En esta ocasión, escribimos sobre grandes películas galardonadas en el festival de cine más importante del orbe. Una selección que incluye clásicos inolvidables, obras de culto y trabajos recientes, de diferentes miradas y temas, desde Japón, Italia, Alemania, Corea del sur y Francia.

Shoplifters (2018) ‘万引き家族’ – Hirokazu Kore-eda
Por Sandra Cárdenas Quiróz
Si hay un tema que sabe tocar el director de cine Japonés, Hirokazu Koreeda sin duda alguna es el de la familia; la exploración de los lazos familiares, drama, intriga, paternidad, infancia, emociones, etc.
Como ya nos mostró en 𝑁𝑜𝑏𝑜𝑑𝑦 𝐾𝑛𝑜𝑤𝑠 (2008), 𝐿𝑖𝑘𝑒 𝐹𝑎𝑡ℎ𝑒𝑟, 𝐿𝑖𝑘𝑒 𝑆𝑜𝑛 (2013), 𝑂𝑢𝑟 𝐿𝑖𝑡𝑡𝑙𝑒 𝑆𝑖𝑠𝑡𝑒𝑟 (2015), entre otras, donde pudimos ver el papel de las diferentes familias en la sociedad Japonesa. Si bien el director nos tiene acostumbrados a replantearnos nuestros principios y valores, con 𝑆ℎ𝑜𝑝𝑙𝑖𝑓𝑡𝑒𝑟𝑠 ganadora de la palma de oro a la mejor película en el festival de Cannes 2018, con sutileza y sensibilidad rompe esa línea entre lo moral y éticamente correcto.
La película nos cuenta la historia de una peculiar familia, una cinta donde nada es lo que parece y nos demuestra que una sociedad se puede construir desde lugares y situaciones impensadas. Un encantador y desgarrador relato, un drama sobre la familia: aquella que eliges tener.
Es preciso en el retrato de los personajes, quienes están lejos de ser perfectos, por eso son tan humanos. La historia se va hilando sin recurrir a la cursilería para conmover, nos muestra un Japón que no es muy común ver en las películas, al mismo tiempo que lanza una crítica feroz y valiente al estado.
En 𝑆ℎ𝑜𝑝𝑙𝑖𝑓𝑡𝑒𝑟𝑠, Koreeda vuelve a hacer lo que mejor sabe, emocionarnos y servirse de esas emociones para hacernos reflexionar:
¿Son los lazos de sangre los que realmente construyen a una familia?

Parasite (2019) ‘기생충’ – Bong Joon-ho
Por Marisela Sánchez
Parásitos del director surcoreano Bong Joon-ho causó una gran sensación entre el público y la crítica, logró triunfar en el festival de Cannes siendo galardonada con la Palma de Oro, además de hacer historia en los premios Óscar al convertirse en 2019 en la primera película de habla no inglesa en ganar el Óscar a la mejor película.
Con una mezcla de comedia y drama nos presenta a dos familias de clases sociales distintas, en donde una de ellas, la que vive con carencias y falta de oportunidades, logra adentrarse en la familia adinerada, haciéndose pasar como trabajadores calificados para desempeñar distintas tareas dentro de la casa, ocultando también su parentesco.
Esta gran película también agrega a su narrativa una fuerte crítica social, aunque a veces puede parecernos ajeno, la pobreza es una realidad y millones de familias luchan contra la desventaja y la desigualdad, pensando en cómo cubrir tan solo sus necesidades básicas día a día.
Parásitos nos muestra dos realidades y como la percepción de las cosas puede cambiar según tu realidad, como la lluvia, mientras para algunos es una bendición, muchos luchan contra ella, evitando que inunde sus casas y que se dañen sus pertenencias.
Si no has visto Parásitos, no te la puedes perder, es original, muy entretenida y con muchas sorpresas que no podrás parar de verla.

Paris, Texas (1984) – Wim Wenders
Por Armando Navarro
Con una ambigüedad narrativa bañada en nostalgia, Win Wenders obtiene la Palma de oro del Festival de Cannes a mediados de los 80 gracias a Paris, Texas (1984), el brillante estudio sobre la familia, psicologías quebradas y la siempre latente esperanza de un nuevo comienzo. Los largos silencios del primer acto, junto a la vastedad de los paisajes texanos, envuelven a Travis (Harry Dean Stanton), un hombre que deambula por el desierto atrapado en la amnesia, luego de abandonar a su familia.
El inevitable encuentro con su esposa Jane (Nastassja Kinski), en la secuencia telefónica peep-show salpicada de rojos, ofrece estremecedoras revelaciones que terminan convertidas en las llaves que los personajes necesitan para comenzar de nuevo con sus vidas. Wenders aborda a su protagonista con una conmovedora y empática mirada, acentuada en el estilizado trabajo del cinefotógrafo Robby Müller; los inmensos espacios abiertos del arranque se van cerrando hasta ese hoy icónico momento donde Travis y Jane hablan, desnudándose emocionalmente, dentro de la bizarra cabina telefónica.
Paris, Texas se vuelve un viaje entrañable por la universalidad de los tópicos que la atraviesan; son 147 minutos de un drama existencialista que va mutando en una road movie en la que el espectador, al igual que Travis, pareciera buscar sin saber exactamente lo que quiere encontrar. Es gracias al trabajo histriónico de Harry Dean Stanton y la bella Nastassja Kinski, que surge una empatía por personajes extraños pero conmovedores, quebrados pero que guardan esperanza, quienes toman decisiones radicales, pero no por eso menos humanas.
Fue en la edición 37º de Cannes donde Win Wenders se alzó con el máximo galardón, en un año donde competían también en la selección oficial: El elemento del crimen de Lars von Trier, Bajo el volcán de John Huston, Viaje a Cytera de Theodoros Angelopoulos, Ghare Baire de Satyajit Ray y Donde sueñan las verdes hormigas de su compatriota Werner Herzog, entre otras. Ganadora además de un premio FIPRESCI y el BAFTA como mejor director, Paris, Texas se convierte en un paraje al que es necesario acudir de vez en cuando, cuando la melancolía inunda el alma y las dudas existenciales taladran la mente.

Oldboy (2003) ‘올드보이’ – Park Chan-wook
Por Víctor Rivera Córdova
El año 2003, Chan Wook Park llevaría a la pantalla gigante su adaptación del manga Old Boy, de Garon Tsuchiya. Esta adaptación cinematográfica de Park, con licencias dramatúrgicas muy importantes con respecto al manga, se integraría en su filmografía como la segunda parte de su “trilogía de la venganza”, antecedida por Simpatía por el Señor Venganza (2002) y cerrada con Simpatía por la Señora Venganza (2005).
La Historia se centra en un buscapleitos llamado Oh Dae-su, que un día al intentar llegar borracho al cumpleaños de su hija, se mete nuevamente en problemas, y al salir de la comisaría es secuestrado durante 15 años, sin que sus captores jamás le den razones de los motivos de su captura. Al cabo de estos 15 años, de manera igual sorpresiva, Oh Dae-su es liberado sin explicaciones, y dispone solo de 5 días para averiguar quiénes lo secuestraron, porqué lo hicieron y como vengarse de ellos. Iniciando de esta manera (a gusto de este comentarista), una de las mejores películas realizadas por la cinematografía sur-coreana.
El argumento de Old Boy es el más depurado de la trilogía, sus escenas las más fantásticas, con pinceladas surreales que demuestran la maestría narrativa del director sur-coreano, la fotografía es impecable, las actuaciones de todo el elenco son sumamente profesionales, e incluso la banda sonora y el diseño de sonido son ejemplares, integrados magistralmente en la que considero de lejos la obra maestra de Chan Wook Park.
La película de hecho fue tan destacable que obtuvo el premio a mejor película en varios festivales, e incluso compitió a mejor película en el festival de Cannes de 2004, donde obtuvo el “Premio del Jurado”, que en ese año estuvo presidido por el director Quentin Tarantino, quién indicó que a su juicio, Old Boy merecía ser el ganador de la Palma de Oro de ese año. Lamentablemente los palmares de ese año fueron asignados al documental Fahrenheit 9/11 (2004) de Michael Moore.
Si bien el documental de Moore llegó a ser un documental muy importante, arriesgado en su carrera y de gran coyuntura político-social; aún a pesar de estos méritos, no llega a ser una obra equiparable a la de Chan Wook Park, cuya belleza artística es superior y nunca logró ser superada por su propio director.
Queda la reflexión de como festivales como el de Cannes, que se precia de ser el de mejor gusto y objetividad artística, no está exento de injusticias ni agendas políticas, en su selección de las obras que premia. Quedará visibilizar las películas que compitieron este año y evaluar con el tiempo, si la reciente película encumbrada, Anatomía de una caída de la realizadora Justine Triet, merecía los palmares de este festival.

The Son’s Room (2001) ‘La stanza del figlio’ – Nanni Moretti
Por Alejandra Díaz Blengio
Con motivo de la reciente celebración del Festival de Cannes, revisitamos la película ganadora de la Palma de Oro en 2001, La Habitación del Hijo, del aclamado director Nanni Moretti, uno de los grandes exponentes del nuevo cine italiano.
Esta cinta narra el trauma que atraviesa un psicoanalista (interpretado por Moretti) y su familia cuando su hijo muere en un trágico accidente. Todo en esta película está cuidadosamente escenificado, y aunque en su momento fue criticada al ganar el codiciado premio de Cannes, por ser una opción fácil o popular, por su estilo convencional y su sentimentalismo, es justamente esa apuesta por parte del director, lo que la hace una magnífica obra.
Ese momento de la súbita tragedia, el colapso y la disrupción que deviene, y luego el inevitable choque con la realidad, con los cuadros de la vida diaria y con la repetición de las mismas cosas, antes y después de que todo cambia. Resulta doloroso y casi insoportable ver a los personajes mientras intentan seguir con sus vidas a través de esta pérdida.
Para el espectador, la historia termina donde la cinta termina, pero para los protagonistas, nuestro final es solo su principio, y es de esta manera que La Habitación del Hijo retrata apenas parte del proceso del duelo, no lo abarca por completo, y es que así no funciona la vida, ni la pérdida, ni el dolor, y se siente de cierto modo incompleta, quizá una analogía de la pérdida misma. Y es así como funciona esta cinta, similar a lo que el tiempo mismo representa: el paso del tiempo es cruel, pero es también aquello que logrará sanar el dolor.

Amour (2012) – Michael Haneke
Por Sebastián Valladares
El ocaso de una vida perfecta, el derrumbe gradual de un mundo de solo dos personas que se aman con devoción. En la prosperidad, y en la adversidad, en las buenas y en las malas, en la salud y en la enfermedad. Ningún lazo puede ser tan fuerte, ¿verdad? La autoría íntima del director Michael Haneke escribe un filme diferente no solo a su habitual perturbadora puesta en escena, sino que también es diferente a una historia convencional sobre el amor. Un amor que flota en medio de una fría ancianidad.
Él es dedicado, tranquilo, tiene los pies en la tierra, y no sucumbe. Él cuida de ella, su mundo gira en torno a ella. Se esmera en mantener su felicidad, a pesar de que, aparentemente, nadie puede mantener la de él. Se enajena del mundo para sumergirse en un descenso hacia la cruda realidad: Está perdiendo contra el tiempo. Y, a pesar de esto, el marido sigue ahí, inamovible.
Ella es orgullosa, vivaz, firme en sus pensamientos, pero es su propio ego el que la hace temblar. Su mundo cambia de la noche a la mañana, y desde entonces cada día se pierde más a sí misma. La vida empieza a perder sentido. No quiere que ajenos vean la sombra de la mujer que era antes. Y, a pesar de esto, la mujer sigue amándolo como la primera vez.
Esta es una unión que no se pone a prueba por dificultades laborales u emocionales, sino por el mantener al otro aún con vida, incluso cuando toda esperanza por parte del paciente para evitar rendirse ante la muerte parece ser inexistente.
El amor que expresa Haneke en sus personajes es un amor que nunca abandona al otro, porque sigue cuidando y compartiéndose a pesar de la angustia. Un amor tan fuerte que no termina en esta vida. Un amor que nos lleva hasta las más extremas circunstancias. Es un amor que respeta el orgullo, y al sacrificio como el más puro acto de entrega. Un amor que merece ser visto por todos. Y hasta que la muerte nos una, amén.
“No tienes que sostener mi mano todo el tiempo. Puedo cuidarme yo misma, ¿sabes? Y no te sientas culpable. No tiene sentido. Y es un peso para mí también”
En Revista Kinema Books, nos apasiona acercar la cultura cinematográfica a todos los interesados en las conexiones que unen al cine con todas las demás artes. Queremos cambiar al mundo, por medio de la divulgación de libros, películas y arte.
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