Especial 2024: Cine de terror en Kinema Books (Segunda Parte)

En Kinema Books, nuestro género favorito es el terror. Nos fascina cuando en la sala de cine, las luces se apagan y los sueños se convierten en pesadillas, siendo el latido del corazón lo único que rompe el silencio. Desde siniestros clásicos hasta estrenos muy recientes, en esta segunda entrega de nuestro especial, el miedo se experimenta en su forma más pura, con zombies, brujas y demonios que acechan en las sombras.

Dos monjes (1934) – Juan Bustillo Oro

Por Jair Ponce

En la década de los treinta, el cine mexicano se encontraba en un proceso de efervescencia y en búsqueda de una identidad que lo agenciara como una industria grande y competitiva, que se logró materializar en las décadas posteriores, si bien, la oferta no era tan escasa como se pensaría hoy en día, si era muy variopinta y con propuestas que podían ser éxitos o fracasos dependiendo del momento exacto en el que fueran estrenados y a que públicos llegaban.

En este contexto, un joven dramaturgo, hijo de un reconocido programador de cine, sobre todo de cine europeo y soviético, realizó una cinta que, junto con El fantasma del convento (1934) de Fernando de Fuentes, se presentaron como dos cintas de horror y misterio realmente particulares para la cinematografía nacional. Juan Bustillo Oro estrenó Dos monjes (1934) en medio de esta creciente industria y la película no resulto ser ningún éxito en cuestiones económicas ni logro sentar bases para futuros realizadores que la utilizaran como referencia como fue el caso de Allá en el Rancho Grande (1936) que resultó ser la película que dio inicio a las comedias rancheras que marcaron a la época de oro del cine mexicano.

Dos monjes, en palabras de Jorge Ayala Blanco, es una cinta que “se inspiraba en un estilo plásticamente desorbitado que procedía del expresionismo alemán, pletórico de símbolos en claroscuro y que se desarrollaba en dos versiones contrapuestas a la manera de Pirandello.” En esta película dos hombres enclaustrados se encuentran en una rivalidad amorosa que los lleva a cometer un cruel crimen y es por ello que toda la historia se desarrolla, utilizando elementos de misterio al ir develando los distintos puntos dramáticos que engloban el crimen, y sobre todo el horror al presentar, de forma distinta a como lo hace de Fuentes, un monasterio del siglo XIX, en el que las sombras, las siluetas, las formas, se esconden en los juegos de luces de los que habla Ayala Blanco, como lo hacen en el expresionismo alemán de El gabinete del doctor Caligari (1920) insinuando más que mostrando y creando una atmosfera única en la filmografía nacional.


The Phantom Carriage (1921) – Victor Sjöström

Por Lily Droeven

Convertida en un clásico de culto del cine de terror silente sueco The Phantom Carriage dirigida y protagonizada por el pionero Victor Sjöström es una inquietante y conmovedora historia de fantasmas que el cineasta adaptó a partir de la obra literaria Körkarlen de la escritora Selma Lagerlöf, a quien visitaba para discutir detalles durante el proceso de adaptación, ya que Sjöström deseaba plasmar los sentimientos de empatía de la pieza literaria bajo los términos visuales adecuados. La narrativa posee una atmósfera que recuerda a la novela A Christmas Carol de Charles Dickens y que además se encarga de explorar temas como la moral del ser humano y la redención del personaje principal al enfrentarse a las consecuencias de las malas acciones que realizó en su vida. En cuanto a la estética de su imagen, la cinta sobresale por sus magistrales e innovadoras técnicas de efectos especiales, el uso de múltiples sobreexposiciones en sus negativos, sombras y luces que le daban un tono de misterio y su estructura narrativa de flashbacks dentro de flashbacks, que se vuelven piezas claves en la narrativa.

La visión que el director logra plasma en el largometraje es una vieja leyenda que afirma que la última persona en fallecer justo antes de las campanas de año nuevo, una carreta fantasmal irá por su alma para convertirse en el cochero de la muerte durante todo el año entrante para recoger las almas de los muertos. Antes de las campanadas David Holm (Sjöström) un hombre alcohólico y violento, resulta el infortunado. Cuando la carreta se le presenta para asignarle su deber como cochero, David analiza su vida a través de flashbacks donde se cuestiona su moral que lo hará caer en el arrepentimiento.

En esa época el cine sueco se enfocaba en contar historias basadas en cuentos populares o folclóricos que se desarrollaban a manera de fábulas haciendo que esas películas se destacaran de las que se realizaban en otros países. Para ese entonces Victor Sjöström era ya un cineasta destacado al explorar en sus largometrajes los sentimientos humanos tal y como lo hace en The Phantom Carriage, que además es notable su interpretación porque ahonda profundamente en los sentires de su personaje.

Tanto por su estructura y forma, aunado con el lenguaje cinematográfico construido por Sjöström, The Phantom Carriage se le considera una película importante y experimental en la historia del cine sueco.


La noche de los muertos vivientes (1968) – George A. Romero

⁠PoBarbarella D’Acevedo

La noche de los muertos vivientes —Night of the living dead, (1968)— película estadounidense de terror, dirigida por George A. Romero introduce la iconografía moderna del zombie en el arte, reinterpretación del mito del vampiro. Este filme de serie B que con el tiempo devino clásico, mantiene intacta su capacidad de estremecer y fue capaz de captar el espíritu de su época, acercándose a la crítica social. 

Filmado en 35 mm, en blanco y negro, y criticado por su violencia explícita, comienza a la caída de la tarde, en un cementerio: Tras ser atacada por un extraño una joven logra escapar, mientras deja atrás a su hermano muerto. Se refugia en una granja, en la que también se cobijan otros personajes que buscan resguardarse, mientras alrededor arrecia el acoso zombie.

Para los caracteres subyace la necesidad de encontrar refugio, pero la noción de hogar, como espacio físico seguro que data de los orígenes de la humanidad, donde un grupo se reunía alrededor de una hoguera para protegerse, ha sido subvertida, en tanto la casa puede convertirse en una trampa; asimismo ha sido alterada también la percepción de la familia, que tampoco garantiza nada: “Tu hermano o tu hija puedes ser zombies”. Las pulsiones del incesto y la violencia en relación al entorno filial convierten a la película incluso en exploración psicoanalítica, que exalta el Complejo de Edipo, concepto esencial de la teoría freudiana y en una escena escalofriante, una niña devora a su madre sin que aquella ni siquiera se resista. El tema se magnifica, en tanto la familia es parte de una estructura mayor, una célula de esa sociedad, que acaba también por engullir a sus miembros.

Aunque de inicio careciera de pretensiones sociales según declaraciones de su director, quien escogió a Duane Jones, un actor negro, en tanto era la mejor elección para el protagónico, acaba por hacer referencia a dos acontecimientos epocales, el asesinato de los activistas, Malcolm X en 1965 y el de Martin Luther King, Jr., que ocurriría cuando el filme se encontraba terminado. Alcanza así repercusión de denuncia que la hace trascender, en tanto la violencia contra los afroestadounidenses sigue siendo tema candente y las últimas décadas han visto desarrollarse el Black Lives Matters.

Los zombies se convierten en recurso estilístico, en el filme, en tantolorealmente escalofriante es la imposibilidad de encontrar amparo en las estructuras que deberían proporcionarlo y cualquiera podría terminar, víctima del sistema, cazado como muerto viviente.


⁠Arrástrame al Infierno (2009) – Sam Reimi

Por Orlando Betancourt

Le han dicho de todo porque ha hecho de todo. Hombre de la industria, cineasta iconoclasta, usurero de las franquicias de superhéroes o reinventor del género de terror. Es posible que después del Superman setentero de Richard Donner, o del Batman noventero de Tim Burton, la trilogía de Spiderman, recreada en la primera década de los años 2000, haya sellado el pasaporte a la inmortalidad para Sam Raimi (Michigan, 1959).

Con todo, el propio director reconoce que lo suyo lo suyo es el terror. Dirigió en 2009 Drag me to Hell (Arrástrame al Infierno), tétrica cinta que narra la historia de la empleada bancaria Christine, que tiene la mala suerte de atender a una peculiar clienta que le arruinará la vida. Sus ansias de convertirse en subgerente y la presión por estar a la altura profesional de su pareja y ganar la aprobación de su familia, orillan a la protagonista a negar más tiempo a una anciana solicitante para pagar su hipoteca. Ganush (la anciana gitana, repugnante y desesperada), en un acto diabólico, decide vengarse maldiciendo a Christine.

A partir de ese momento, la joven es acechada por un demonio llamado Lamia, ente diabólico común a varias culturas: dios devorador de bebés, serpiente del mal, sensual y malvada hembra. La fascinante mezcla de sucesos “godínez”, de los más cotidianos, con la inverosimilitud de escenas que provocan terror, risas y asco contribuyó al éxito de la película en su momento. Se requiere talento incluso para hacer un filme de terror con toques de humor absurdo. Drag me to Hell aborda temas como el machismo, las presiones sociales por ascender profesionalmente, la ironía de asumir que para avanzar hay que perder humanidad y el dilema moral de condenar eternamente el alma de un inocente para salvar la propia.

Esta acción cotidiana que muchos empleados toman a diario desencadena un final también absurdo para Christine. Se condena a sí misma por traspapelar el objeto maldito, y termina siendo absorbida y arrastrada al infierno sin dejar rastro. Hombres como Raimi regeneran a la industria. Reyes midas como Raimi hacen prevalecer sus obsesiones porque se saben necesarios para los estudios que ponen la lana para forrarse hasta el infinito y más allá. Raimi es un tipo consentido del star system por su capacidad para hacer rentable el negocio. Él ha cumplido a la industria tal como la industria le ha cumplido a él. Empate.


Saint Maud (2020) – Rose Glass

Por Bardo Gabriel Martínez.

Fue en 1960 cuando Hitchcock revolucionó el cine de terror con lo que sería una de sus obras más emblemáticas: Psycho. ¿Quién no ha visto la famosa escena en la bañera donde Janet Leigh es atacada mientras suenan los estridentes violines compuestos por Bernard Herrmann? Con este relato gótico pero al mismo tiempo minimalista por su puesta en escena, el director británico marcaría un hito en el desarrollo de narrativas más íntimas en el género.

Actualmente e influenciados por este estilo más minimalista e íntimo, directores como Ari Aster, Jordan Peele o Robert Eggers han destacado en un subgénero que el gran público ha denominado “terror elevado”. Aunque aún hay controversia sobre si realmente es un género en sí mismo o solamente son narrativas más completas dentro del mismo género del terror, distribuidoras como A24 o NEON se han colocado en el panorama mundial entre las favoritas de los espectadores.

Es en 2020 que A24 distribuye la ópera prima de la directora inglesa Rose Glass, Saint Maud. Maud (Morfydd Clark), una joven enfermera recién convertida al cristianismo por un terrible trauma de su pasado, comienza a trabajar para una agencia privada donde deberá cuidar de la ex bailarina y enferma de cáncer Amanda (Jennifer Ehle). La fe de Maud le inspira la obsesiva convicción de que debe salvar el alma de su paciente de la condena eterna.

Si en Psycho la composición de Hitchcock está más enfocada en la violencia y el impacto que puede provocar ésta en el público, en la cinta de Glass tenemos una perspectiva más psicológica, una entidad que emana de los propios personajes que sutilmente va hacia afuera y afecta su realidad. Maud se encuentra en un espacio entre la melancolía y la discordancia entre su yo ideal y los planes de Dios. En repetidas ocasiones Maud le reclama a Dios que ella está esperando algo más grande, formar parte directamente en sus planes y es esta ruptura la que genera una violencia masoquista que finalmente se desborda al exterior.

El planteamiento de Glass es una santa, una santa de la psicosis que tiene la certeza de hablar con Dios y ser poseída por él. La atmósfera visual y sonora opresiva remarcan su soledad y estado mental. La culpa y la depresión son los elementos qué preparan su ascensión final. Indudablemente como menciona Lacan: Dios es inconsciente.


The Substance (2024) – Coralie Fargeat

Por Armando Navarro

El ser humano nace con miedo y muere igual. Dentro del viaje, hay otro terror al que debe hacer frente: envejecer. En la literatura y el cine, la fantasía se regodea inventando formulas para retrasar lo inevitable, huyendo de la muerte y la ancianidad como si fuera posible evitarlas; la obsesión por la juventud y los traumas que genera la industria del entretenimiento, son los ejes centrales del filme La sustancia (2024), de la cineasta y guionista francesa Coralie Fargeat, donde se propone la idea de una inyección capaz de crear un alter ego más joven e insuperable, con efectos secundarios aterradores.

Demi Moore y Margaret Qualley, en todo un tour de force histriónico, se pasean como las dos versiones de una misma mujer que no respetan las reglas del misterioso medicamento y deberán sufrir las consecuencias de sus acciones, amasando un repulsivo híbrido que al final, volverá justo al lugar de donde salió: Hollywood Boulevard. Fargeat construye un poderoso relato feminista y perturbador, que más que provocar, invita a reflexionar sobre problemas de autoestima y las imprudencias de la naturaleza humana en su afán de mantenerse joven y vigente.

Lo que más inquieta en La sustancia son los coqueteos con la sátira y lo irónico del tiempo actual: ¿acaso hombres y mujeres no son capaces de inyectarse y tomar cualquier barbaridad para evitar envejecer? ¿no son las operaciones estéticas, otra forma de vicio insaciable? ¿resulta imposible entender que en las arrugas también existe belleza? Una reciente película de culto para las nuevas generaciones, que recuerda al cine que solo podía verse en funciones nocturnas, pero que aquí, gracias a la precisa distribución de Mubi, ha conseguido un alcance con tintes de cine comercial, engendrando con ello conversación y polémica.

El director de fotografía Benjamin Kracun, ya había utilizado el poder del color para cautivar en Promising Young Woman (2020), pero en la película de Coralie Fargeat, los rosas y rojos explotan en encuadres que igual embelesan que horrorizan; del encanto natural de Margaret Qualley brincoteando, a la presencia de Dennis Quaid y su tétrica manera de comer camarones, hasta los momentos de duda en Demi Moore, con su triste mirada ante el fracaso del nuevo yo, la cinta conjuga la obsesión femenina por lo perfecto. Ganadora al mejor guion en el pasado Festival de Cannes, La sustancia pierde fuerza en sus últimos 20 minutos, donde se vuelve un carnaval de sangre apoteósico innecesario.  


⁠Suspiria (1977) – Dario Argento

Por Saúl Araujo

Dirigida por Darío Argento, es un film italiano del terror que se adentra en lo desconocido, donde las sombras se convierten en protagonistas y el peligro acecha en cada rincón. Desde el principio, la película establece un ambiente caótico: Susy Bannion llega a Alemania bajo una tormenta, un presagio ominoso de los horrores que le esperan. La brutal y enigmática muerte de una joven poco después introduce lo sobrenatural de manera inquietante y sin explicaciones claras, dejando al espectador en un estado constante de inquietud, ya que el espectro permanece en las sombras, nunca completamente revelado.

La atmósfera sonora es fundamental en la narrativa. La música de la película no es solo un fondo; cada acorde y cada estruendo son esenciales para la tensión que se va acumulando. En este contexto, la directora de la academia se presenta como una figura inquietante, aparentemente conectada a los extraños sucesos. Un perro que ataca a un ciego parece percibir el mal que emana de ella, insinuando su conexión con los oscuros misterios que rodean a la institución.

Visualmente impactante. Los cambios de iluminación son abruptos y dramáticos, frecuentemente inundando las escenas en rojos intensos o jugando con contrastes en blanco y negro. Cada color se utiliza de manera simbólica; el verde que envuelve a Susy cuando es sedada con vino, un elemento que se vincula directamente a las muertes y al misterio de los profesores ausentes cada noche.

Argento sorprende con su uso de la cámara, eligiendo ángulos inusuales que colocan al espectador en una posición entrometida, como si fuera una entidad acechante que observa a las protagonistas desde arriba o desde rincones ocultos. Esta perspectiva crea una sensación de paranoia y vulnerabilidad, sumergiendo al espectador en el suspenso.

Aunque los efectos prácticos pueden haber perdido parte de su impacto con el tiempo, esto no disminuye la fuerza de la experiencia general, que sigue siendo abrumadora por su atmósfera envolvente y su narrativa intrigante. Al igual que años más tarde los slasher de los 1980´s, la revelación del asesino es preparada progresivamente. Suspiria mantiene en la oscuridad la identidad del asesino hasta casi el final. Este enigma se entrelaza con la historia de Elena Marcos, fundadora de la academia y revelada como una bruja, aportando una dimensión alegórica sobre las brujas y su caza en la historia.

Suspiria brilla no solo por su trama escalofriante, sino por su lenguaje visual y sonoro que mantiene al espectador en un estado de alerta constante. A pesar de ciertos elementos que pueden haber envejecido raro, su cierre cíclico entre el inicio y el desenlace la consagra como un clásico del cine de terror, asegurando su legado en la historia del cine italiano y mundial.


Goodnight Mommy (2015) – Severin Fiala

Por Rocio López

Goodnight Mommy (Ich seh ich seh, 2014), es una película austriaca dirigida por Veronika Franz y Severin Fiala, que nos adentra en una historia perturbadora, combinando distintos géneros como son: drama, suspenso, horror y terror psicológico.  

El filme se centra en los gemelos Elias y Lukas (Elias y Lukas Schawrz), de aproximadamente 12 años, quienes viven en una enorme casa en medio del campo. Ambos chicos pasan su verano jugando entre maizales, coleccionando insectos, nadando en un lago e incendiando cualquier objeto a su alcance. Un día, su madre (Susanne Wuest) regresa a su hogar tras someterse a una cirugía estética, razón por la cual se mantendrá con el rostro vendado. Sin embargo, los hermanos notan un comportamiento extraño por parte de su progenitora, que pone en duda sobre si la mujer con la que conviven es una usurpadora, por lo que deciden someterla a diversas pruebas para comprobar dicha teoría y desenmascararla.   

El guión a cargo de Franz y Fiala opta por tomarse el tiempo para relatar lo que en un principio es un drama familiar que escala en algo terrorífico, atroz y violento, pero que vale la pena el sufrimiento al entregarnos un gran giro en la trama, que si bien, a lo largo del cortometraje deja pistas para que la audiencia más perspicaz pueda acertar sobre el misterio que oculta la triada, no deja de sorprender.

Así mismo, Goodninght Mommy no requiere de efectos especiales o jump scares, ya que el manejo de dirección con planos close-up, la fotografía y su puesta en escena son elementos importantes que mantiene una atmósfera de suspenso en todo momento. Por otra parte, las actuaciones son brillantes: los hermanos Schawrz a su corta edad nos muestran una interpretación verosímil y junto con Wuest, logran alcanzar un punto álgido de carga emocional.

Cabe mencionar que la película de la dupla austriaca tiene un remake estrenada en 2022, protagonizada por Naomi Wattsy dirigida por Matt Sobel, pero sin duda la original sobresale porque nos adentran en un escenario sofocante e incómodo, se aleja de los clichés, aunque puede dividir a la audiencia al cuestionar el tema de la maternidad y requiere de paciencia,  Goodninght Mommy es un film que no dejará a nadie indiferente.  


Veneno para las Hadas (1986) – Carlos Enrique Taboada

Por Alan Monjardín.

Veneno para las hadas (1986), es un largometraje dirigido por el director Carlos Enrique Taboada, siendo un film de terror centrado en la amistad de dos niñas, Verónica y Flavia. La primera, siendo una niña solitaria y obsesionada con las historias de brujas, la cual convencida de dichas narraciones comienza a manipular a Flavia. A medida de los sucesos presentados, los juegos infantiles toman un giro oscuro.

Como ya se mencionó con anterioridad, este metraje es un metraje de terror que se utiliza de una manera sutil, empleando la perspectiva infantil, para explorar el miedo, la superstición y la maldad.

En el film Taboada nos presenta un entorno que normalmente se considera inocente, y es por medio de los ojos infantiles donde exploramos la línea entre la imaginación y la crueldad. La cámara adopta constantemente el punto de vista de las niñas; los adultos rara vez salen en su totalidad, reforzando la idea de una perspectiva limitada y distorsionada de las niñas.

La iluminación es utilizada para establecer el tono emocional. La fotografía juega mucho con las sombras y luces de una manera simbólica. Los interiores tienden a ser cálidos y con una iluminación suave, en cambio, las escenas más tensas son marcadas por una iluminación más contratada. A medida que las niñas entran más en este mundo de fantasía, las escenas van volviéndose más sombrías, usando las sombras para acentuar el peligro.

Veneno para las hadas, es una película muy particular dentro del repertorio del cine nacional y mundial; centrándose en aspectos psicológicos sobre las creencias, las mentiras y la manipulación por medio de una perspectiva infantil. Sin asustar de manera obvia, el espectador se queda con una incomodidad por el nivel de crueldad que proviene de una mente infantil.


Trouble Every Day (2001) – Claire Denis

Por María Fernanda Toral Suárez.

Una chica (Béatrice Dalle) se encuentra caminando por las calle y al parecer le hace insinuaciones de un encuentro sexual casual a un chofer de un camión, en la siguiente escena la misma chica es encontrada por Léo (Alex Descas) con sangre en la boca, el camionero muerto y en consecuencia es encerrada en una habitación. A la par vemos a Shane (Vicent Gallo)  y June (Tricia Vessey) una pareja de recién casados que van a comenzar su luna de miel en París, aunque él parece estar distraído de su nuevo matrimonio y espera buscar algo más en esa ciudad.

En esta película, la directora Claire Denis, explora el imaginario del vampiro a partir de dos parejas, una que apenas va a comenzar un nuevo estatus y la otra, con un matrimonio ya roto y marcado por la infidelidad. El simbolismo del vampiro es una forma en la cual Denis explora el deseo en relaciones monógamas, como una persona puede querer estar con alguien más aunque ya se tenga un acuerdo previo. Con un ritmo pausado pero con imágenes potentes (busquen en su navegador de confianza el nombre de la película y aparecerán varias imágenes censuradas) esta película nos da una versión minimalista de los vampiros y sus descontrolados deseos.



En Revista Kinema Books, nos apasiona acercar la cultura cinematográfica a todos los interesados en las conexiones que unen al cine con todas las demás artes. Queremos cambiar al mundo, por medio de la divulgación de libros, películas y arte.


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