¿Qué es el inconsciente? Ante todo podríamos decir que es un enigma que Freud presentó como un fenómeno mental que básicamente reúne las manifestaciones racionales y emocionales reprimidas que están codificadas en símbolos, fenómeno que posteriormente sería concebido por su discípulo Carl Gustav Jung como «la matriz del espíritu humano y de sus invenciones». De modo que sin haber sido descifrado del todo, ha dado lugar a la especulación y teorías que han pretendido explicarlo principalmente en base a estudios del simbolismo y de la naturaleza de la mente. Y como todo fenómeno que cause una reacción en el espíritu humano, han surgido propuestas artísticas que se han nutrido de este tema y análogamente del contenido de los sueños, ya que éstos también comparten su naturaleza intangible y simbólica con exponentes artísticos que son identificables en la corriente del surrealismo.
Dando paso entre sus diversas representaciones al formato cinematográfico con el largometraje del 2000 titulado La célula en Latinoamérica o The cell para el público angloparlante, que nos extiende una invitación para adentrarnos a las “profundidades” del inconsciente. Esto es presentado como un medio orgánico propenso a verse afectado e influir en el visitante por las acciones que se realizan allí, ofreciendo la posibilidad de conocer los secretos mejor guardados de las personas.
Esta producción aún sin ser la primera de su tipo y a pesar de sus carencias y vicios, aprovecha los recursos fantásticos del inconsciente para presentarnos un esbozo estimulante fundado en el psicoanálisis freudiano, por lo que se pretende en este ensayo explorar su lenguaje de manera global y ahondar un poco en su semiótica.
Es menester comenzar por definir un poco más los conceptos de símbolo e inconsciente, éste último en especial según el desarrollo de Jung ya que su concepción es más rica e integrante con la semiótica y simbolismo tradicional, por lo que se adecúa mejor a los fines de éste análisis. De modo que el inconsciente es reconocido por él como la ubicación de todas las formas dinámicas que dan origen a los símbolos, mismos que trascienden al mundo físico para revelar parcialmente verdades profundas, según el supuesto de Wirth. Sin embargo y debido a este origen, sabemos que la lógica de los símbolos no tiende a ser obvia, aunque según señaló el gran psicólogo suizo Jean Piaget, existe una coherencia funcional en el pensamiento simbólico cuyo fundamento está basado, según Chevalier, en las relaciones que tiene el símbolo.
Este último se ve conformado por una constancia esencial que se modifica externamente por la relatividad que sus relaciones producen, siendo así que podemos definir al símbolo como un conjunto constante que sintetiza dinámicamente las relaciones entre varios términos, cuya constancia está presente en la historia de las religiones, de las sociedades y el psiquismo individual, mientras que su dinamismo depende del contexto cultural, temporal e incluso personal debido al matiz particular que adquiere toda interpretación privada. Todo esto constatado por el célebre estudioso del pensamiento religioso Mircea Elliade, quien señala que dicha confirmación se encuentra no solo “en el simbolismo mágico-religioso, sino también en el simbolismo manifestado por la actividad subconsciente y trascendente del hombre”.

*Las aguas como símbolo del inconsciente:
En base a lo anterior podemos abordar mejor el análisis del largometraje, cuyo plano de acción principal es el inconsciente del asesino Stargher, quien poco antes de ser intercedido por el FBI sufre una crisis psíquica que lo confina a un estado catatónico. Esto sin que haya mayor posibilidad de hacerlo partícipe consciente en la investigación para el rescate de su último secuestro, por lo que la trabajadora social a cargo de la terapia de inmersión psíquica interactúa no sólo con los escenarios dentro de la mente de este asesino y lo que va encontrando en ellos, sino con las distintas representaciones del asesino que evocan a los tres diferentes niveles de consciencia propuestos en la teoría de Freud: el yo, el super yo y el ello. Donde el super yo, que es el más puro y participativo, se representa con el niño Stargher, mientras que el yo es presentado como el asesino actual, quien aún lleno de desconfianza y algo de confusión también se presta hasta cierto punto tras la reflexión por arrepentimiento, mismo que eventualmente dará paso a la aparición del ello egocéntrico, impulsivo y dominante que es representado de forma variable y fundada aparentemente en las emociones dominantes que despierta la presencia de la terapeuta.
Como consecuencia de éstos diferentes tipos de interacción, ella se expone cada vez más al peligro de perder contacto total con la realidad objetiva y de ser asimilada al reinado del ello con consecuencias físicas, puesto que ninguna de éstas facetas psíquicas está aislada la una de la otra aunque cada una tiene sus motivaciones particulares; posteriormente la terapeuta es rescatada por el detective del FBI encargado de la operación, con la suerte de que el esfuerzo se ve retribuido con la revelación de la pista necesaria por el niño super yo del asesino. Hecho que en el regreso al mundo real permitirá ir llevando la resolución simultanea del rescate de ahogo de la víctima por el detective y su equipo, junto con el desenlace de la vida del asesino entre las aguas del inconsciente por intervención redentora de la terapeuta.
Ahora bien, hay un solo elemento que al encontrarse presente en cada uno de los escenarios del inconsciente así como en aquellos planos físicos relacionados con las víctimas, sirve como hilo conductor simbólico y además como una adecuada representación simbólica del inconsciente, debido a su concordancia con la visión tradicional de las aguas primigenias e informes que contienen toda potencialidad en sí mismas. Por lo que dicho elemento se manifiesta en distintos grados de profundidad del agua, que debe ser entendida como principio y fin de todas las cosas en la Tierra, como medio de purificación y de regeneración.
La representación más relevante de éste elemento es como transición entre los niveles de consciencia, donde el grado inicial y que parte del mundo físico comienza con la tensión superficial del agua, presente en la emulación que logra la suspensión de los trajes de la terapia de inmersión psíquica, que será el preámbulo a una zambullida en un mundo interior ajeno y potencialmente peligroso, mismo que de manera análoga, fue presentado inicialmente con el fetiche de suspensión corporal del asesino que raya en lo morboso.
A un grado posterior y aun en nivel físico, corresponde la causa de trauma del asesino que eventualmente ocasionó su catatonia, un tipo de esquizofrenia ficticio disparado por su agresivo bautismo en el río que amenazó con quitarle la vida, suceso que habría de ser recreado artificialmente por la celda con llenado de agua automatizado en la que tortura y asesina a sus víctimas.
En el siguiente nivel que se sitúa a nivel mental, el líquido vital funciona principalmente a modo de elemento de transición de una mente a otra, y posteriormente como medio de purificación en el cierre del ciclo de vida del asesino ya emancipado. Finalmente, el agua juega un papel de regeneración con la vuelta a la terapia del paciente infantil que al inicio de la película estaba estancada, esta vez con la incorporación de elementos que la terapeuta aporta indicando un regreso a la consciencia con el bote de juguete sobre un árbol rodeado de telas azules que en medio del escenario desierto del inconsciente del niño, promete una vuelta a la vida.

*El inconsciente y los procesos cerebrales (hemisferios del cerebro):
Otros elementos activos que cabe destacar debido a la analogía que presentan con los procesos psíquicos, son los métodos empleados para la resolución del conflicto aplicados por la trabajadora social y el agente del FBI, mismos que aun siendo distintos demostraron ser complementarios del modo en que lo son los hemisferios del cerebro: con el izquierdo análogo al carácter metódico y objetivo del agente, en contraste con el flexible y más subjetivo del hemisferio derecho que se corresponde con la terapeuta. Incluso cabe mencionar la reacción que el ello tiene con cada uno de éstos, siendo el hemisferio izquierdo que representa el detective, torturado en confrontación al ello mientras que el hemisferio derecho que representa la terapeuta, es apresado por el ello como aspecto emotivo.
*El hombre y el símbolo:
Por último, creo conveniente cerrar con una reflexión sobre la relación dinámica entre el ser humano y el símbolo, que resulta en un ser humano que Cassirer define como animal symbolicum. Esto debido a la necesidad instintiva que tenemos como seres pensantes de relacionarnos con nuestro medio a través de nuestros sentidos para «darle forma y sentido» al mundo que nos rodea, algo posible gracias a las formas simbólicas presentes en todos los lenguajes que utilizamos, donde destacan especialmente: el mito, por su proceder tradicional que aporta la base de la cosmovisión religiosa y arquetípica, el arte por su función de discurso que une la intuición y el intelecto, y la ciencia, que al proveernos de principios para interpretar la realidad de modo matemático nos permite servirnos de los fenómenos de ésta. Es así como gradualmente hemos podido adquirir un dominio de distintas partes de la realidad, que nos sirven de base para crear un mundo propio que se transforma y que al igual que nuestro inconsciente, está vivo.
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