Por José Miguel Gándara Carretero.
La noche que canta sus canciones (2004) es una película dirigida por Romuald Karmakar y que hemos podido visionar en el marco del ciclo dedicado al cine alemán en la Seminci.

Pero, antes de nada, hagamos una breve reseña biográfica de este desconocido cineasta para el público español, habituado a otro tipo de cinematografïas.
Nació en Wiesbaden en 1965. Con apenas veinte años rodó en Super 8 su primer largo, Eine Freundschaft in Deutschland. En 1995 su película El fabricante de la muerte le valió la Copa Volpi al mejor actor a Götz George en el Festival de Venecia. Con Das Himmler Projekt (2000) conquistó el premio Adolf Grimme y ese mismo año se alzó con el Leopardo de Plata en el Festival de Locarno gracias a ‘Manila’. En 2004 compitió en Berlín con Die Nacht singt ihre Lieder y un año después recibió una mención especial en Locarno por su documental musical Between the Devil and the Wide Blue Sea.

En el distrito Mitte de Berlín vive una joven pareja compuesta por un escritor fracasado y con acusados rasgos agorafóbicos y una mujer hastiada de la vida conyugal y ansiosa de salir a la calle para descubrir la vida social berlinesa.
Les confieso que, casualmente, días atrás había leído La historia psicológica del cine alemán. Desde Caligari a Hitler, ya que siempre me subyugó la profundidad psicológica del cine teutónico. Pues bien, esta película, La noche canta sus canciones, no me decepcionó en ese aspecto, la teatralidad de los actores, su, en ocasiones, desesperante hieratismo, la caracterización emocional de cada uno de los personajes, esos inquietantes primeros planos, todo me retrotrae a la historia y tradición del cine alemán, a sus arquetipo, a sus mitos fundantes, desde Caligari a Mabuse.

Por otra parte, la historia que se cuenta en la película es el relato de la terrible crisis relacional entre los individuos del mundo moderno, una crisis que abarca todas las tipologías o formas posibles que los seres humanos tenemos de relacionarnos y que, como diría el gran sociólogo francés Bauman, están presas de lo líquido, de la incertidumbre más absoluta.
Sirve esta película para mirarnos en un espejo de 24 fotogramas por segundo, y donde se refleja nuestra propia imagen apenas deformada.
José Miguel Gándara Carretero es poeta y redactor. Autor de los libros Transido de un abismo, La poliantea de los sentidos, Crónicas claudinas y Los senderos de la Trapa. Colaborador habitual en aldescubierto.org, Nueva Revolución y Kinemabooks.
Descubre más desde Kinema Books
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

Debe estar conectado para enviar un comentario.