Me llevé una sorpresa con esta película. En un primer momento pensé que estaría frente a una historia de abuso por parte del señor Morales. En la primera escena, la esposa lo retrata como borracho y golpeador, además de que la vemos en cama y con aparentes “dolencias”.
No es hasta que la historia se va develando, que nos damos cuenta que en realidad no es un borracho empedernido y tampoco golpea a su mujer y entonces, como espectadores, comenzamos a indagar en la psicología de los personajes que evidentemente resulta más compleja que lo que aparentaban.
La trama se balancea entre el puritanismo extremo de la señora Morales y el desenfado de su marido, lo que hace evidente su incompatibilidad no solo en cuanto a su carácter, creencias, sino inclusive de manera carnal.
Filmada en blanco y negro, con una atmósfera opresiva en la que casi podemos oler los aromas del taxidermista (ah, olvidé comentar que el marido tiene esa curiosa profesión y que evidentemente será relevante para el desarrollo de la trama). Las tomas cerradas y las actuaciones teatrales suman al suspenso de la historia. Un punto interesante es que el guión es una adaptación literaria de la novela corta The Islington Mystery del escritor británico Arthur Machen.

Ahora, en la parte visual; la dirección de arte y la fotografía, a cargo de Eduardo Fitzgerald y Víctor Herrera respectivamente, utilizan la estética del film noir como los ángulos de cámara inusuales, el ambiente urbano, el uso del claroscuro dramático y las sombras profundas; todo esto a la par que el tratamiento de comedia negra, les permitió de una forma elegante y sutil, brincar las trabas de la censura de la época al hablar de ciertos puntos álgidos que de otra forma hubiera sido complejo abordar de forma directa.
Definitivamente la temática es innovadora al mezclar el asesinato con un tono macabro, la doble moral entre las costumbres impuestas, los temas religioso y las relaciones de pareja. La película es pues considerada una obra maestra del humor negro mexicano. Quedando evidente en el personaje secundario de una de las vecinas religiosas que sale al baño después de cada momento de nerviosismo (explicado por una reciente operación de vejiga de la que evidentemente queda mal).

Algunos datos curiosos son que la misma es contemporánea de la famosa Psicosis de Alfred Hitchcock, ambas estrenadas en 1960 y esto es una prueba evidente de la capacidad del cine nacional para abordar temas oscuros y psicológicos del mismo modo que el país vecino del norte. En realidad Rogelio A. González estaba adelantado a su época.
El film tiene varias escenas de taxidermia y es importante resaltar que éstas, contaron con la asesoría de Mario Aguilar Reed, un reconocido taxidermista mexicano que disecó más de 26,000 figuras. Dando así fidelidad al doctor Morales en las escenas más gráficas de la trama.
El único punto flojo es la relación con la dependiente de la tienda de cámaras, pues la llevan a un foco más relevante de lo necesario, para luego olvidarse de su figura.
Las actuaciones, por su parte, resaltan casi un estilo teatral y solemne, típico de la época. Que busca darle seriedad a lo retratado en cámara, por exagerado que parezca.
El final, sin spoilers, solo puedo decir que es sarcástico y una muestra total de humor negro. Los giros que se desarrollan, una muestra clara de que siempre lo importante será una buena historia y a ella se suman todos los demás elementos
Ficha técnica:
Fecha de estreno: 26 de mayo de 1960 (México)
Director: Rogelio A. González
Historia de: Arthur Machen
Guion: Luis Alcoriza, Arthur Machen
Duración: 1h 32m
Cinematografía: Víctor Herrera Piggott
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