‘Memorias de un Caracol’ (2024): un film conmovedor sobre las vicisitudes de crecer.

Por Rocío López.

Hace más de una década que Adam Elliot presentó su encantadora opera prima, Mary and Max, (2009), el cineasta galardonado a un Oscar, reaparece con Memorias de un Caracol (Memoir of a Snail, 2024), con un elenco conformado por las voces en español de Cassandra Ciangherotti, Emilio Treviño, Magda Giner y Javier Ibarreche, es un film conmovedor en stop motion sobre las vicisitudes de crecer.

Ambientada en los años 70, en Australia vive la pequeña Grace (Ciangherotti), una niña que colecciona caracoles y es amante de los libros. Debido a que sufre acoso escolar es tímida e insegura, pero por fortuna cuenta con el apoyo de Gilbert (Treviño), un pirómano que además de ser su gemelo, es su héroe. Durante su infancia, los hermanos quedan huérfanos y son separados, así comienza esta historia que envuelve a nuestra protagonista en diferentes situaciones difíciles, sin embargo, durante su adolescencia conocerá a Pinky (Giner), una anciana que le enseñará que, si bien la vida puede ser oscura, siempre habrá un rayo de luz para la esperanza.

El guion a cargo de Elliot, es contado desde una estructura narrativa inversa, es decir, la primera escena que se nos presenta es el final para después saltar con flashbacks acompañada de la voz en off del personaje principal, la cual nos relata en primera persona las circunstancias que pasa durante su niñez y adolescencia. Aunque por momentos Memorias de un Caracol pareciera que abusa de lo trágico, el cineasta australiano logra un balance perfecto al combinarlo con humor negro.

Así mismo, cada personaje es complejo a nivel psicológico y  es notable en cada escena, no sólo cuando se profundiza en el pasado cada uno, sino que la película también refuerza la historia con diferentes referencias, como son los títulos de las novelas que aparecen leyendo los hermanos, así como la metáfora en torno a los caracoles, estos animales invertebrados que sirven para reflexionar sobre enfrentarse a las adversidades (no esconderse en un caparazón), aunque el panorama sea desolador, se debe actuar con valentía (sacar las antenas al sol) para forjar el futuro deseado.

Memorias de un Caracol resalta por el nivel de detalle en la puesta de escena y cuyo trabajo es artesanal, ya que, a diferencia de una animación digital, la técnica de stop motion es moldear cada personaje con plastilina o arcilla y fotografiarlos cuadro por cuadro (moviendo centímetro a centímetro) para simular el movimiento y darles vida. Es por ello que pasaron 8 años para terminar este proyecto. Actualmente en un mundo donde la industria cinematográfica recurre al CGI o la Inteligencia Artificial (IA), se aprecia más el hecho de que este tipo de películas sean exhibidas con un doblaje impecable que en ocasiones también desafía a los actores.

El segundo largometraje de Elliot, ya cuenta con una nominación al Oscar, cuya gala será el próximo 2 de marzo del presente año, pero ya acumula los reconocimientos: Premio a Mejor Película en el Festival Internacional de Cine de Animación de Annecy, Francia, 2024 y recibió el máximo galardón en la 68.ª edición del BFI London Film Festival.

Es importante mencionar que, pese a quelos personajes principales son infantes, es una animación dirigida a los adultos, yaque contiene lenguaje altisonante, escenas sexuales y se exponen sustancias nocivas, al mismo tiempo aborda temas muy profundos como son: el abandono, la pérdida, enfermedades mentales, sexualidad y la importancia de la amistad. Memorias de un Caracol puede verse en cines de México a partir del 20 de febrero de 2025.

Rocío López es comunicóloga, cinéfila y a veces poeta. Escribe para encontrarse. Fan de las historias melancólicas.


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