Helena Rojo (1944 – 2024), la gran dama de la escena mexicana.

Transgresora y disruptiva sin intención sino por naturaleza, incluso más de lo que ella misma pudo haber sido consciente y mucho menos hubiera ostentado dada su elegancia suprema desde su figura hasta la forma de conducirse, Helena Rojo exploró todos los terrenos de la actuación durante una trayectoria de más de medio siglo; teatro, cine y televisión se vieron conquistados por su innegable belleza pero también por su fino talento, muy a la altura de lo primero, desde sus inicios en el modelaje, pasando por ser la primera Marimar en México, hasta convertirse en una de las más interesantes Scream Queens del cine nacional.

María Helena Enríquez Ruíz —o María Helena Lamadrid Ruíz, dependiendo la fuente consultada— encontró su cúspide en el cine durante la década de los 70, una época de rompimiento en el cine mexicano en la que se buscaba traspasar los límites establecidos e incluso moralmente aceptados a través de directores como Arturo Ripstein, Felipe Cazals, Jorge Fons, Jaime Humberto Hermosillo, Paul Leduc, entre otros. Las figuras en pantalla también contribuyeron a ese movimiento social reflejado en esas películas que buscaban separarse del conservadurismo representado por charros cantando y adelitas sufriendo por amor. Helena Rojo fue una de ellas.

Con una trayectoria conformada por 46 películas, 29 telenovelas y 7 series/unitarios, a continuación se presenta un breve repaso por el camino de Helena Rojo en el cine:

Las chicas malas del Padre Méndez

Dir. José María Fernández Unsaín

1970

No es su debut en cine, pero sí es la primera película en la que la estampa de Helena Rojo cobra notoriedad, figurante, pero notoriedad gracias a su magnética presencia e ineludible belleza en esta película basada en hechos reales situados originalmente en Uruapan, Michoacán, con la historia del R.P. Juvencio Méndez (David Reynoso). Desde la canción que musicaliza la secuencia de créditos iniciales se contextualiza el reto a la moral que esta película representa al contarnos la historia de un sacerdote que busca reivindicar el camino de varias prostitutas mientras hace lo propio con su misma fe —como buen conflicto vocacional católico visto tres años después en El Exorcista (Friedkin, 1973), cuidando las debidas proporciones—. En un retrato de la hipocresía y la doble moral que sustentan las dinámicas sociales del llamado ‘‘pueblo chico, infierno grande’’, que igual podría ser cualquier ciudad, se nos deja ver que el cielo y el infierno están en la Tierra, así como en las iglesias o en los burdeles, o en las casas de las familias más recatadas. Una película rupestre, llena de fallas en la edición que perjudican el montaje final y que termina siendo más premisa que ejecución, pero que a pesar de una función casi ornamental de Helena Rojo como una de las prostitutas que inaugura la casa de las ‘‘chicas malas’’, ayudó a marcar y determinar el tono de una carrera arriesgada y valiente en las décadas por venir.

Foto: Helena Rojo Web

Ángeles y querubines

Dir. Rafael Corkidi

1971

La incursión de Helena Rojo al cine de género no se haría esperar y rápidamente entraría por primera vez al tema del vampirismo en una cinta dirigida por Rafael Corkidi, frecuente colaborador de Alejandro Jodorowsky y lo cual es notorio en el devenir de esta película que inicia entre la destrucción del paraíso y discursos blasfemos sobre fornicio luciferino mientras vemos el bello rostro casi inmaculado de la actriz en pantalla. Propio de la época, el desafío predominaba en las películas de aquel entonces y Helena Rojo nunca tuvo temor alguno a representar la sensualidad, erotismo o rebeldía que los personajes le exigían. Lo que parece un romanceo relativamente inocente entre Cristian (Jorge Humberto Robles) y Ángela (Rojo) termina en un sacrificio vampírico desde una perspectiva surrealista en esta película que se encuentra casi perdida a excepción de un par de copias rondando en los mundos virtuales cuya calidad aterroriza más que la misma historia.

Foto: The Internet Movie Database

Muñeca reina

Dir. Sergio Olhovich

1972

La diversificación de Helena Rojo dentro del cine de género continuó con este thriller urbano basado en un cuento de Carlos Fuentes en el que un hombre se obsesiona con los recuerdos de su propia niñez, principalmente con el de una niñita que frecuentaba durante sus paseos lectores en un parque y cuya presencia en su memoria lo va volviendo loco al grado de vivir para satisfacer la fijación que desarrolla por encontrarla. Al dar con ella, se da cuenta de que la Amilamia (Ofelia Medina) que él conoció, fue convertida en una muñeca objeto de siniestra veneración por parte de sus padres. Como la novia púdica pero tentada por la ansiosa pasión que tener un prometido tan guapo como Enrique Rocha significa, Helena Rojo no solo comenzó a cimentar su camino en el terror mexicano con esta película, sino que encontró en el director Sergio Olhovich la propulsión para lo que fue su destello internacional.

Foto: México es Cultura

Aguirre, der Zorn Gottes

Dir. Werner Herzog

1972

En palabras del propio director Sergio Olhovich las cuales fueron su sentida despedida a la actriz tras enterarse de su muerte—, fue él quien presentó a Helena Rojo con el director Werner Herzog. La actriz causó tal impacto en Herzog que el alemán, de inmediato, la contrató para interpretar a Doña Inez de Atienza en Aguirre, la ira de Dios; es decir, Helena tendría que lidiar con esa bestia implacable e impredecible llamada Klaus Kinski en escena… y fuera de ella. Basada en la figura del explorador español Lope de Aguirre, la película fue filmada en Perú con locaciones impresionantemente bellas que servirían como escenario para la búsqueda de El Dorado que estos exploradores emprendían en el Río Amazonas. La película significó la incursión al cine en otro idioma para Helena Rojo, así como la inminente atención del viejo continente hacia su nombre. Tras el estreno de Aguirre, a la actriz le surgieron innumerables propuestas para migrar al cine europeo al grado de casi rogarle por realizar películas en España, pero Helena tenía otras prioridades y decidió declinar las ofertas para quedarse con su familia en México —se había convertido en madre muy joven, a los 18 años tras su matrimonio un año antes—. Dicha decisión podrá causar ámpula en algunos de nosotros, pero eso solo habla de una actriz valiente y determinada no sólo en escena, sino en la toma de decisiones que la carrera implica detrás. Al fin y al cabo, el nombre de Herzog en su filmografía ya no lo quitaría nadie nunca. Sobre la filmación siempre mostró principal impresión y gozo por las locaciones. ¿Klaus Kinski? Él se alejaba y no había mucho recuerdo de él.

Foto: X @CriterionDaily

Fin de fiesta

Dir. Mauricio Walerstein

1972

Un grupo de aristócratas se unen en la frivolidad de una fiesta para celebrarse a ellos mismos y todo pinta para ser un grotesco regodeo en el estatus de la clase alta hasta que un cadáver aparece misteriosamente en la piscina del lugar y unos motociclistas irrumpen buscando justicia antes de que los ricachones puedan deshacerse del cuerpo en esta hermana menos sofisticada, pero no por eso menos interesante, de El Ángel Exterminador (Buñuel, 1962). Poco a poco las dinámicas entre estos dos grupos se van torciendo al grado de ver subyugadas sus propias voluntades y terminar sucumbiendo al encierro que los tiene conviviendo y detona sus instintos en lo que podría clasificarse como una suerte de whodunnit-neonoir erótico comandado por la aguerrida Sara García y protagonizada por toda una constelación rebeldona, medio alternativa, pero muy fina de estrellas setenteras. Helena, interpretando a su homónima, una truculenta femme fatale y estrella de televisión que brinda por Hitchcock y sabe darse su valor a costa de los demás, obtuvo su primer premio Ariel a Mejor Actriz por esta película, pautando así un punto de partida en su carrera.

Foto: X @justanahi

Los cachorros

Dir. Jorge Fons

1973

Uno de los trabajos más importantes en la carrera cinematográfica de Helena Rojo y en el cual regresaría a su bien aprendida y nunca olvidada carrera en el modelaje. Una película que continúa presente en la cinefilia colectiva del mexicano basada en la novela de Mario Vargas Llosa y que cuenta la historia de Cuéllar (José Alonso), un niño convertido en hombre que termina emasculado tras el ataque de un perro. Helena interpreta a Teresa, una bella modelo con la que Cuéllar se obsesiona desde que la ve por primera vez. Tere, de ser un personaje ciertamente libertario, termina convertida en la melancolía hecha mujer al enamorarse de un hombre tan atormentado como Cuéllar y darse cuenta de que su vida con él no tendría el futuro que ella quisiera. La importancia de Helena prestando su percha para este personaje radica en Teresa siendo la manifestación física de la insatisfacción latente como tema de la película desde su relato original derivando en los impulsos violentos que caracterizan a su protagonista. Los Cachorros significó la segunda nominación al premio Ariel para Helena Rojo a Mejor Actriz, así como el irse posicionando como un estandarte de la moda a través de vanguardistas sombreros y trajes sastres hechos a la medida; específicamente de un vestido de novia que enmarcaba la mencionada melancolía de su personaje y una peluca afro acompañada de un maquillaje multicolor que la cimentó como una figura que las generaciones de hoy en día aman catalogar como «icónica».

Foto: El Demócrata

Los perros de Dios

Dir. Francisco del Villar

1974

Nuevamente, desde la secuencia de créditos iniciales en las que el ojo de Gabriel Figueroa —ni más ni menos— nos hace subir unas escaleras en espiral, nos damos cuenta de que estamos ascendiendo hacia la torcida mente de una muy extraña muchacha, como es descrita por la misma película, en el que sería uno de los personajes más retadores de Helena Rojo si no es que el más: Laura, una chica que gusta de juguetear en los panteones por las noches y convivir con los difuntos de una forma muy peculiar para huir de su propia realidad, así como cuestionar y retar de forma directa y frontal a esa figura socialmente temida conocida como «Dios» y el concepto de la «condena» a través de diversas identidades. Después de pasar los créditos de inicio, se nos introduce a lo que parece ser su cotidianidad constantemente reforzada por los supuestos deberes de una muchacha a los que ella huye a través de una fantástica escena repleta de onirismo erótico como estatuto de la auténtica rebeldía con la que ella se identifica en forma de motocicletas y choppers rodeándola. Esa secuencia bien sirve como sustento para representar lo que la carrera de Helena sería en su totalidad. Mientras explora el existencialismo, Helena es genio y figura prácticamente absoluto de esta película con Meche Carreño, Gloria Marín, José Carlos Ruiz, Rossy Mendoza, entre otros, completando un ensamble más que correcto en este temerario desafío a la religión que invita a portarse mal sobre los hombros de su joven protagonista. ‘‘No busco hombres, busco pecados’’

Foto: Fotográfica MX

Más negro que la noche

Dir. Carlos Enrique Taboada

1975

Cuatro mujeres jóvenes y guapas se ven acechadas por el espíritu de una anciana recién fallecida y por la presencia terrenal de su amada mascota: un gato negro de nombre Bécquer. Ofelia (Claudia Islas) —heredera de dicha anciana—, Aurora (Susana Dosamantes), Marta (Lucía Méndez) y Pilar (Helena Rojo) aceptan vivir en la mansión heredada por la tía Susana (Tamara Garina) en donde, tras la extraña desaparición de Bécquer, la muerte comienza a atormentarlas en una persecución que quizás no cumple estrictamente con las reglas del slasher —en donde suele ser un asesino serial con arma punzocortante quien persigue a un grupete adolescente—, pero si reculamos al depredador salido de las pesadillas de Wes Craven, Más negro que la noche indudablemente se ha convertido en una piedra angular del slasher mexicano desde su manera de retratar la sensualidad de sus protagonistas entre ropas viejas y besuqueos con los novios hasta en la forma de acabar con sus víctimas obviando los asesinatos sangrientos y explícitos, sino a través del más puro de los miedos en un elegante juego inferido por las sombras que acompañan la estética gótica de la película. Pilar, quien trabajaba de divorciada, significa un personaje particularmente irreverente en la carrera de Helena Rojo desde su ‘‘profesión’’. Su primera aparición a cuadro es a través de un sutil topless en la regadera, siendo ella quien presenta al espectador el erotismo que enmarca a cualquier slasher, el cual alcanza su cumbre a través de jugueteos que podrían considerarse homoeróticos en un sótano viejo y con Pilar reconciliándose con su exesposo. Con esta película, Helena consolidaría su nombre para siempre en la historia del terror mexicano.

Foto: Prime Video

Mary, Mary, Bloody Mary

Dir. Juan López Moctezuma

1975

Después de su trabajo con el llamado Duque del Terror, Helena Rojo regresaría a la exploración del vampirismo con el mítico director Juan López Moctezuma en esta película que, aunque es mexicana, está completamente hablada en inglés. Helena sería víctima de una artista chupasangre presentada de una manera moderna sin dejar de lado la propia sensualidad característica del vampiro, abordando de igual forma la diversidad sexual y el ejercicio del poder interpretando a Greta, una curadora de arte que intenta con todos sus alcances seducir a Mary (Cristina Ferrare), una joven pintora por la cual no es difícil sentir compasión como espectador, y ante la que termina sucumbiendo en una bañera con su cuerpo y su sangre. Aunque con una participación pequeña, por medio de este thriller policiaco con tintes de giallo, Helena Rojo también se reafirma como un icono de la moda dentro de la escena mexicana al lucir un vestuario arriesgado y atrevido para mostrarse como si ella fuera la vampiresa seductora en búsqueda de su víctima. Entre la moda y las dinámicas de poder en las que ella lleva las riendas, esta película pareciera ser un presagio para el que veinte años después se convertiría en su personaje más importante en televisión y una de las protagonistas más emblemáticas de las telenovelas mexicanas: Luciana Duval en El Privilegio de Amar (1998).

Foto: Festival Internacional de Cine de Morelia

Misterio

Dir. Marcela Fernández Violante

1980

Basada en la novela Estudio Q de Vicente Leñero, a manera de sátira fantástica y con una trama tan vigente como los reality shows y esa obsesión fabricada por observar la vida de los demás a cada paso que dan a través de nuestras pantallas, en esta película seguimos la historia de Alex (Juan Ferrara), un actor de telenovelas con la vida a disposición de su inclemente director (Víctor Junco). Los límites entre la ficción y la realidad de Alex se vuelven cada vez más difusos mimetizando involuntariamente lo que él entiende como su vida real con una telenovela que se está grabando a su alrededor sobre él mismo. Todos parecen estar en el entendido de la grabación sobre la vida de Alex menos él; incluso su esposa, Silvia (Helena Rojo), parece ser parte natural de la grabación 24/7. Este bucle de confusión trasciende del protagonista a nosotros como espectadores oscilando entre la fantasía, la ciencia ficción, la comedia, el suspenso y el thriller de forma sutil y elegante —como la misma Helena— a través de una tremenda dirección por parte de Marcela Fernández Violante. El personaje de Silvia, con todo y un cuadro con el que es imposible no recordar a la Marion Crane de Psicosis (Hitchcock, 1960),le valió a Helena su segundo premio Ariel a Mejor Actriz, presencia que concluiría con una última nominación por Muerte Ciega, de Enrique Gómez Vadillo, en 1992.

Foto: Prime Video

Hay un común denominador a la hora de adjetivar el recuerdo de Helena Rojo entre los que la conocieron personalmente o a través de la pantalla: elegante. Mujer discreta y mesurada al momento de hablar de sí misma pero siempre haciéndolo con amabilidad y un entusiasmo que dejaba entrever a aquella chamaca sacada de las pasarelas que se divertía al jugar con diferentes identidades en otra escena sin miedo alguno al atrevimiento o al reto; sin reservas para el desafío o la incomodidad en sus personajes pasando por el melodrama, thriller, horror, erótico o lo que se le pusiera enfrente.

Desde ser formada por José Luis Ibáñez y Carlos Ancira en teatro; dirigida por Jorge Fons, Carlos Enrique Taboada, Felipe Cazals, Arturo Ripstein, Juan López Moctezuma, Marcela Fernández Violante y Werner Herzog en cine; Alfredo Gurrola, Mónica Miguel, Ernesto Contreras y Francisco Franco en televisión; hasta compartir pantalla con figuras como Marga López, Klaus Kinski, Dolores del Río, Katy Jurado, Anthony Quinn, Charlotte Rampling y Peter O’Toole.

El cine siempre fue parte de ella al igual que el modelaje, tanto que resulta curioso que uno de sus personajes más emblemáticos —si no es que el más— fue el de la poderosa y despiadada diseñadora dueña de una casa de modas llamada Luciana Duval. Fuera de la pantalla, este personaje marcó tendencia en moda y peinados entre la enorme cantidad de personas que veían la telenovela a finales de los años 90. Así que cuando se hable de carreras coherentes y congruentes, telenovelas importantes, tendencias en moda, Scream Queens o figuras del cine mexicano que se han internacionalizado, ahí estará el nombre de Helena Rojo.

A unos meses de cumplir 80 años, Helena Rojo bajó su telón entre cálidas palabras de despedida provenientes de sus contemporáneos y actores de la nueva generación que destacaban su generosidad al momento de compartir tablas o pantalla siempre enfatizando su imponente porte y garbo natural como la estrella sin estrellismos o la diva sin divismos que realmente era. El 3 de febrero del 2024 falleció Helena Rojo, la gran dama de la escena mexicana.


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