La saga de Scream: el terror como autocrítica de la industria

El cine de terror siempre ha funcionado como un espejo: refleja los miedos, las obsesiones y las ansiedades de cada época. Pocas sagas lo demuestran tan bien como Scream, que desde su debut en 1996 ha convertido la autoconciencia en su sello y el comentario cultural en su motor.

Scream (1996): El inicio de una tradición

La primera película de Scream se estrenó en 1996 y fue un éxito tanto crítico como de taquilla mundial. Protagonizada por Neve Campbell, David Arquette y Courteney Cox, la historia sigue a Sidney Prescott, una estudiante de preparatoria acechada por un asesino enmascarado. Entre persecuciones, llamadas misteriosas y muertes sangrientas, Scream parece un slasher común en la superficie. Sin embargo, el éxito que ha inspirado ya varias secuelas se debe a la manera sumamente inteligente en que subvierte las expectativas del género y a su profunda autoconciencia metatextual.

A diferencia de asesinos sobrenaturales como Michael Myers, Jason Voorhees o Freddy Krueger, Ghostface es una persona real: de carne y hueso. Una amenaza con la que cualquiera se podría topar. Por eso el viaje de Sidney no sólo consiste en sobrevivir, sino en desenmascararla. Así, Scream es un slasher que coquetea con el whodunit, además de una película de horror consciente de su propia naturaleza cinematográfica.

“¿Cuál es tu película de terror favorita?”

Es la pregunta que Ghostface les hace a sus víctimas antes de apuñalarlas hasta morir. Los personajes hablan sobre Halloween, Pesadilla en la Calle del Infierno, Viernes 13 — los clásicos de la época — discuten las reglas de las películas slasher, las analizan y las usan a su favor para intentar sobrevivir. De este modo, Scream no sólo sigue las convenciones del terror, sino que entra en diálogo directo con ellas. Es tanto un homenaje como una crítica, un espejo que refleja y parodia el cine que la precede y la cultura que la consume.

Después de la conclusión de la trilogía original en el año 2000, la saga permaneció en silencio por una década hasta renovarse en 2011 con Scream 4, y posteriormente con Scream (2022) y Scream VI (2023). Cada regreso plantea la misma pregunta: ¿qué se puede decir sobre la cultura cinematográfica de este momento?

En una época saturada de secuelas, reboots y remakes, sería fácil acusar a Scream de subirse al mismo tren. Sin embargo, su regreso no sólo responde a la nostalgia que domina Hollywood: la analiza, la satiriza y la ubica en el centro del horror. En un panorama donde todo se recicla, Scream no es un añadido más; es una pieza indispensable para entender el fenómeno.

Scream (2022): El regreso de la saga

Scream (2022) es tanto una secuela como un reinicio de la saga. Trae de regreso a los personajes originales y presenta nuevas protagonistas: las hermanas Carpenter. Interpretadas por Jenna Ortega y Melissa Barrera, son los nuevos objetivos de Ghostface, a pesar de no estar aparentemente relacionadas con Sidney Prescott.

De esta manera, la cinta sigue las reglas de la “recuela”: un reboot que es, al mismo tiempo, secuela. En ella, los personajes originales pasan la antorcha a una nueva generación que guarda lazos familiares con los anteriores; todos son hijos, sobrinos o herederos del pasado. Muy parecido a lo que sucedió con el episodio VII de Star Wars en 2015.

El cine y la cultura del fandom

De hecho, dicha franquicia se convierte en un punto de enfoque dentro de la película. Scream (2022) dialoga abiertamente con la industria del cine contemporáneo y con la manera en que el internet y la cultura del fandom han transformado la relación entre las historias, sus creadores y el público que las consume.

Mindy, quien resulta ser la sobrina de Randy, el nerd cinéfilo de la película original, explica que los fans terminaron disgustados con la octava entrega de Stab —el equivalente de Scream dentro del universo de Scream— acusándola de haber “arruinado sus infancias”, además de haber sido dirigida por el “director de Knives Out”.

Si no eres fan de Star Wars, quizá no notaste la referencia directa al drama que se desató tras el estreno de The Last Jedi, el episodio VIII que dividió definitivamente al fandom. Dirigida por Rian Johnson —sí, el mismo de Knives Out—, la película fue acusada de “traicionar” la saga y desató una ola de odio en redes.

¿Por qué una saga de horror como Scream se interesaría por lo que sucedió con una ópera espacial? Porque ese fue el precedente más ruidoso de lo que ocurre cuando el cine se convierte en un producto de consumo ante los ojos del público: los espectadores actúan como si Internet fuera un centro de atención al cliente donde pueden exigir reembolsos emocionales por una historia que no cumplió sus expectativas.

Esto ha convertido al cine en un espacio de peticiones colectivas que pronto se transforman en estándares a seguir al momento de monetizar la nostalgia. Por eso, hablar de cine hoy en día es hablar de cultura, y Scream no se iba a quedar atrás. Es consciente de su papel dentro de una tendencia mercantil y la satiriza al mismo tiempo.

El nuevo Ghostface busca recrear la primera cinta, acechando a los familiares de los personajes originales e incluso escogiendo las mismas locaciones en donde tuvieron lugar sus asesinatos. Al final, los asesinos resultan ser fans enojados con Stab 8, quienes buscan “enseñar” cómo se hace una cinta leal al producto que tanto aman. Sin embargo, sus motivaciones infantiles y tendencias machistas se hacen evidentes al momento de su derrota.

Así fue como Scream regresó a cines, al igual que siempre, mostrándonos dónde el horror se encuentra en la cultura actual.

El futuro de Scream

En Scream VI, la saga lleva su propio concepto aún más lejos. Ya no se trata de una “recuela”, sino de una franquicia en toda regla: las reglas cambian, los escenarios se expanden y el horror se traslada a la gran ciudad. La cinta reflexiona sobre cómo las sagas modernas, desde Marvel hasta sus imitadoras, dependen de su capacidad para perpetuarse y reinventarse al mismo tiempo.

Con el estreno del tráiler de Scream VII y conflictos detrás de cámaras, Sidney Prescott regresa como la protagonista principal después de su ausencia en la sexta entrega. Será muy interesante ver qué hace la saga con sus propias controversias. Sin embargo, la nueva trilogía ha logrado capturar la verdadera magia de Scream: no sólo son slashers sumamente entretenidos que, además, entre sustos, misterio y puñaladas, reflejan de manera mordaz e inteligente la cultura que las engendra, como toda buena película de horror.


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