Especial : Ariel 2025

Tras varias décadas realizándose en CDMX y un par de veces en Guadalajara, la 67a edición de los Premios Ariel llega a Puerto Vallarta, Jalisco, el próximo sábado 20 de septiembre de 2025. En Revista Kinema Books, escribimos sobre algunas de las nominadas, tremendas joyas que seguramente, se llevarán varios galardones.

Sujo (2024) – Astrid Rondero, Fernanda Valadez

Por Rocío López.

Con 13 nominaciones a los Premios Ariel, otorgados por la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC), destacando en las categorías de Mejor Película y Mejor Dirección, Sujo: Hijo de Sicario (2024), dirigida por Astrid Rondero y Fernanda Valadez, es un filme sobre las secuelas de la violencia en México, desde la perspectiva de las infancias que viven de cerca esta terrible situación.

El largometraje arranca contando la historia de “El Ocho”, un sicario originario de una zona rural en Michoacán que, debido al repentino fallecimiento de su esposa, se hace cargo de su único hijo llamado Sujo (Juan Jesús Varela). Sin embargo, el narcotraficante es asesinado, por lo que el niño de 4 años es resguardado por Nemesia (Yadira Pérez), una tía que vive en medio del bosque. Sujo crece en compañía de sus primos Jai (Alexis Varela) y Jeremy (Jairo Hernández), pero cuando son adolescentes, se ven involucrados con el crimen organizado, por lo que Sujo huye a la Ciudad de México donde conoce a Susana (Sandra Lorenzano), una maestra que imparte clases en la UNAM y quien le brinda su ayuda para sobresalir y dejar el pasado atrás

Sujo: Hijo de Sicario está dividida en cuatro capítulos y se toma el tiempo para desmenuzar la historia que pese a tocar un tema que puede ser explotado por la morbosidad, la gran dupla de Rondero y Valadez, quienes anteriormente ya había trabajado juntas en Sin Señas Particulares (2020),optan por una mirada más sensible, en el que los personajes femeninos son las verdaderas heroínas y por lo que son candidatas a llevarse el Ariel a Mejor Guion Original   

Otro gran acierto, es la elección del elenco, resaltando a Valera como protagonista, ya que entrega una actuación verosímil y no es ninguna sorpresa que sea considerado en la categoría de Mejor Actor. Así mismo, la impecable fotografía de Ximena Amann recibe su propia nominación. Cabe destacar que Sujo: Hijo de Sicario es la primera película mexicana en ser acreedora a el Premio del Jurado en el Festival de Sundance 2024.

El film de las cineastas mexicanas es una producción imperdible, ya que muestra una realidad desde una perspectiva distinta e invita a la reflexión sobre un mensaje esperanzador y contundente acerca de que, si bien no podemos elegir de dónde venimos, podemos elegir hacia dónde vamos.


La Cocina (2024) – Alonso Ruizpalacios

Por Jair Ponce.

Alonso Ruizpalacios presenta en esta nueva cinta elementos de sus anteriores trabajos, pero reconfigura algunas de sus interpretaciones, técnicas e intereses para enfocarlos en una narrativa igual de acelerada y pujante que las anteriores, pero con esteroides. Adaptando la obra teatral homónima de Arnold Wesker, Ruizpalacios transforma, usando la forma cinematográfica, la narrativa, volviéndola un vals y una orquesta chocando pero siempre con una dirección clara, haciendo ver todo como un desastre armónico, que  exige al espectador y es todo menos complaciente.

Hay, dentro de los elementos que se reconfiguran, unos que resaltan sobre los demás, quizá el más evidente y algunos colegas le llaman efectismo, la película está filmada casi en su totalidad en inglés con partes en español muy puntuales y a veces exageradas. Este elemento es justificado por la naturaleza de la película, una cocina en la que los migrantes son la fuerza de trabajo pero también son la representación de una sociedad en la que las culturas se entremezclan pero luchan entre sí por un lugar en el que poder habitar.

Ruizpalacios hace una alegoría clara sobre la sociedad estadounidense, migrantes que luchan por vidas dignas, dueños que buscan el beneficio por sobre todo, un pretexto narrativo, el macguffin que desata el conflicto, como no podía ser de otra manera, es el supuesto robo de dinero a una de las cajas por parte de uno de los cocineros, sin importar las circunstancias, los conflictos que hay dentro de la propia cocina, lo que más importa en ese momento, es el dinero robado, es el beneficio por sobre todo acto de dignidad humana, llegando incluso a tener que nadar en refresco de cereza mientras todo alrededor colapsa.

La cocina funciona sobre todo en los momentos en los que descansa, en los que se toma el momento para dialogar, presentar a los personajes de forma más profunda, en la que se conoce sus vidas, sus ambiciones y lo que buscan en sus vidas repletas de conflictos en una sociedad que les repite constantemente que son invasores y que no pertenecen ahí. El dibujo exagerado de alguna situaciones se siente justificado cuando llega el momento de explicar porque esa cocina en particular, es la cocina que representa todo, va más allá de la comida, del servicio y del status quo, la cocina es el mundo y el mundo parece, cada vez más, una caricatura de sí mismo.


Un actor malo (2023) – Jorge Cuchí

Por Bardo Gabriel Martínez.

¿Qué pasa cuando se intenta realizar un producto audiovisual con los temas más populares o sonados en redes sociales? En la mayoría de las ocasiones los resultados son fallidos o simplemente cómicos por su intento desesperado de mantenerse al día. En México tenemos un ejemplo muy claro de esto: La Rosa de Guadalupe. Famoso programa que por su bajísima calidad visual y narrativa termina siendo objeto de innumerable cantidad de memes y críticas por la ligereza con que trata muchos temas complicados.

Como espectadores o críticos de cine, surge una pregunta esencial: ¿cómo abordar estos temas sin que el resultado sea superficial u oportunista? Ahí, a mi parecer, es donde entra el trabajo del director mexicano Jorge Cuchi.

En 2020 se estrenó su ópera prima: 50 (o dos ballenas se encuentran en la playa), una cinta que narra la relación entre dos adolescentes que se conocen jugando el desafío de “La Ballena Azul”, una tendencia que se popularizó entre jóvenes mexicanos en 2017. Solo con observar la distancia temporal entre el fenómeno y la película, se percibe una madurez en su tratamiento, un alejamiento deliberado de la inmediatez para permitir el desarrollo de una propuesta narrativa y estética más profunda. Esta visión se consolida aún más en su siguiente película: Un Actor Malo.

Nominada al Ariel en cinco categorías (Mejor Película, Actor, Actriz, Guion y Edición), Un Actor Malo mantiene el enfoque característico de Cuchi: aborda temáticas delicadas como el abuso sexual, la violencia mediática y la cultura de la cancelación, no desde el morbo o el sensacionalismo, sino desde una perspectiva crítica que examina las implicaciones éticas, sociales y emocionales de dichos fenómenos. La película no se limita a mostrar el evento traumático, sino que explora sus consecuencias desde múltiples ángulos: la víctima, el victimario, los medios y el juicio social.

Aunque ha recibido críticas por su final, considerado polémico por algunos, la cinta destaca por la solidez de sus interpretaciones. Fiona Palomo y Alfonso Dosal sostienen con firmeza el peso emocional de la historia, sobre cuyos hombros recae el ritmo de los acontecimientos. Todo esto bajo la dirección de Jorge Cuchi, quien logra mantener una tensión constante y una atmósfera asfixiante que refuerza el drama hasta su desenlace.


Casi el Paraíso (2024) – Edgar San Juan

Por Armando Navarro.

A mediados de la década de los 50, el escritor y periodista mexicano Luis Spota publica su novela número nueve: Casi el paraíso (Planeta, 1956), donde se narran las vicisitudes de Ugo Conti, el estafador italiano que atraviesa una infancia miserable y divisa la oportunidad de acomodarse en las altas esferas de la sociedad mexicana.

El libro se convirtió en uno de los primeros best-seller en la literatura nacional y consagró a su autor como novelista, una voz que siempre escudriñó en los recovecos de la vida urbana de un México que se modernizaba.

Casi el paraíso profundizaba en la deslealtad de los hijos de la revolución, un adefesio burgués que no dejaba de traicionar y robar, provocando que los anhelos de igualdad fueran inalcanzables. 70 años después, las cosas no han cambiado, con una sociedad que no termina de erradicar la corrupción y el abuso del poder.

El director y guionista mexicano Edgar San Juan, adapta en su ópera prima la novela de Luis Spota y consigue dos logros: uno, actualizar el discurso a la turbulenta época actual en un ejercicio fílmico práctico, y dos, el redescubrimiento de un gran autor literario para las nuevas generaciones.

El ambicioso conde Ugo Conti (Andrea Arcangeli), escapa de su amante en turno cuando localiza una oportunidad de incrustarse en la alta burguesía mexicana, conquistando a Teresa Rondia (Karol Sevilla), la hija de una poderoso político (Miguel Rodarte). Todo va de maravilla hasta que Ugo se encuentra con la hermosa Frida (Esmeralda Pimentel), un amor del pasado que representa todo lo que ha dejado atrás, al punto de no reconocerse a sí mismo.

Cuando se descubran los antecedentes miserables del supuesto aristócrata, será demasiado tarde. Las consecuencias de la codicia insaciable revelan el lado oscuro de la condición humana, en un camino sin retorno.

Casi el paraíso es cine ameno que supura calidad, una producción que demuestra las virtudes de un buen séptimo arte nacional, con locaciones exuberantes (atención a la fotografía del maestro Alejandro Cantú), gran cast y música a la altura de cualquier filme extranjero.

Pero sobre todo, el mayor acierto está en la escritura del guion, obra de Juan Curi, Hipatia Argüero y el propio Edgar San Juan, flamantes nominados en la próxima entrega del Ariel 2025, en la categoría de Mejor Guion Adaptado. La dinámica narrativa va del presente al pasado hasta confrontar las dos versiones del protagonista Conti, hilvanando las contradicciones de un personaje que irradia simpatía pero esconde las cicatrices del rencor que lo carcome.

Edgar San Juan se distingue como un director efectivo (amalgamando entretenimiento y calidad), al que se le debe seguir la pista; anteriormente, había trabajado en los guiones de Norteado (2009) y Mal de Ojo (2023), cintas igualmente relevantes. Casi el paraíso trasciende por su mirada incisiva sobre la hipocresía de las apariencias en la era Instagram, recordando que nada es lo que parece y que obtener lo que se desea no siempre es un triunfo.


Pedro Páramo (2024) – Rodrigo Prieto

Por Saúl Araujo

Es una de las obras más importantes de la literatura latinoamericana, uno de los pilares de Juan Rulfo, y un estandarte orgulloso de las obras mexicanas, ese peso cultural basta para que cualquier adaptación exija una valoración cuidadosa y una comparación atenta con su material original.

¿Cómo es que todo un pueblo termina en el olvido por la obra de un solo hombre? ¿Cómo es que un apellido termina por quitarle el color a la vida a través del dolor? Con 15 nominaciones en la gala del Ariel 2025, la historia de Rulfo no pasa desapercibida para la academia mexicana. Sin embargo, al igual que su texto fuente, la película llega desapegada del público general. Y aunque la versión de Rodrigo Prieto ofrece una visión apasionada y respetuosa del material, todavía falta tiempo —y ritmo— para lograr que toda su ambición aterrice por completo.

La adaptación cumple con trazar tanto la presentación como el desarrollo de los personajes en un camino enrevesado, pero conciso, que da lo necesario justo cuando lo requiere. Prieto no pierde en la puesta en escena esa composición fotográfica que lo caracteriza: no hay tomas planas o banales, la cámara siempre encuentra su lugar entre los actores. Las actuaciones, por su parte, no te sacan nunca de la inmersión del desértico Comala ni del fulgor apagado de lo que fue.

El debut de Rodrigo Prieto como director es relevante en sí mismo. Uno de los fotógrafos más reconocidos del cine mundial —colaborador frecuente de Scorsese, Iñárritu y Ang Lee— decide comenzar su carrera como narrador con una de las obras más inadaptables de la lengua española. Y en vez de suavizar el reto, lo afronta de lleno: respetando su estructura fragmentada, su mezcla de vivos y muertos, su lenguaje más espiritual que literal. El resultado no es perfecto, pero sí valiente.

Que la película haya sido tan reconocida por la Academia habla también del tipo de cine que se desea valorar desde lo institucional. En una industria nacional marcada por la comedia comercial y la producción exprés, Pedro Páramo aparece como un recordatorio: el cine mexicano también puede ser memoria, ambición, poesía.

Aun así, no hay que perder de vista su mayor riesgo: adaptar a Rulfo no es solo un acto cultural, es también político. Porque Comala es una tierra vacía por las decisiones de un solo hombre. Un territorio que se seca no solo por el clima, sino por el abandono y el poder.

Pedro Páramo no es una película sencilla ni pretende serlo. Pero ahí radica su fuerza: en atreverse a evocar, desde el cine, los ecos de un país que aún no ha sabido escuchar a sus muertos. Personalmente dudo que enamore a la mayoría, sean fanáticos de la historia o no, pero sin dudarlo es una traducción de las letras que no solo está hecha con cuidado, si no que busca tener su propia esencia, aun cuando a consideración mía, aún le falte una chispa.


No nos moverán (2024) – Pierre Saint Martin Castellanos

Por Fernanda Rojas

“Y por ahí andamos cargando los fantasmas de nuestros muertos,

lo fantasmas de nuestros escasos traidores, los fantasmas de nuestros suicidas”

68, Paco Ignacio Taibo II

La ópera prima de Pierre-Saint Martin brilla con diez nominaciones en la próxima entrega 67 de los premios Ariel, entre ellas en la categoría de Mejor Película,  Mejor Guión Original y Mejor dirección Con una historia bien sintetizada e imágenes que se mueven entre claroscuros. No nos moverán resalta por su capacidad de traer de vuelta una de las heridas más profundas del México contemporáneo: la masacre estudiantil del 68, un suceso que marcó un precedente y llevó -entre otros- a la construcción del imaginario colectivo de resistencia estudiantil y al mismo tiempo dejó claras, de forma violenta y cínica, las consecuencias de la política más burda y sucia que incluso hoy día existe.

Si bien tenemos ya una filmografía basta sobre aquel hecho que van desde las recopilaciones de primera mano de El grito (1968), los testimonios de Tlatelolco, verano del 68 (2013), algunas ficciones como Borrar la memoria (2010), Rojo Amanecer (1989) o incluso Los parecidos (2015), que muestran sus daños colaterales durante y después de aquel acontecimiento, No nos moverán hace lo propio haciendo su retrato de una forma original: mostrando aquellas heridas desde el punto de vista de alguien a quien le arrebataron a su familia, de quien se queda, de aquel que sufre, de aquel que vive una vida marcada por la tragedia, el dolor y la frustración.

Es así como conocemos a Rosario, una abogada solitaria que busca por todas las vías vengar la muerte de su hermano quien fue asesinado en aquella tarde. Agotando todos sus recursos -en un sistema que de por sí es corrupto- logra dar con el contacto del militar que lo mató y emprende un plan macabro para tomar justicia por su propia mano. Con un humor negro y un fiel escudero a la casi al estilo de Sancho Panza llamado Siddartha (quien le debe fidelidad y más aun, la libertad) nos hace un viaje introspectivo de alguien que ha vivido toda su vida sufriendo los estragos de un sistema que arrebató miles de vidas y que incluso hoy día no se resigna a esclarecer aquellos hechos. Así, en un contexto como este, las preguntas sobre la posibilidad de “seguir adelante” sin hablar de la verdad siguen vigentes y si hay algo que nos debe quedar claro es que los estragos se viven de formas diversas en especial cuando parece que no hay justicia que se pueda obtener en un país que mata, que tortura y desaparece personas. El retrato de una de tantas de ellas se nos regala en un filme como este, con aciertos no sólo en el sentido estético sino también narrativo.

No nos moverán llega a salas de cines este 24 de Julio y si buscas pasar un rato irónicamente divertido haciendo al mismo tiempo una reflexión sobre nuestro pasado colectivo, sin duda esta será tu mejor opción.


Corina (2024) – Urzula Barba Hopfner

Por Kike Cinéfilo.

“La ansiedad social no te define, pero enfrentarlo ayuda a descubrir tu valentía y perseverancia” Anónimo.

Corina (2024), obra prima de la cineasta mexicana Úrsula Barba, quien ha colaborado en cintas como Abel (2010), El hoyo en la cerca (2021), Ladrón de Perros (2024) entre otros nos trae esta historia basada en uno de los males que hoy en día nos enfrentamos después de la pandemia, la ansiedad.

Y es que Corina (Interpretada por Nain Gonzalez Norvid), después de que a los 8 años perdiera a su padre en un accidente, su madre decidió que para protegerse no debían de salir más que alrededor de su cuadra en la calle donde viven.

La protagonista vive encerrada durante 20 años y no es hasta que trabaja en una editorial que logra salir apenas unas cuadras. Un error editorial en la corrección del final de una saga exitosa la obliga a emprender una búsqueda personal tanto para encontrarse así misma como entender y corregir el problema que enfrenta. Para ello, obtiene la ayuda de Carlos (interpretado por Cristo Fernández) quien durante este viaje de redescubrimiento la apoya para que se de cuenta que es algo mas que una reclusa de sus propios miedos.

La directora menciona en diversas entrevistas que ella sufrió de AGORAFOBIA, un trastorno de ansiedad cuyos síntomas comunes son los miedos a salir solo, miedos a las multitudes, estar tonto en espacios cerrados como abiertos, y el uso del transporte público. Las características que mas presentan los pacientes con esta enfermedad son el miedo o la ansiedad desproporcionados en relación con el peligro real que representa una situación. La evasión de la ocurrencia, necesitas que alguien te acompañe o soportas la misma, pero te sientes sumamente alterado, presentas una gran angustia o problemas con situaciones sociales, el trabajo u otras áreas de la vida debido al temor, la ansiedad y la evasión. Estas características para determinar la gravedad de esta enfermedad suelen durar seis meses o más.

Diversos críticos comparan esta cinta a la Francesa Amélie de Jean-Pierre Jenuet, además que califican la película como un gran ejemplo de cine de autor así presentar una paleta de colores excepcional, buenas actuaciones y una ambientación en el principio de los años 2000 realizada en Guadalajara, algo que dice mucho al no dejar como protagonista a la gran capital de nuestro país.

Los premios Ariel han distingo a Corina con las nominaciones a Opera Prima, Diseño de Vestuario, Mejor Coactuación femenina, (Carolina Politi y Laura de Ita) y Mejor guion original.

Esta película esta disponible en Prime Video,


Párvulos: Hijos Del Apocalipsis (2024) – Isaac Ezban

Por Eli Montelongo.

Conforme pasan los años ciertos monstruos se vuelven tendencia y tenemos variedad de cintas relacionadas a ellos: la fiebre vampirista que nos trajo “Twilight” yel remake de “Fright Night”, la saga de “Underworld” que revivió las leyendas licantropas, ahora sí creíamos que el tema de los zombies estaría olvidado en 2024 se le dió una nueva visita.

El tema de los infectados ha pasado por distintas caras: desde la ciencia y supervivencia en “World War Z” a lo romántico en “Warm Bodies”, pero han sido visiones que no creíamos que se podrían hacer realidad hasta que llega “Párvulos: Hijos del apocalipsis”, un filme de Isaac Ezban, cuya idea rondó por su mente desde 2016 y se pudo materializar gracias a un momento de reflexión que fue la pandemia del coronavirus en 2020.

La cinta cuenta la historia de adaptabilidad y lucha de los hermanos Salvador, Oliver y Benjamín en un mundo distópico lleno de infectados, donde la familia es lo único que los motiva a seguir día a día. Durante 1 hora con 59 minutos presenciamos un relato de acción, suspenso y ¿por qué no? momentos cómicos dentro de la desesperación. “Párvulos: Hijos del apocalipsis” se encuentra dentro de los nominados a “Mejor Maquillaje” y “Mejores Efectos Especiales” en los próximos premios Ariel 2025, lo cual se entiende debido al cometido que fue recrear zombies con facciones caquécticas, los sonidos de gritos guturales dignos de un ser sobrenatural o la sangre y vísceras brotando de espeluznantes cacerías que adentra a la cinta en el ámbito del gore, logrando así que sea una cinta a agregar en nuestro watchlist para una noche de horror muy mexicano.


Arillo de hombre muerto (2024) – Alejandro Gerber Bicecci

Por Pok Manero

Tal como en Zodiac (David Fincher, EUA, 2007) o en Memories of Murder (Bong Joon Ho, Corea del Sur, 2003), aquí tenemos una película sobre un misterio que no tiene solución, sobre preguntas que quedan sin respuesta.

Al centro de la trama está la desaparición del esposo de Dalia (Adriana Paz), pero la película no es sobre dicho individuo sino sobre su ausencia, construyendo la trama alrededor del vacío que deja atrás. La protagonista y el desaparecido trabajan como operadores del Servicio de Transporte Colectivo, el Metro de la Ciudad de México, hasta que un día el hombre simplemente no vuelve a casa. Esto da pie a una incansable búsqueda por parte de Dalia, ayudada en la medida de lo posible por sus hijos, su suegra e incluso un compañero de trabajo que se ha vuelto más que un amigo. Entre el sentimiento de culpa por haberse distanciado de su marido, la inseguridad que se vive en esta urbe y la posibilidad de haber sido señalados como objetivos por una enemistad política, la incertidumbre sólo aumenta conforme pasa el tiempo y no hay resultados. Las burocráticas autoridades poco o nada aportan para que esto cambie, e incluso cuando parece haber gente auténticamente interesada en ayudar, rápidamente revelan llevar agendas personales y una completa falta de interés por otro ser humano en necesidad de auxilio.

Filmada en blanco y negro, la cinta retrata de manera profundamente íntima las vidas de sus personajes y lo que se siente ser parte de una ciudad tan grande y caótica en la que cualquier cosa puede ocurrir en cualquier momento.

Adriana Paz, quien recientemente también participó (o más bien, fue desaprovechada) en la controversial Emilia Pérez (Jacques Audiard, Francia/Bélgica/EUA/México, 2024) lleva sobre sus hombros el peso de la totalidad de esta película, demostrando lo talentosa que es en transmitir emociones crudas y complejas. Una exploración de la culpa, la sexualidad, la soledad, la opresión social a las mujeres, la resiliencia y la permanencia de la angustia, que es lo único que se mantiene constante.


El jockey (2024) – Luis Ortega

Por Marisela Sánchez

El Jockey, titulada internacionalmente como Kill the Jockey es un viaje íntimo hacia la identidad, la culpa y la posibilidad de renacer. Dirigida por Luis Ortega y escrita junto a Fabián Casas y Rodolfo Palacios, esta película argentina de 2024 no ha pasado desapercibida, no solo compitió por el prestigioso León de Oro en el Festival de Venecia, sino que también ha sido nominada al Premio Ariel a Mejor Película Iberoamericana,

El protagonista es Remo Manfredini, interpretado por Nahuel Pérez Biscayart. Es un jockey muy talentoso, pero con muchos problemas personales. Tiene adicciones, actitudes autodestructivas y aunque es bueno en lo que hace, su vida fuera del hipódromo es un caos.

A su lado está Abril, interpretada por Úrsula Corberó, una jockey también, ella está embarazada y se encuentra en una situación difícil, tiene que decidir entre seguir compitiendo o empezar una nueva etapa como madre.

Ambos trabajan para Sirena, un mafioso que los controla y los presiona. Sirena, interpretado por Daniel Giménez Cacho, quiere que Remo gane una última carrera, una que podría resolver todas sus deudas.

Y como suele suceder en las buenas tragedias, la caída es inevitable. Remo sufre un accidente brutal durante esa carrera decisiva, y a partir de ahí la historia toma otro rumbo, Remo desaparece del hospital y lo seguimos mientras recorre Buenos Aires sin rumbo y tratando de dejar su pasado atrás, en ese momento empieza a transformarse, literalmente, en Dolores o Lola, pero no es solo un cambio de nombre, es un intento de comenzar de cero, de escapar del yo anterior y de los errores.

Lo que hace interesante a El Jockey es cómo muestra los conflictos internos de los personajes. Remo no es solo un deportista, es alguien que está perdido, que no se siente cómodo en su propia piel y que busca una forma de reinventarse.

La película tiene una estética muy fuerte, se siente oscura, tensa y por momentos cruda. La transformación de Remo no es fácil de seguir ni de entender por completo, y muchos momentos quedan abiertos a interpretación del espectador, no busca dar respuestas cerradas sino generar dudas y reflexión, dejando que el público complete lo que la película no dice directamente. Para algunos, eso es un acierto, para otros, puede resultar frustrante.

El Jockey no es una película sencilla ni para todos los gustos pero es una propuesta muy interesante, y no sorprende que haya sido nominada al Ariel.


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