Vestuario y maquillaje en la historia del cine II

Por Barbarella D´Acevedo.

Desde el punto de vista de la imagen fílmica en general, entre 1930 y 1940, es algo a destacar que ya en algunas películas en los Estados Unidos, se buscó lograr una mayor verosimilitud epocal, particularmente en lo referido al vestuario, en filmes como Mujercitas o Little Women (1933), y Lo que el viento se llevó o Gone with the Wind (1939). No obstante el maquillaje —Monte Westmore, realizó el de Lo que el viento se llevó— no siempre respondió a un sentido historicista sino que se ajustó a los presupuestos de los períodos de realización de los filmes y en particular a la noción de embellecimiento de las estrellas propia del Star System: Algo similar a lo que había ocurrido con la Cleopatra de 1917 sucedió con la de 1934, protagonizada por Claudette Colbert, en el rol de la soberana egipcia y dirigida por Cecil B. DeMille. Con vestuarios del célebre diseñador del período, Travis Banton, la película se ajustó desde el punto de vista de la imagen a la moda de la etapa, por demás la actriz llevó las cejas depiladas y pintadas por encima de su nivel, en arco, típicas de los treinta.

Paul Muni fue un actor de estos años, notable por sus trabajos de maquillaje y caracterización. Él protagonizó entre otros muchos filmes: Caracortada —Scarface (1932)— de Howard Hawks, La Tragedia de Louis Pasteur —The Story of Louis Pasteur (1936)—y La vida de Émile Zola —The life of Emile Zola (1937)— estas últimas dirigidas por William Dieterle en la Warner Bros. Por la segunda de estas obras maestras, su actor recibió el premio Óscar siendo nominado por la tercera al año siguiente. Muni realizó además Juárez (1939). Para este filme era maquillado durante tres horas cada día, por Perc Westmore, con el fin de cambiar su tono de piel y transformar la estructura ósea facial en la del líder mexicano.

En esta etapa se produjeron algunos filmes memorables, en especial desde la dimensión de su visualidad. En el género terror destacaron: Drácula (1931) dirigido por Tod Browning y protagonizado por Bela Lugosi, La momia —The Mummy (1932)— interpretada por Boris Karloff y las diversas partes de Frankenstein: Frankenstein (1931), La novia de Frankenstein —Bride of Frankenstein, (1935)— y El hijo de Frankenstein —Son of Frankenstein, (1939 —, también con Karloff al frente. En todas estas obras trabajó como diseñadora Vera West (1900-1947). Jack P. Pierce fue por su parte el maquillador de las películas mencionadas en tanto colaboró con la Universal en estos años.

Pierce había comenzado su carrera en el cine como actor, asistente de dirección y representante. Ya en 1926 había empezado a maquillar en El mono habla —The monkey talks. Para Drácula este realizador creó una base especial pero al parecer Lugosi prefirió maquillarse a sí mismo. En Frankenstein pasaba entre cuatro y cinco horas maquillando a Boris Karloff antes de iniciar las filmaciones. Le aplicaba al actor algodón, colodión, masilla y pegamento con el fin de crear la sobresaliente frente del Monstruo. Luego le colocaba en el rostro y las manos una base verde que brindaba al intérprete un aspecto de palidez, en el filme en blanco y negro. En la segunda y tercera parte de Frankenstein, Pierce optó excepcionalmente por emplear una pieza de caucho o látex para la cabeza del personaje, por lo general era reacio a usar tales aplicaciones prefiriendo la vieja técnica —esto finalmente incidió en que tuviera que abandonar los estudios Universal—. Ha llegado a existir una controversia con respecto al tema de quien fue el diseñador-creador de la imagen de Karloff como El Monstruo. Incluso se cree pudo haber sido James Whale, el director de la primera y segunda parte de la saga fílmica. Otro de los maquillajes que creó Pierce en la época fue el de Zombie blanco —White zombie (1932)— con Lugosi como villano. En Zombie blanco se ilustra una de las peculiaridades del maquillaje de Pierce consistente en rasurar la línea del pelo natural en los actores para luego colocarles un tupé que presentara el pelo en forma de pico.

Otro de los creadores esenciales del maquillaje en la época fue WalIy Westmore, hijo de George Westmore. Él creó la imagen del Dr. Jekyll and Mr. Hyde —El hombre y el monstruo, (1931)— que dirigiera Rouben Mamoulian en Paramount Pictures. En este filme, el actor Fredric March logró una transformación total de Dr. Jeckyll a Hyde gracias a los artilugios de un maquillaje, considerado en la época un rompimiento, que incluyó prótesis dental —dientes caninos—, y nasal. Durante décadas no se conocieron los secretos relativos a la imagen de esta película. Mamoulian finalmente los reveló en un libro de entrevistas a directores de Hollywood titulado La musa del celuloide —The Celluloide Muse—. WalIy Westmore aplicó los cosméticos en tonos contrastantes. Una serie de filtros de colores coincidentes con el maquillaje fueron usados para ir exponiendo este o bien para hacerlo “invisible” de forma gradual. Finalmente los cambios de color no pudieron verse en la película en blanco y negro pero sí permitieron la narración efectiva de la transfiguración ante las cámaras. WalIy Westmore, llegaría con el tiempo a trabajar en más de 300 filmes de Paramount.

En esta etapa Cecil Holland, también fue un maquillador vital. Él concibió dos grandes caracterizaciones una para el actor Bull Montana como Hombre Mono en El mundo perdido —The lost world (1925)— y otra para Boris Karloff en La máscara de Fu Manchú —The mask of Fu Manchú (1932)— de Charles Brabin.

Entre las creaciones del cine fantástico y musical llegó en estos años El mago de Oz o The Wizard of Oz (1939), una película de la Metro Goldwyn Mayer que contó con la creación de Jack Dawn de maquillajes para la caracterización de los diversos personajes.

Jack Dawn, había comenzado en el cine como extra, en la representación de un indio bravo. Por años experimentó materiales para la creación de máscaras —la primera que realizó fue para interpretar un mono en 1925 y le resultó rígida— hasta desarrollar una especie de plástico resinoso. Laboró por años en la Century Foxantes de pasar a dirigir en los treinta el Departamento de Maquillaje de la Metro Goldwyn Mayer, donde contó con un espacio de trabajo bien equipado, con espejos y luces apropiadas, así como sillas de barbero regulables en las que se sentaban los actores para iniciar cada sesión. Dawn pedía que sus técnicos fueran tratados como artistas.

La cosmética utilizada en los filmes de los treinta todavía podía resultar hasta cierto punto perniciosa a los intérpretes, en tanto había un desconocimiento acerca de que productos resultaban fatales: Justamente esto fue algo que afectó la producción de El mago de Oz, donde inicialmente Buddy Elsen iba a interpretar el Hombre Hojalata, pero al sentirse mal tuvo que ser hospitalizado descubriéndose que había desarrollado una alergia al polvo de aluminio con que era pintado. Al ser sustituido el actor por Jack Haley la productora modificó el maquillaje a fin de no sufrir ningún percance, sin embargo este enfrentó una infección ocular, también provocada por los productos empleados en el filme, que lo obligó a dejar de rodar varios días. Los diseños en El mago de Oz se hacen por momentos edulcorados, dada la naturaleza de la historia contada y el género en que se enclava, sin embargo es esta una película digna de mención por la cantidad y calidad de los maquillajes para los caracteres que en ella intervienen: el León Cobarde, el Espantapájaros, Hombre de Hojalata, La Bruja Mala del Oeste —para esta Dawn creó el ya famoso maquillaje verde—, etcétera.

En el cine Europeo de la etapa comprendida entre los años treinta y cuarenta se empezó a dar como fenómeno la intervención de diversos diseñadores de moda reconocidos en los filmes. Tal fue el caso de Coco Chanel que participó en La regla del juego —La règle du jeu (1939)— dirigida por Jean Renoir. En el Reino Unido, Elsa Schiaparelli y la casa Worth, trabajaron en la etapa en Pigmalion (1938) de Anthony Asquith.

Alexander Korda (1893-1956) fue el gran impulsor del cine de los treinta en Inglaterra. Inició binomio, director-diseñador, con John Armstrong y realizó películas como La vida privada de Enrique VIII —The private life of Henry VIII (1933)— y Rembrandt (1936), ambas protagonizadas por Charles Laughton.

Otro trabajo de caracterización importante en el Reino Unido durante la etapa fue el de la actriz Anna Neagle en el rol de la reina Victoria en Victoria la grande Victoria the Great, (1937)— y Sesenta años gloriosos —Sixty Glorious Years, (1938).

En muchos de los filmes europeos de la etapa desde el punto de vista del maquillaje se asumió un sentido de caracterización en tanto se reprodujo la vida de personajes que existieron —y se partió de la imagen registrada en obras de época—, además se abordó una cierta dimensión historicista aunque dentro de los cánones de embellecimiento de la etapa de realización.



Barbarella D´Acevedo (La Habana, Cuba, 1985). Escritora. Profesora y editora. Teatróloga, graduada del ISA y del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso. Ha obtenido múltiples galardones, entre ellos: Premio de la Ciudad de Holguín en Narrativa (2022), Hermanos Loynaz en Literatura infantil (2021), XIX Certamen de Poesía Paco Mollá 2020 (España), La Gaveta (2020), Bustos Domecq (2020), y Beca de creación El reino de este mundo por el disco de poesía Discurso de Eva (PM records). Ha publicado entre otros: Músicos Ambulantes (2021), El triunfo de Eros (2022) y Blanco y azul (2022) con Editorial Primigenios (Miami), Basilio y el deseo (DMcPherson Editorial, Panamá, 2022), Érebo (Aguaclara Libros, España, 2022), El triunfo de Eros (Editorial Ácana, 2022), Habana pulp mission (Ediciones Solaris, Uruguay, 2022), Los sufrimientos del joven Bela (El Faro Editores, 2022), Marea roja (Ediciones Arroyo, Argentina, 2022), Tren para Salinger (Ediciones Loynaz, 2022), La casa, el mundo y el desierto (Ediciones Hurón Azul, España, 2023), y Marea roja (Ediciones Enlaces, Chile, 2024). Su obra ha sido editada asimismo en diversas antologías a lo largo del mundo. Cultiva disímiles géneros: novela, cuento, poesía, literatura fantástica, literatura erótica, periodismo, crítica, teatro, literatura para niños y jóvenes. Ha sido traducida al francés, al inglés y al esloveno. Es considerada una de las voces jóvenes importantes en la Cuba actual.


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