenil de la época.
La labor de llevar a la pantalla a un artista tan enigmático no es tarea fácil, solo su experiencia de haber llevado a escena la personalidad hosca de Cash, permitió a Mangold seleccionar a Timothée Chalamet para interpretar a Dylan y quien lo hace con brillantez. Chalamet no imita al personaje, capta de manera exitosa su esencia, su mirada esquiva, su postura un tanto petulante y su forma de hablar.
James Mangold cuido hasta el más mínimo detalle para que el espectador se sienta ubicado en esa época, alternando primeros planos con el objetivo de captar las emociones de los personajes y los planos largos situando los mismos en el sitio histórico de la película, dando fe de la tumultuosa segunda mitad de la década de 1960.
La intención de esta película no es de proporcionarnos una historia de origen y vanagloriar al artista, si no mostrarnos el impacto cultural que causo cuando este joven ilustre decidió dejar la música tradicional y llegar al rock revolucionario, dejando atrás lo acústico por lo eléctrico y dejando entrever la pasión y rebeldía de Dylan que lo ha mantenido vigente hasta la fecha.

A Real Pain (2024) – Jesse Eisenberg
Por Fernanda Rojas
Se acerca la 97a entrega de los Oscares y en esta ocasión podremos ver entre las nominadas películas que destacaron principalmente por retratar historias en contextos sumamente violentos y dolorosos que nos replantean echar de nuevo una mirada al pasado. Ya sean las consecuencias del holocausto que vemos en The Brutalist, las condiciones de vida deplorables encontradas en The Girl with the Needle o las desapariciones forzadas durante la dictadura militar en Brasil a las que nos lleva Aun Estoy aquí. Y entre ellas, quizá hay una que destaca por su simplicidad y belleza. A real Pain, que nos lleva por un viaje a la road movie de la mano de David y Benji, dos primos interpretados por Kieran Culkin y Jesse Eisenberg, (ahora la dupla más aclamada para esta entrega por la química que irradian) y quienes después de la muerte de su abuela, se reúnen para cumplir una de las promesas que hicieron: hacer un tour del holocausto y conocer el lugar en el que ella vivió antes de la tragedia.
Es verdad que la historia puede no parecer innovadora y, en realidad, no lo es. Pero tiene un encanto que otras que han intentado hablar sobre la misma época pueden no tener: una fiel y empática necesidad por reivindicar el dolor, y no sólo el individual, fruto de las batallas internas que pueden tener los humanos y que se encarnan bien en cada uno de los personajes; sino en el dolor colectivo, aquel que vive y persiste en la memoria histórica del mundo, como lo es la persecución y asesinato de judíos a manos de los nazis. Pero por encima de eso, la película logra re-humanizar y dignificar a un pueblo que en realidad luchó incansablemente por no perecer y por no ser borrado de la historia.
Ya desde la primera parada del Tour, frente a nuestros personajes aparece el Monumento a los Héroes de Varsovia y entendemos perfecto la premisa que nos guiará como espectadores: éste no fue un pueblo al que simplemente llevaron al matadero, esto es, que cuando pensamos en los pueblos judíos, nos vamos directo al holocausto e incluso, a los nazis. Y sin embargo, A real Pain nos obliga a hacer el ejercicio contrario: mucho antes y mucho después de los abusos, eran personas con características muy específicas que vivían una vida como cualquier otra. Así vemos por ejemplo, imágenes de lo que era Lublin: tenía una cervecería, una sinagoga o una tintorería y ese viaje visual nos lo regala Eissenberg con el mayor respeto que se le puede tener e un tema tan delicado como este.
No olvidemos también, que en este periodo específico existieron múltiples resistencias al llamado «exterminio», no sólo armadas y cuyo ejemplo más emblemático fue la rebelión del Guetto de Varsovia, sino otras organizadas como el tráfico de alimentos y medicamentos; las de índole política que implicaba la publicación de periódicos y documentos para democratizar la verdad, hasta aquellas de índole cultural y simbólica que buscaban preservar la vida comunitaria, así como las expresiones artísticas de los pueblos.
Que una película con toques tan cómicos y giros tan dramáticos como esta, pueda generar una empatía tan grande en el espectador, sólo se traduce en una capacidad increíble para acercarse al mundo y a la memoria, bajo la regla más importante de todas: ningún dolor, en cualquiera de sus formas, se vuelve más grande o más importante que otro, y la única forma de seguir adelante, es aceptándolo y haciéndolo parte de nosotros mismos, es por eso que A real Pain es preciosa, empática, sensible y al mismo tiempo, nos enfrenta con nuestra propia fragilidad ante el mundo.

La Chica de la Aguja (2024) – Brian Henson
Por Pok Manero
Basada en un caso real, aunque es preferible verla sin saber nada del mismo. Aún si el espectador ignora este hecho, el realismo con el cual está hecha hace suponer que está inspirada por sucesos reales, lo cual es confirmado por la leyenda que aparece en pantalla al final. Basta decir que la protagonista no es la persona central en el caso real y es probable que sea completamente ficticia, lo cual le permite al director Magnus von Horn contar historias igualmente cautivadoras que son tangenciales al hecho que eventualmente llamó la atención del mundo.
Su visionado es una dura experiencia. Karoline (interpretada con bravura por Vic Carmen Sonne) es un hueso duro de roer, una cínica recalcitrante que recibe las curvas que la vida le arroja y se adapta a ellas. Sufre una serie de tragedias, empezando por un desalojo, un regreso inesperado y no deseado, un embarazo igualmente no deseado -aunque un tanto más predecible-, una desilusión romántica, la pérdida de su trabajo y el poner su vida gravemente en riesgo… y todo esto sólo en la primera mitad de la película. E incluso si puede llegar a sonar como una versión de Precious (Lee Daniels, EUA, 2009) pero en la Dinamarca de principios del siglo XX, la principal diferencia es que Karoline nunca asume el papel de víctima. Algo que disfruté particularmente es que relata historias que, como sus personajes, tienden a caer entre las grietas de la sociedad y son ignorados por ella sin que esto les impida desarrollar sus vidas por completo, aunque en términos totalmente distintos.
En una nota final, curiosamente, me recordó mucho a David Lynch. No es que sea rara y “lyncheana” de ninguna forma, pero la fotografía en blanco y negro, los paisajes industriales, el tema de la maternidad y la representación de la deformidad y los freakshows trajeron a mi mente tanto a Eraserhead (1977) como a The Elephant Man (1980). Y tal como Lynch solía hacer, retrata el lado más oscuro de la condición humana, forzándonos a ver la más negra oscuridad y a reconocernos en ella. O no sé, tal vez sólo sea que todavía me duele su reciente fallecimiento.

Black Box Diaries (2024) – Shiori Itō
Después de estudiar periodismo y fotografía en Nueva York durante 2013, la periodista japonesa Shiori Itō trabajó como pasante en el conglomerado Thomson Reuters, donde conoció al veterano periodista de televisión Noriyuki Yamaguchi.
En 2015, Shiori Itō fue invitada por Yamaguchi a una reunión en un restaurante para hablar sobre una importante oferta de trabajo en Washington; luego de sentirse mareada, la joven fue conducida contra su voluntad a un cuarto de hotel, donde fue abusada sexualmente por el alevoso hombre.
Sería hasta 2017, junto al auge del movimiento #MeToo, cuando Shiori Itō decidió hacer público el crimen que sufrió, encontrándose con un sistema judicial arcaico, leyes mínimas por delitos sexuales y un monstruoso abuso del poder, al ser Yamaguchi conocido como biógrafo y amigo del Primer Ministro Japonés Shinzo Abe.
La periodista nipona presentaría Black Box The Memoir That Sparked Japan’s MeToo Movement (2021), libro que revelaba los entresijos del caso, confesándose ante la opinión pública en un intento desesperado y valiente por encontrar justicia. El texto ganaría en 2018 el Premio a la Libertad de Prensa, entregado por la Asociación de Prensa Libre de Japón.
Paralelamente, Shiori Itō organizaba un documental inaudito sobre el proceso, armándose con recursos mínimos como videos filmados con su iPhone, transcripciones, entrevistas con medios internacionales, aportes de colegas y audios grabados de manera clandestina de policías y fiscales. Black Box Diaries (2024) tuvo su estreno mundial en enero de 2024, durante el Festival de Cine de Sundance, donde compitió en la categoría World Cinema Documentary Grand Jury Prize.
La película es un compendio muy humano sobre el periodismo de investigación ejercido desde la adversidad y las vivencias personales, que siempre destellan matices ríspidos. La voz de una mujer audaz que reclama ser escuchada, ante un sistema patriarcal que no solo la ignora, también se burla de los crímenes ejercidos desde posiciones de privilegio.
Shiori Itō es una de tantas mujeres que están cambiando al mundo gracias a su fuerza y persistencia para revertir leyes y normas que llevan siglos estancadas. Nominada al premio Oscar al Mejor Documental, Black Box Diaries es una historia personal capaz de provocar un cambio social, cuando todas las víctimas de delitos similares decidan seguir el ejemplo de la periodista japonesa y nunca más, quedarse calladas.
“Me convertí en heroína, villana e ícono, pero ya no podía vivir conmigo misma”, dice Shiori Itō, en un año tapizado de historias poderosas de y sobre mujeres, como ese otro tremendo documental llamado Witches (2024) de Elizabeth Sankey y la sensación europea The Girl with the Needle (2024) de Magnus von Horn. Ya nadie las detiene. Que nada las detenga.
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