JAPÓN: TEATRO Y CINE

Por Barbarella D´Acevedo

Japón es uno de los países dónde el cine ha logrado un carácter preeminente con obras legítimamente nacionales y en consonancia con la cultura del país. Muchos son los directores que han desarrollado modos de hacer de innegable madurez desde el punto de vista artístico y estilístico, en los discursos que tienen y en los modos de contar.

Tal vez uno de los más conocidos en occidente sea Akira Kurosawa (1910-1998) pero se añaden a la lista otros importantes nombres como Yasujiro Ozu (1903-1963), Kenji Mizoguchi (1898-1956), Mikio Naruse (1905- 1969), Shihei Imamura (1926-2006), Kaneto Shindo (1912-2012), Nagisa Oshima (1932), Takeshi Kitano (1947), Takashi Miike (1960), y Hayao Miyazaki (1941),

Por su parte el arte representacional en Japón se remonta a los inicios de la historia del país y alcanza esplendor en el siglo XIV en que nace el teatro nō, pero su impacto llega hasta el presente en que se conservan formas tradicionales junto a otras contemporáneas.

Tal vez podría resultar válido entender el teatro japonés desde su aproximación a determinadas obras cinematográficas. Más allá de que una película como Sayonara (1957) con la dirección de Joshua Logan pueda hacer un recorrido por modalidades, como el kabuki, bunraku e incluso por modalidades más recientes como las compañías de revistas femeninas de organización casi conventual —en la película ecibe el nombre de Matsubayashi pero resulta muy similar a la Takarazuka—, este se antoja demasiado externo, casi turístico. Es en el propio cine japonés donde se pueden encontrar obras que pueden servir para explicarse y entender distintas modalidades teatrales de Japón.

Así por ejemplo en una película como Cuentos de la luna pálida de Mizoguchi se pueden entrever relaciones con el nō y el kyōgen. Una famosa obra como Ran de Kurosawa manifiesta nexos con el kabuki mientras Cuentos de Tokio (1953) —Tokyo Monogatari— de Yazujiro Ozu presenta vínculos con obras de shingeki. Por otra parte, una película como Tetsuō dirigida por Shinya Tsukamoto en 1989, plantea algunos interesantes vínculos con el angura y el butō.

En Cuentos de la luna pálida (1953) o Ugetsu Monogatari se desarrollan dos tramas paralelas: una la historia de Genjurô se asocia al drama nō y la otra, de Miyagi, tiene nexos con el kyōgen, modalidad teatral que por demás tuvo un desarrollo paralelo al nō. Genjurô y Miyagi ambos son unos campesinos sin recursos que viven en el Japón del siglo XVI en medio de guerras civiles.

El ambicioso Genjurô olvida la guerra a su alrededor en la obsesión de ganar dinero con la venta de vasijas de cerámica. Deja a su suerte a su mujer e hijo. Llega a un mercado y una joven señora y su criada lo abordan invitándolo a entregar sus mercancías en el palacio de Kutsuki en las montañas, donde será pagado. La estructura de la historia es similar a la del nō donde un peregrino o sacerdote que recibe el nombre de waki llega a un lugar y es abordado por una persona desconocida, el shite, que luego puede resultar un ser de otro mundo y protagonista de acontecimientos pasados. Aquí Genjurô, cumple función de waki, solo que sin una procedencia religiosa; y se deja envolver en la historia de la mujer misteriosa. La bella dama que lo convoca sería el shite, así como la sirvienta de esta cumpliría el rol de shitezure o ayudante del shite. Finalmente Genjurô es guiado a la casa lejana por las dos mujeres. La joven se descubre como Wakasa, noble hija de Kutsuki Saemon. Genjurô es convidado a casarse con la señora y jurarle amor eterno.

En un momento dado Wakasa canta y baila como ocurre con el shite al final del primer acto del nō y es este un momento climático. Se oye un canto gutural que recuerda los cantos del coro en el nō al ritmo de tambores taiko. Wakasa revela que se trata de la voz de su padre muerto.

Genjurô en la ciudad intenta hacer compras, pero el vendedor se asusta cuando este le dice que viene del palacio Kutsuki. Un monje lo encuentra y le dice que se encuentra marcado por la muerte, que regrese a su mujer y su hijo ya que la noble señora es un fantasma. Wakasa se niega a dejar ir a Genjurô pero percibe que su cuerpo está escrito con rezos budistas que lo protegen. La criada narra que la joven dejó su vida sin experimentar la dulzura del amor y por eso ambas han regresado como fantasmas. Genjurô logra conjurar a ambas y devolverlas al mundo espiritual. Cuando despierta, ve las ruinas del palacio familiar y se da cuenta de que todo cuánto vivió antes fue una ensoñación, consecuencia de la intromisión del fantasma en el mundo de los vivos. La historia, como buena parte del teatro nō, acontece en una suerte de “dimensión otra”, de fantasmas y criaturas incomprensibles, de otro mundo.

Incluso por momentos, la arquitectura del palacio recuerda al escenario del nō, con una galería lateral techada, que podría ser identificada con el hashigakari —puente— del nō, por dónde se desplazan los personajes que parecen espectrales.

Las historias de fantasmas en el filme si bien tienen un dejo irreal se aceptan con naturalidad. Esto responde al espíritu de muchas obras nō y también de kabuki dónde el mundo de los espíritus se presenta como algo vívido. También tienen que ver con el impacto cultural que el mundo espiritual tiene en la nación japonesa desde la religiosidad sintoísta.

La otra historia que se cuenta en Cuentos de la luna pálida es la del ambicioso Miyagi un marido que aspira por sobre todo a ser samurái y cuya mujer, Ohama, luego de ser violada termina convertida en una prostituta y quiere ofrecerse al que fuera su esposo para castigarlo. Esta historia parece salida directamente del kyōgen, modalidad que surgió y se desarrolló también a partir del siglo XIV de forma paralela al nō. El kyōgen a diferencia del más espiritual teatro nō aparece en el escenario de un mundo muy concreto de sirvientes, señores feudales, y esposos en busca de aventuras. Cuenta con textos con críticas sociales, satiriza los vicios, y ofrece una lección moral; todos estos elementos se pueden observar en el filme mencionado. El tono en que se cuenta la trágica historia de Miyagi y su esposa no es del todo trágico, así como no lo es el torpe personaje que protagoniza esta trama, de naturaleza desmedida y hasta cierto punto caricaturesca. No obstante como en el kyōgen el propósito no es provocar risa a toda costa sino brindar la posibilidad de reflexionar.

Ran (1985) de Akira Kurosawa es por su parte una película que se podría decir tiene, como otras obras del mismo director, vínculos formales con la teatralidad del kabuki. El kabuki, nacido bajo el régimen Tokugawa (1603-1868), aún cuando pueda contar una historia de modo más realista que el nō, no promueve la identificación pues presenta elementos distanciantes como pueden ser determinados maquillajes y a veces tiene un espíritu barroco que se centra en la creación de atmósferas. En las obras de Kurosawa sabemos que esa no se trata de la realidad sino de una reconstrucción. La horizontalidad y apertura de una imagen panorámica recuerda el escenario alargado del kabuki. Y los vestuarios son ricos y de gran colorido, como en la modalidad escénica; de hecho cada hermano y el ejército que comanda se identifica con un color. Por otra parte, el maquillaje en el viejo no es totalmente realista. Las escenas multitudinarias de batallas en Ran recuerda también la espectacularidad del kabuki, que no escatima personajes en escena. Si bien en la película no aparece onnagata —actor que interpreta roles femeninos— debido quizá a que está destinada a un público más amplio que el japonés, se juega con el género en el personaje del bufón, algo que es por demás muy teatral.

Cuentos de Tokio (1953) de Yasujiro Ozu es una película de corte realista que narra el desprecio por parte de sus hijos de unos padres ancianos residentes de Onomichi que los visitan en Tokio. Podrían entreverse los vínculos de este filme con la tradición shingeki surgida a inicios del siglo XX como un tipo de representación occidentalizada. El shingeki a su vez tuvo como antecedente el shimpa, nueva escuela de drama desarrollada después de la Restauración Meiji, una forma que reintrodujo a la mujer en escena, occidentalizó estilos, y se centró en el drama hablado, pero que a veces quedó solo como instrumento de propaganda política contra el régimen conservador. Shingeki propició el desarrollo de una literatura dramática japonesa y tuvo un desarrollo abocado al realismo también psicologista en escena. Cuentos de Tokio introduce la mirada en las casas de estos hijos de Tokio a los que sus padres parecieran estorbar y analiza los pormenores de las pequeñas historias de vida que involucran a unos y otros. Solo la nuera, esposa de un hijo muerto en la guerra los atiende con cariño y comparte con ellos lo poco que posee. Esta película contó con guion del propio Yasujirō Ozu y Kōgo Noda y si bien muestra sus nexos con una tradición occidental naturalista no deja de evocar un espíritu casi budista, especialmente en su final, dónde la vida continúa a pesar de la muerte de la anciana protagonista.

La obra fílmica de Shinya Tsukamoto, Tetsuō (1989) podría, en un paralelismo con modalidades teatrales, ser identificada con el angura, movimiento teatral underground y se desarrolla a partir de los años sesenta. Fue resultado de una explícita protesta juvenil antiamericana y contracultural y tuvo puntos de contacto con la vanguardia teatral radical en el Nueva York de esos años. Los artistas tenían el interés de dejar a la audiencia en shock, y podían, con el angura, proveer experiencias de alucinación visual y sonora. En Tetsuō se narra la historia de un hombre que va perdiendo su humanidad al convertirse en metal.

En la secuela de Tetsuō en la que un hombre se convierte en pistola, Tsukamoto utilizó una toma de 43 segundos sobre biología, la mujer y el espacio. Una técnica que utilizó Abel Gance en 1923. Mil imágenes para mostrar la paulatina descomposición de las células humanas.(1)

Son interesantes y a la vez chocantes estas escenas punk, con tomas fragmentadas, experimentales, donde el “cómo se cuenta” se impone sobre el “qué se cuenta”. Quiere conmocionar al espectador como el angura y lo logra.

Ya se trate de películas que recuerden obras del nō, el kabuki, shingeki o angura todas estas piezas fílmicas logran instalarse por derecho propio en el imaginario colectivo. Este recorrido poco convencional por hitos del cine japonés, en su relación con modalidades teatrales, pretende alejarse de caminos ortodoxos; tampoco busca promover etiquetas. Más bien pretende ayudar al entendimiento de modalidades escénicas y por qué no, provocar la mirada de cualquier espectador potencial.

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(1) Mark Cousins: “1990 – 1998: The Last Days of Celluloid Before the Coming of Digital” En The Story of Film: An Odyssey.

Barbarella D´Acevedo (La Habana, Cuba, 1985). Escritora. Profesora y editora. Teatróloga, graduada del ISA y del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso. Ha obtenido múltiples galardones, entre ellos: Premio de la Ciudad de Holguín en Narrativa (2022), Hermanos Loynaz en Literatura infantil (2021), XIX Certamen de Poesía Paco Mollá 2020 (España), La Gaveta (2020), Bustos Domecq (2020), y Beca de creación El reino de este mundo por el disco de poesía Discurso de Eva (PM records). Ha publicado entre otros: Músicos Ambulantes (2021), El triunfo de Eros (2022) y Blanco y azul (2022) con Editorial Primigenios (Miami), Basilio y el deseo (DMcPherson Editorial, Panamá, 2022), Érebo (Aguaclara Libros, España, 2022), El triunfo de Eros (Editorial Ácana, 2022), Habana pulp mission (Ediciones Solaris, Uruguay, 2022), Los sufrimientos del joven Bela (El Faro Editores, 2022), Marea roja (Ediciones Arroyo, Argentina, 2022), Tren para Salinger (Ediciones Loynaz, 2022), La casa, el mundo y el desierto (Ediciones Hurón Azul, España, 2023), y Marea roja (Ediciones Enlaces, Chile, 2024). Su obra ha sido editada asimismo en diversas antologías a lo largo del mundo. Cultiva disímiles géneros: novela, cuento, poesía, literatura fantástica, literatura erótica, periodismo, crítica, teatro, literatura para niños y jóvenes. Ha sido traducida al francés, al inglés y al esloveno. Es considerada una de las voces jóvenes importantes en la Cuba actual.


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