Llega a Hbo Max: ‘Superman’ (2025) de James Gunn, reinvención y nuevas narrativas.

Por Pok Manero

Tal vez no sea la mejor película de Superman que pueda existir, vamos, puede que ni siquiera sea la mejor película de Superman que se haya hecho hasta ahora, pero ES la película de Superman que necesitábamos. Y vaya que es una buena película de Superman.

En el lejano año de 1938, Jerry Siegel y Joe Shuster crearon a un emblemático personaje que cambiaría muchas cosas en nuestro mundo. Apareciendo en las páginas del número 1 de la revista Action Comics, Superman prácticamente inició la Edad de Oro de los comics de superhéroes, un subgénero que para la mayoría de la gente es sinónimo con el medio. De este modo, no solamente creó la asociación de los superhéroes con los comics (medio que ya tenía unos cuantos años de existir y que puede dar cabida a una gran variedad de géneros), sino que también marcó el inicio en la trayectoria de quizás el personaje de comics más icónico y fácilmente reconocible de todos los tiempos.

El héroe en cuestión no tardaría en trasladarse a otros medios. Para 1941 y 1942, los Estudios Fleischer crearon una serie de diecisiete cortometrajes animados dirigidos por Dave Fleischer mediante los cuales el último hijo de Krypton empezaría a darse a conocer a un público mayor. Los primeros nueve de esos cortos han sido recientemente restaurados y vale mucho la pena echarles un ojo. Pero en 1948, el primer Superman de carne y hueso llegaría a la pantalla de plata mediante un serial dirigido por Spencer Bennet y Thomas Carr, siendo Kirk Alyn el primer actor que diera vida al héroe. No obstante, unos pocos años más tarde George Reeves lo interpretaría en Superman and the Mole-Men (Lee Sholem, 1951), repitiendo el papel  tanto en la serie de televisión que se transmitiría de 1952 a 1958, así como en una serie de películas en 1954, convirtiéndose en la imagen definitiva del superhéroe y de su alter ego, Clark Kent.

Tras algunas otras aventuras animadas en los años 60, otro evento definitivo ocurriría con el estreno de la película Superman, dirigida por Richard Donner en 1978. Christopher Reeve (curiosa coincidencia de apellido) sería el nuevo actor que asumiera el rol del personaje titular, logrando hacer que, como rezaba el slogan de la película, creyéramos que un hombre podía volar. Dicha película nos contó el origen fatídico del personaje, único sobreviviente del planeta Krypton, que llegaría a la Tierra y sería criado por un par de granjeros en Kansas hasta crecer y convertirse en el héroe más poderoso del planeta, luchando por la verdad, la justicia y el “American way”, lo que sea que eso signifique. La película tuvo tres secuelas, en 1980, 1983 y 1987, pero a pesar del éxito de la primera, la calidad fue disminuyendo con cada entrega hasta que el público perdió todo interés. La tercera y cuarta películas tienen el dudoso privilegio de ser unas de las peores películas que quien escribe esto ha visto en su vida. La carrera de Superman continuaría en la televisión, manteniéndose relevante a través de distintas caricaturas y series, pero no volvería a la pantalla grande sino hasta ya entrado el Siglo XXI.

Superman Returns (Bryan Singer, 2006), fue un intento fallido por dar continuidad a las primeras dos películas de Donner (la segunda había sido iniciada por ese director, pero abandonó el proyecto por “diferencias creativas” y Richard Lester tomó su lugar). Mas ni Singer supo complacer al público ni Brandon Routh estuvo a la altura del fallecido Reeve. En 2013 se produjo Man of Steel (Zack Snyder), en mi opinión uno de los peores bodrios que existen, un insulto a la inteligencia y el resultado de tendencias equívocas y presiones legales. A saber, si Warner Bros. no producía y estrenaba una nueva película de Superman antes de cierta fecha, tendría que pagar una indemnización monetaria a los herederos de Siegel y Shuster por no estar explotando la propiedad intelectual y generando regalías para ellos. Entonces, a las carreras, eligieron a un director que había hecho un par de películas basadas en comics con cierto éxito comercial (300, basada en la novela gráfica de Frank Miller, en 2006 y Watchmen, adaptación del comic de Alan Moore y Dave Gibbons, en 2009). Para mi gusto, no podría haber un director menos adecuado. Queriendo replicar el éxito de las películas de Christopher Nolan sobre Batman (Batman Begins de 2005 y The Dark Knight de 2008), se le dio un tono oscuro y edgy a un personaje que debería ser todo lo contrario. Sale sobrando hablar de todo lo que vino después, incluyendo el llamado Snyderverse, parte de un fallido intento por emular el éxito del Marvel Cinematic Universe que culminó en el estreno del “Snyder Cut” de Justice League (2021) y la cancelación del DC Expanded Universe (aunque creo que nunca se llamó así oficialmente, ni ellos mismos sabían cómo se llamaba). Warner Bros, queriendo tomar un nuevo rumbo, contrató a James Gunn como el nuevo coordinador de su universo multimediático para dictar la nueva dirección en que se dirigirían futuras películas, series de televisión y caricaturas, siendo uno de sus primeros proyectos el escribir y dirigir una nueva versión de Superman.

Este cambio me preocupaba por varias razones. Me encanta James Gunn y he disfrutado todo lo que ha hecho (incluyendo su guion para Tromeo and Juliet (Lloyd Kaufman, 1996) para la Troma Entertainment, si no saben de qué estoy hablando, búsquenla), pero no pensaba que su estilo sería compatible con “Supes”. Desde su debut como director con Slither (2006) y luego su violenta sátira de los superhéroes en Super (2010), Gunn demostró ser un realizador más cercano al horror y la farsa. Temía que pasara algo similar a lo que ocurrió con Snyder cuyo acercamiento sombrío y duro no encajó con el último hijo de Krypton. El haber visto la serie animada Creature Commandos (2024) no hizo más que reforzar esta preocupación. Gunn se ha caracterizado por ser irreverente y soez, características que normalmente no van con Superman.

Mi otro temor era la aparente sobreabundancia de personajes en los avances. Vamos, me encantan las películas de superhéroes, pero ¿no podemos tener una película SÓLO de Superman? Afortunadamente, mis preocupaciones eran infundadas, pues Gunn supo exactamente cómo manejar las cosas. De hecho, usó a los otros personajes para dar voz a sus puntos de vista más anárquicos y caóticos, logrando conservar su voz autoral mientras que también nos otorgó una representación veraz del Hombre del Mañana.

El tono general de la película, así como algunas de las ideas en la misma, provienen de varias fuentes en los comics pero principalmente de la serie limitada All-Star Superman, escrita por el talentoso Grant Morrison e ilustrada por el igualmente genial Frank Quitely, publicada entre 2005 y 2008. Este comic de doce números pertenece a lo que algunos han llamado Neo-Silver, una tendencia en los comics de superhéroes de finales de los años 90 y principios del presente siglo que buscaba alejarse de la corriente de antihéroes violentos y depresivos de los 80 y recuperar la magia y el encanto de la Edad de Plata, que transcurrió desde finales de los 50 hasta aproximadamente mediados de los 70 y se caracterizaba por contar con tramas disparatadas e inventivas, aunque un tanto ridículas y absurdas para nuestra mirada contemporánea. De este modo, la etapa Neo-Silver vio surgir títulos como el Astro City de Kurt Busiek y Supreme, de Alan Moore, que recuperaron ese estilo de narrativa pero le infundieron una modernidad y sofisticación necesarias para hacerlos palatables a un público contemporáneo.

¿Cómo podemos crear un problema para uno de los seres más fuertes del mundo? Esa es la complicación que muchos escritores enfrentan al crear historias para Superman. La solución que Gunn encontró fue no darle un reto físico, sino uno existencial. Hacerlo dudar sobre lo que es él mismo, sacudir sus creencias y hacerlo cuestionarse sobre su papel en este mundo para poder volver a encontrarse a sí mismo. Y eso ni siquiera fue el resultado de las maquinaciones de su némesis, Lex Luthor, aunque hay muchas de ellas también. David Corenswet proporciona a Clark/Kal-El de mucho carisma y una personalidad con la que podemos identificarnos. Y tiene una química increíble con la Lois Lane de Rachel Brosnahan, salen chispas de la pantalla cuando ambos están en ella. Comunican muy bien el sentir de una relación que apenas comienza, en la cual todavía hay mucha vulnerabilidad para ambas partes. Nicholas Hoult también lo hace muy bien como Luthor, a ratos llega a ser exagerado y aporta algo del absurdo propio de la Edad de Plata que hace a la película encantadora, pero también representa una amenaza real y con motivaciones comprensibles, aún si son mezquinas.

Un aspecto que me resultó peculiarmente desconcertante fueron Jonathan y Martha Kent, los “pá y má” de Clark. Son representados un poco como personas sencillas e incluso ignorantes, tal vez incluso como hillbillies, pero imagino que es la visión de Gunn sobre los Estados Unidos. Después de todo, SON de Kansas, uno de los estados campesinos del llamado “cinturón del maíz”, justo en el centro del país. ¿Quizá todas las representaciones anteriores son las incorrectas?

Los miembros de la “Justice Gang” lucen todos muy bien y resaltan bastante, en particular Guy Gardner (Nathan Fillion) con su personalidad chocante y Mr. Terrific (Edi Gathegi) como el sujeto de la tecnología avanzada. Hawkgirl (Isabela Merced) es quien tiene menos tiempo en pantalla, y siento que un equipo de superhéroes con sólo tres miembros puede parecer extraño, pero me alegra que no hayan retacado la pantalla con más héroes. Sus métodos extremos y violentos recuerdan a los comics en que Superman enfrentó a un grupo de superhéroes británicos en la historia “What’s So Funny About Truth, Justice and the American Way”, que sería adaptada en la película animada Superman vs. The Elite (Michael Chang, 2012). También aparece Metamorpho (Anthony Carrigan) en un papel breve pero significativo y conmovedor. Pienso que hay una cantidad adecuada de personajes para mantenerlo todo balanceado e interesante sin volverse abrumador.

Por el lado de los villanos, María Gabriela de Faría interpreta a The Engineer, un personaje enigmático e inquietante con habilidades que revelan lo poco de humanidad que le queda. Luthor también cuenta con la fuerza descomunal de Ultraman, inspirado en un personaje de los comics que es básicamente un Superman malo y proviene ya sea de Tierra 3 o de un universo de antimateria, dependiendo la versión vigente, pero en la película su identidad se mantiene en secreto así que no la revelaré.

Respecto a la esencia de Superman, creo que está perfectamente mostrada. Sin arruinar nada, en algún punto da un discurso sobre lo que nos hace humanos y es muy atinado. La trama también incorpora aspectos geopolíticos, con el Hombre de Acero interviniendo en un conflicto armado entre dos naciones extranjeras lo cual desata una polémica a su alrededor. La cinta transmite un peculiar mensaje sobre “hacer lo correcto” que podría fácilmente ser malinterpretado (de nuevo, creo que son los Estados Unidos que Gunn quiere mostrar, para bien y para mal) y mientras que la política es extremadamente simplificada y casi caricaturesca, considero que fue una buena inclusión en una película de Superman, pues el personaje no es usualmente asociado con estos temas.

En verdad disfruté mucho viendo esta película y pienso que puede verse muchas veces sin volverse cansada. Si esto es un precedente de lo que vendrá por parte de James Gunn y el resto de sus colaboradores en las siguientes obras de este proyecto multimedia, estoy emocionado por descubrir lo que vendrá más adelante.


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