El escapulario (1968): una joya visual que confirma el genio de Gabriel Figueroa.

Por Ana Saavedra

Sigo en la exploración de películas mexicanas clásicas que, por motivos múltiples, no había tenido ni el espacio ni el tiempo, mucho menos el film disponible, para verlas. El turno en esta ocasión fue para El escapulario, un título que he escuchado muchas veces. Aquí debo confesar algo: una vez que decido la siguiente película en este pendiente cinematográfico, simplemente pongo “play”. No me detengo a ver absolutamente nada sobre la trama, para tener una visión fría y totalmente sincera sobre mi apreciación.

Comencé, pues, con El escapulario. En la primera escena me llamaron la atención los planos, los movimientos de cámara y los encuadres. Técnicamente estaba ante algo más que una buena historia. Rápidamente me di cuenta de que mi apreciación no fue casualidad; por el contrario, la regla de composición se sucedía toma a toma. La película ya tenía toda mi atención y comencé a disfrutarla antes siquiera de conocer su trama.

Los personajes se hicieron presentes y me di cuenta de que estaríamos ante una historia a varias voces, viajando en el tiempo entre los recuerdos y el ahora narrativo. ¡Mi tipo de narrativa favorita! Desde luego, se hizo presente el misterio en forma de un personaje alegórico: el escapulario.

Ya saben, quienes hacen el favor de seguir mis reflexiones, que no es mi intención contar la historia en sí, pues eso es de lo más sencillo de encontrar en redes, y mi recomendación siempre será que disfruten de la magia del cine ustedes mismos. Si acaso, estas palabras sirvan para animarlos a prestar atención a una película que quizá está en sus pendientes, no conocían o incluso nunca habían considerado ver. Como sea, y para no desviarme…

El desarrollo del argumento nos muestra a una mujer moribunda que entrega a un cura el objeto de misterio, no sin antes advertirle que le contará su historia. Es así como conocemos la de sus hijos y, desde luego, la forma en que el escapulario los salvó de la muerte en su momento.

Con razón se le considera una de las mejores películas mexicanas de terror de todos los tiempos. El ambiente, filmado casi por completo en Tepotzotlán; la atmósfera totalmente sumergida en el suspenso y enmarcada en la época de la Revolución —haciendo eco con la música de la época y el lenguaje coloquial que usan sus personajes—, me recordó a los Cuentos de la Revolución por el retrato del hombre rural, hosco, curtido a los rayos del sol y las carencias. Varias de las tomas reflejan fielmente la clásica imagen de la época de conmoción social.

Pero, sobre todo, debo recalcar el deleite visual en donde encontramos, por primera vez, disoluciones entre escenas que se suman para contar la historia; respeto por las leyes de la composición fotográfica en todas las tomas; planos artísticos que resaltan la profundidad de campo; claroscuros acordes con la atmósfera y el sentimiento de los protagonistas; movimientos de cámara en secuencias largas con encuadres novedosos y, seguramente, muchos más detalles técnicos que se escapan a mi recuerdo, pero les aseguro que los disfrutarán sin importar si pueden distinguirlos o no. La cinematografía es una belleza.

En cuanto al argumento, rápidamente conocemos a los protagonistas, el problema y la atmósfera que reinarán durante el largometraje, con varios giros y centrada en temáticas religiosas, leyendas populares y tintes sobrenaturales. El escapulario es una película que todo amante del cine no debe perderse.

Por cierto, la película se basa en el cuento “Lanchitas”, de José María Roa Bárcena, considerado uno de los primeros cuentos fantásticos mexicanos.

Y cabe decir que no sabía que el encargado de la fotografía era, ni más ni menos que Gabriel Figueroa. Me percaté de esto en los créditos finales. Algo que me pareció maravilloso porque pude de forma genuina y sin ninguna influencia previa, apreciar el verdadero talento desbordante de Figueroa.

Es verdad que su nombre es un referente mundial y su fotografía admirada en el mundo entero, y esta fama es totalmente merecida, la historia visual que cuenta, no solo suma a la trama sino que resalta la belleza intrínseca de los paisajes, así como el drama interno de los personajes que enmarca su lente.

Vayan pues y disfruten de El escapulario.

Ficha técnica:

Fecha de estreno: 18 de enero de 1968 (México)

Director: Servando González

Protagonistas: Enrique Lizalde, Enrique Aguilar, Carlos Cardán, Federico Falcón

Guion: Servando González, Jorge Durán Chávez, Rafael García Travesi

Duración: 1 h 25 min

Géneros: Drama

Cinematografía: Gabriel Figueroa




Descubre más desde Kinema Books

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

Deja un comentario

Crea una web o blog en WordPress.com

Subir ↑