Desahuciada por un cáncer despiadado, una triste mañana de marzo acompañé a mi perrita Fedex con el veterinario a una cita mortal, para terminar con su dolor. Fue uno de los momentos más desoladores de mi existencia; Fedex fue mi compañera por más de 17 años y su partida me hizo reflexionar profundamente sobre la importancia de los perros en nuestras vidas: siempre están ahí, en los éxitos y los fracasos, en los días buenos y malos, dispuestos a mover su cola y embelesar con su alegría sin condiciones.
El gran libro de los perros es una obra imprescindible para todos aquellos que amamos a estos seres peludos de cuatro patas, más cercanos a la definición de ángeles que a la de animales. Jorge de Cascante reúne una cantidad impresionante de relatos, ensayos, poemas, canciones, citas y extractos de clásicos literarios en una mezcla ecléctica de autores, con el tema central más noble que puede existir: el perro.
También hay narraciones inéditas con escritoras/es actuales que demuestran que, al paso del tiempo, los perros siempre han estado acompañando al ser humano en sus andares por la historia: desde el origen de civilizaciones enteras, pasando por la barbarie de la guerra y la vida cotidiana de las grandes ciudades, hasta (incluso) en la creación del arte moderno. Kafka, Miguel de Unamuno, Emily Brontë, Pasolini, Alejandra Pizarnik, Hemingway, Charles Baudelaire, Carrie Fisher y Julio Cortázar (entre muchos otros), se van presentando con textos divertidos, emocionantes, reflexivos y también tristes, lo que conforma una literatura canina universal imprevista, con la jovial ilustración de Alexandre Reverdin, de más de 300 dibujos de perritos.

En esta edición de Blackie Books, cada una de las 445 páginas de El gran libro de los perros se disfruta ampliamente, con relatos que recuerdan por qué es tan placentera la compañía de una mascota. En casa, Nutella y Chloe fueron dos perritas chihuahua que estuvieron en la familia por más de 15 años; el privilegio de haberlas visto crecer y envejecer, fue muy conmovedor. Lo más difícil de tener un perro, siempre será el adiós.
Tras el deceso de Fedex, llegó a nuestras vidas un inquieto perrito blanco que vivía en la calle al que decidimos llamar Rulfo, que, con sus travesuras y ocurrencias, me salvó de la abismal aflicción de perder a mi mejor amiga. Más tarde, llegaron Gretta y Monet, (una Pug y un Shih Tzu, rescatados del abandono de gente infame) para seguir alegrando los días, escuchando sus patitas acercarse por la casa. Pasear con ellos por el campo los domingos en la mañana, me da una hermosa sensación de eternidad. El escritor Mark Twain, dijo que una vez muerto esperaba descansar para siempre en el cielo de los perros, y no en el de los hombres. Yo, deseo exactamente lo mismo.
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