Nunca he sido fan del cine de acción. Explosiones, persecuciones en auto o peleas coreografiadas (salvo las de Bruce Lee) suelen dejarme indiferente o si son largas provocarme sueño (Saga de Rápidos y furiosos, por ejemplo). Pero hay una excepción: las películas de espías. Y dentro de ese subgénero, la saga de Misión Imposible siempre ha tenido un lugar especial en mis gustos cinéfilos.
Ahora, con Misión Imposible: Sentencia Final, la octava y supuestamente última entrega, Tom Cruise regresa como Ethan Hunt, enfrentando una amenaza global: una inteligencia artificial llamada «La Entidad» que pone en jaque la seguridad mundial y la extinción de la especia humana, o sea el fin del mudo, pues.
Quién pudiera correr como corre Tom Cruise a sus 62 años, ¡qué bárbaro!. Si algo es impresionante y reta lo lógico es Tom Cruise desafiando límites físicos con acrobacias que muchos actores más jóvenes evitarían o no podrían hacer, y que este señor las hace sin dobles de acción.

La película, dirigida por Christopher McQuarrie, es una montaña rusa de emociones y acción y tiene – en mi percepción- una estética noventera muy bella, no logré distinguir si era a nivel narrativo o a nivel visual, pero les juro que ahí está, y le hace muy bien a la película (ojo que con eso no estoy diciendo que no hay elementos super modernos en las escenas de acción). Aunque algunos críticos están comentando que la narrativa puede ser densa y que el ritmo decae en ciertos momentos, es innegable que esta entrega (se agradece que no la hayan dividido en dos) ofrece secuencias de acción impresionantes, como una escena submarina que es larguísima, pero te pega al asiento sin una palabra, es puro imagen y sonido; y otra en avionetas que es lógicamente imposible, yo no entendí, pero sólo recuerdo haberme impresionado así, a mis 8 años, cuando Snoopy transforma su casa en una avioneta para enfrentarse al temible Barón rojo.
Más allá de las acrobacias, Sentencia Final es un homenaje a la saga y a su protagonista. Tiene guiños a entregas anteriores, la película cierra el círculo, recordándonos por qué Ethan Hunt se convirtió en un ícono del cine de espías. Es una despedida emotiva, aunque ambigua, porque deja la puerta entreabierta para futuras misiones. Así que se siente como una carta de amor al cine de espías y a los fanáticos de la saga. Aunque no es perfecta (por ahí, un ratito el guion se complica innecesariamente, se ve que le han dado muchas vueltas a ese guion), su combinación de acción, nostalgia y la incansable energía de Tom Cruise la convierten en una experiencia cinematográfica que vale la pena ver en cine, pantalla gigante, super sonido…
Como alguien que no suele disfrutar del cine de acción, esta película me recordó por qué me enamoré de las historias de espías en primer lugar. Y si esta es realmente la última misión de Ethan Hunt, entonces es un adiós bastante digno.
Descubre más desde Kinema Books
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

Debe estar conectado para enviar un comentario.