Entre los años 1960 y 1970 se desarrollaron importantes películas en Hollywood que hicieron un uso singular del maquillaje convirtiéndolo en un recurso dramático. ¿Qué pasó con Baby Jane? —What Ever Happened to Baby Jane?— de 1962 resultó una de las fundamentales. Esta película fue dirigida por Robert Aldrich y coprotagonizada por dos intérpretes estrellas y rivales Bette Davis de cincuenta y cuatro años y Joan Crawford de cincuenta y siete. Bette Davis, quien en el filme logró aparentar mucha más edad de la que en ese momento tenía, optó por dejarse el maquillaje de un día para otro tras terminar de rodar, con la intención de que las sucesivas capas colocadas hicieran ver a su personaje cada vez más ajado.
Entre los filmes de perfil histórico de la década de los sesenta se produjo Cleopatra (1963). Este fue dirigido por Joseph Mankievicz y protagonizado por Elizabeth Taylor y Richard Burton. El maquillaje estuvo a cargo de Alberto De Rossi y Robert J. Schiffer. En esta película se dio como contradicción el hecho de que la vestimenta de los figurantes resultaba más verosímil que la de los protagonistas. Singularmente ganó Óscar por Mejor Vestuario —Vittorio Nino Novarese, Renié, e Irene Sharaff.
Las siete caras del Dr. Lao —7 Faces of Dr. Lao— de 1964, fue uno de los filmes de la etapa que destacó por un cuidado trabajo de caracterización tanto desde el punto de vista del maquillaje como de la interpretación. El actor Tony Randall, bajo la dirección de George Pal, interpretó a casi todos los personajes principales. William J. Tuttle (1912-2007) realizó el maquillaje en este filme y recibió un Óscar honorífico por su labor —además la película fue candidata al Óscar a los mejores efectos especiales—.Tuttle había sido aprendiz de Jack Dawn primero en la Century Fox, y luego en la Metro Goldwyn Mayer. Este artista se inició en el cine con La marca del vampiro —The mark of the vampire (1935)— y realizó importantes obras a lo largo de los años, incluida Cantando bajo la lluvia —Singin’ in the rain (1952).
Bajo el enclave de la ciencia ficción como género se produjo El planeta de los simios —The Planet of the Apes— una película estadounidense de 1968 dirigida por Franklin Schaffner que tuvo como base la novela homónima de Pierre Boulle. Fue protagonizada por los actores Charlton Heston, Roddy McDowall, Kim Hunter, Maurice Evans y James Whitmore. El maquillaje de John Chambers supuso una buena parte del presupuesto total destinado a la obra. Se logró con este una verdadera y simiesca transformación de los intérpretes al punto de que le fue concedido al filme un Óscar honorífico en tal categoría —que todavía no existía—.
En el cine europeo de estos años también existieron ejemplos de un uso peculiar del maquillaje.
En el Reino Unido se produjo en 1964 un filme con rasgos de comedia de humor negro: ¿Teléfono rojo?, volamos hacia Moscú —Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb, o Dr. Insólito o: Cómo aprendí a dejar de preocuparme y amar la bomba en Hispanoamérica—. Este, particularmente, contó con la dirección del director estadounidense Stanley Kubrick. El actor Peter Sellers logró brillar en esta película al interpretar con apoyo del maquillaje realizado por Stewart Freeborn —peluquería: Barbara Ritchie— a tres personajes totalmente diferentes: el capitán de aviación de la Royal Air Force, Lionel Mandrake, el presidente de los Estados Unidos, Merkin Muffley, y el Dr. Strangelove, asesor —ex nazi— del presidente. No obstante aunque fue nominado a distintos premios como el Óscar o el BAFTA, no obtuvo ninguno.
En la Italia de los 60 comenzó a declinar el neorrealismo y se desarrollaron producciones de gran presupuesto. De modo similar a como ocurriera en los Estados Unidos donde se dieran pares diseñador-actriz, durante el apogeo del Star System, en la península itálica se desarrollaron binomios director-diseñador. Luchino Visconti por ejemplo trabajó con Piero Tosi en múltiples películas como Bellísima —Bellisima, (1951) —, Rocco y sus hermanos —Rocco e i suoi fratelli, (1960)— y El gatopardo —Il gattopardo, (1963)—. Por Muerte en Venecia —Morte a Venezia, (1971)—, Tosi resultó nominado al Óscar a mejor vestuario. En este filme el maquillaje —a cargo de Mario Di Salvio y Mauro Gavazzi— tiene una importancia particular por el uso dramático que de este se hace en las escenas finales donde su protagonista Gustav von Aschenbach, interpretado por Dirk Bogarde, se maquilla quizá en un intento tardío de aparentar cierto atractivo, o réplica de juventud, y más tarde contempla a Tadzio —Bjorn Andresen—, encarnación de una belleza estética ideal y andrógina, y muere al verlo juguetear a orillas del mar.
Otros binomios fueron el de Federico Fellini y Piero Gherardi —La calle o La strada, 1954; Las noches de Cabiria o Le notti di Cabiria, 1957; La dulce vida o La Dolce Vita, 1960; Ocho y medio u Otto e mezzo, 1963; Julieta de los espíritus o Giulietta degli spiriti, 1965—. En muchos filmes Gherardi tuvo a su cargo, además del vestuario, la escenografía. Al morir este, Fellini estableció alianza artística con Danilo Donati, de tal colaboración surgieron los filmes: Satyricon (1969), Amarcord (1973) y Casanova (1976); este último obtuvo Óscar a mejor vestuario. Donati trabajaría también con un director como Pier Paolo Pasolini en Edipo Rey —Edipo Re, (1967)— y El Decamerón —Il Decameron (1971)—.
Dos de las películas mencionadas son dignas de destacar en el cine italiano de estos años desde el punto de vista del maquillaje. Estas fueron Edipo Rey de Pasolini, y Satyricon de Fellini. La primera contó con los “truccatori” o maquillistas Giulio Natalucci y Goffredo Rocchetti y las peinadoras Ernesta Cesetti y Maria Teresa Corridoni. En esta se miró a Grecia no desde la solución clásica anclada ya en el imaginario colectivo, sino a partir de una dimensión capaz de remitir a las tribus humanas primigenias, posibles por demás en cualquier región del planeta. Manifestó una ojeada antropológica del archiconocido mito heleno. Satyricon, por su parte, mostró una Roma abigarrada y decadente… Los elaborados maquillajes — realizados por Rino Carboni—, peinados —de Luciano Vito— y vestuarios, se inspiraron en el antiguo imperio, sin embargo fueron exhibidos, en una intensidad mayúscula, destinada a transmitir al espectador la sensación de obsolescencia.
A pesar de sus temáticas disímiles, el cine comercial que se desarrolló en los Estados Unidos, a partir de los años 70, tuvo la intención de comprometer la atención del espectador, esto llevó a que surgiera el interés por lograr una mayor verosimilitud en los filmes. Los dramas históricos y románticos, por ejemplo, tuvieron en esta época un cuidado peculiar de la imagen.
El pequeño gran hombre —Little big man— fue un filme dirigido por Arthur Penn en 1970, para el cual Dick Smith —Richard Emerson Smith (1922-2014)— realizó el maquillaje. Dustin Hoffman interpretó en la película a un personaje que alcanza los 121 años —en la obra original tenía 110 pero el maquillador sugirió a Penn hacerlo “más viejo aún”—. Smith trabajó más de seis semanas en la investigación del maquillaje de anciano creando referencias fotográficas para cada arruga.
En 1972 Smith se sumó al equipo de otra gran entrega cinematográfica: El padrino —The Godfather— dirigida por Francis Ford Coppola y basada en la novela de igual nombre, de Mario Puzzo. En este filme de Paramount el actor Marlon Brando consiguió el papel de Vito Corleone al presentarse en audición con las mandíbulas llenas de algodón para alterar el rostro y la voz y lograr una caracterización excelente que quedó luego, registrada tal cual en el filme, donde fue por demás acompañada de un efectivo maquillaje.
Al Pacino, que tenía en el momento de filmación de El Padrino treinta y dos años, interpretó el rol de Michael Corleone también con apoyo cosmético. Al inicio del filme el rostro de Michael se presenta terso, casi adolescente, inocente aún. Esta imagen se logró con filtros especiales empleados por Coppola, unidos al uso de la luz y el maquillaje. Luego la faz del personaje se modifica y hacia el final del filme se aprecia maduro, complejo.
Dick Smith trabajó el maquillaje de El Padrino en compañía de Philip Rodes. La peluquería fue de Phil Leto. En la segunda parte Smith trabajó con Charles Schram y quedó a cargo de la peluquería Naomi Cavin.
Smith es uno de los maquilladores esenciales de la historia del cine. Por lo general las máscaras faciales protésicas se habían hecho, hasta los 60, de una sola pieza pero esto cambió con él, cuando comenzó a fabricarlas de espuma de látex en varios segmentos, lo que permitió a los intérpretes tener un rango más amplio de expresiones. En los 60 este creador concibió el libro Maquillaje de Monstruos hecho por ti mismo —Dick Smith’s Do-It-Yourself Monster Make-up Handbook—, una edición especial de la serie de magazines Los famosos monstruos de la tierra del cine —Famous Monsters of Filmland— de Forrest J. Ackerman.
Cabaret (1972), fue otra de las películas de los 70 en que las necesidades de la trama, desarrollada particularmente en el Berlín nocturno de los años treinta, motivaron el uso de cosméticos. Este filme del género musical, dirigida por Bob Fosse, y protagonizado por Liza Minnelli, Michael York y Joel Grey contó con maquillaje y peluquería de Raimund Stangl y Susi Krause. Gus Le Pre se encargó del estilismo de la Minnelli, aunque Vincente Minnelli, padre de Liza, fue quien concibió, junto a su hija, el maquillaje y el peinado para el personaje Sally Bowles.
Con personajes visual y dramáticamente inolvidables se produjo en 1975, The Rocky Horror Picture Show, una película que homenajeó y satirizó los filmes de ciencia ficción del pasado. Fue dirigida por Jim Sharman a partir del musical, de Richard O’Brien. Peter Robb-King, el maquillador del filme, partió de los diseños de maquillaje originales de Pierre La Roche para la obra en que se basó el filme. La peluquería quedó a cargo de Ramon Gow.
En Europa también se desarrollaron en estos años procesos interesantes desde el punto de vista creativo. En el cine alemán de los setenta destacó Rainer Werner Fassbinder como figura. Él constituyó un binomio con la diseñadora Barbara Baum, que asumió muchas de sus películas, algunas de perfil histórico como El matrimonio de Maria Braun —Ehe der Maria Braun, (1979)— y Lili Marleen (1981). Se desarrolló en muchos de los filmes del director un modo de Star System peculiar en tanto Baum solía vestir a la intérprete Hanna Schygulla.
La naranja mecánica –A Clockwork Orange– de 1971 fue otra de las películas del Reino Unido que dirigió el estadounidense Stanley Kubrick —adaptación fílmica de la novela de 1962, escrita por Anthony Burgess—. Alex, el personaje protagónico interpretado por el actor Malcolm McDowell, llevó —a la par de sus compañeros— un vestuario característico y un maquillaje singular: pestañas postizas en su caso y pinturas faciales en los demás. Del maquillaje en este filme se encargaron: Fred Williamson, George Partleton, Barbara Daly y de la peluquería Olga Angelinetta. El consultante en cabello y colores fue Leonard of London. En el proceso del rodaje Kubrick se dio cuenta de que con solo colocar agregado de pestañas en uno de los ojos de McDowell se lograba brindar una imagen más agresiva, a tono con el personaje interpretado por este.
Si algo destaca en la etapa, tanto en el cine estadounidense como en el europeo, es la recurrencia a utilizar la imagen, y como parte de esta el vestuario y el maquillaje desde su dimensión dramática, y su capacidad de aportar a la narrativa del filme, más allá, una perspectiva historicista o de caracterización.
Barbarella D´Acevedo (La Habana, Cuba, 1985). Escritora. Profesora y editora. Teatróloga, graduada del ISA y del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso. Ha obtenido múltiples galardones, entre ellos: Premio de la Ciudad de Holguín en Narrativa (2022), Hermanos Loynaz en Literatura infantil (2021), XIX Certamen de Poesía Paco Mollá 2020 (España), La Gaveta (2020), Bustos Domecq (2020), y Beca de creación El reino de este mundo por el disco de poesía Discurso de Eva (PM records). Ha publicado entre otros: Músicos Ambulantes (2021), El triunfo de Eros (2022) y Blanco y azul (2022) con Editorial Primigenios (Miami), Basilio y el deseo (DMcPherson Editorial, Panamá, 2022), Érebo (Aguaclara Libros, España, 2022), El triunfo de Eros (Editorial Ácana, 2022), Habana pulp mission (Ediciones Solaris, Uruguay, 2022), Los sufrimientos del joven Bela (El Faro Editores, 2022), Marea roja (Ediciones Arroyo, Argentina, 2022), Tren para Salinger (Ediciones Loynaz, 2022), La casa, el mundo y el desierto (Ediciones Hurón Azul, España, 2023), y Marea roja (Ediciones Enlaces, Chile, 2024). Su obra ha sido editada asimismo en diversas antologías a lo largo del mundo. Cultiva disímiles géneros: novela, cuento, poesía, literatura fantástica, literatura erótica, periodismo, crítica, teatro, literatura para niños y jóvenes. Ha sido traducida al francés, al inglés y al esloveno. Es considerada una de las voces jóvenes importantes en la Cuba actual.
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