Rumbo al Ariel 2025: Dantés, Murrieta y Páramo, de las letras al cine.

Por Orlando Betancourt

Nomás para recordar: el guion es el punto de partida de una película. Representa el relato que veremos en pantalla. Puede derivar de una historia inédita y se le conoce como guion original, o bien estar basado en un escrito previo (novela, cuento o comic), y se convierte entonces en un guion adaptado.

Este año he tenido la oportunidad de leer tres novelas que coincidentemente también tuvieron su versión fílmica. Películas que surgieron a partir de la adaptación de esas obras mediante el complejo proceso de trasladar el lenguaje literario al lenguaje visual. He aquí mis hallazgos:

¿Y la bondad, Edmundo?

El Conde de Montecristo, del francés Alejandro Dumas, publicada entre 1844 y 1845, es un clásico de la literatura universal.

Ha sido recreada muchas veces en la pantalla. En la plataforma virtual IMDB se contabilizan 14 filmes y ocho series de televisión realizados en los dos últimos siglos. Las películas más antiguas son producciones de Hollywood de 1912 y 1913. La primera serie televisiva data de 1956 y también es hablada en inglés. Hasta el insigne Tin Tán tiene su versión paródica del conde (1954).

Para 2024, un dueto de directores franceses renovó el clásico y aprovechó para alterar conforme a su entender algunos pasajes de la novela original, con el fin de imprimirle mayor emoción al final del filme, supongo.

Si bien resuelven con solvencia la lógica de la historia, también la despojan de una parte relevante de su esencia. Lo digo por lo siguiente: el innegable atractivo de la obra literaria reside en la exaltación de valores universales como justicia e injusticia, fortuna y desgracia, venganza y perdón. Para Dumas la condición humana no es extremista, sino que tiende a la dualidad. En su novela, Dumas nos presenta a un conde que, al pasar de víctima a victimario, va cobrando venganza puntual de sus enemigos al tiempo que realiza actos de generosidad en favor de quienes le ayudaron en los tiempos aciagos. O sea, es vengativo, pero dadivoso.

Es ahí donde la adaptación fílmica tiene su mayor falencia, pues los directores priorizaron el tema de la venganza como único asunto vital para el conde. Una venganza cruenta que no repara en los sentimientos de las personas que le ayudan en esa misión, a quienes termina lastimando con tal de concretar sus ansias de desquite.

Pasa que el espectador que no ha leído a Dumas se quedará con esta versión alterada de la historia, donde Edmundo Dantés, el marinero vejado al que la vida le dio otra oportunidad y lo convirtió en conde, resulta tan desalmado como sus originales verdugos. Sin bondad ni misericordia. Sin dualidad y con extremismo.

En su favor, hay que consignar que la producción dirigida por Alexandre de la Petelliére y Matthieu Delaporte es técnicamente hermosa, con una fotografía centrada en la estética de la naturaleza, sobre todo en la magnificencia del mar, de los paisajes verdes y de los cielos azules. En el papel del conde, Pierre Niney algo flaco y desgarbado, pero convincente en su actuación.

Da gusto que se sigan produciendo, sobre todo en Europa filmes basados en libros clásicos que, con todo y la presión que ejerce el abominable monstruo de Hollywood, aportan belleza, cultura y una perspectiva humanista al repertorio fílmico.  

¿Héroe o villano?

Fue en una librería de viejo donde hallé el pequeño ejemplar de “La Vida y Hazañas de Joaquín Murrieta”. Se trata de un texto apócrifo editado en 1953, bien escrito, sin alardes de alta literatura, pero que al final se convierte en un compendio de vituperios contra la figura de Murrieta, en contraposición al justiciero sonorense que su leyenda ha esbozado. Me atrevería a decir que es un texto por encargo para difamar la figura del sonorense.

Yo me vine de Hermosillo / En busca de oro y riquezas / Al indio noble y sencillo / Lo defendí con fiereza / El gobierno americano / Puso precio a mi cabeza.”, reza parte de un corrido dedicado a Murrieta, que en otra parte de la letra hace referencia a la decisión de vengarse de los americanos que acabaron con la vida de su hermano y de su esposa.

No tengo claro si es una figura mítica o histórica. Muchos comentarios en la red le atribuyen ser el inspirador de la figura de El Zorro, ese justiciero que luchaba a favor del pueblo y en contra de los neo terratenientes españoles e irlandeses en California, que fue interpretado por los “Antonios” Banderas y Hopkins en una de sus últimas versiones en pantalla.   

Lo cierto es que a este personaje le han dado seguimiento escritores de la importancia de Irineo Paz en México y -agárrense- el poeta Pablo Neruda, pues hay una versión que ubica a Murrieta como oriundo de Chile. Existen sendas obras de este par de literatos al respecto.

En pantalla también ha sido un protagonista recurrente y con producciones tipo western. Ricardo Montalbán lo interpretó en 1969, lo mismo que Richard Dix en 1927 e incluso un tal Indio Juan en su versión chilena en 1975 (según esta propuesta, Murrieta habría nacido en la provincia de Valparaíso).

El año pasado, Amazon financió la producción de “La Cabeza de Joaquín Murrieta”, con el rol estelar a cargo de Juan Manuel Bernal y las actuaciones principales de Liam Sharpe, Steve Wilxcox y Becky Zhu Wu. La primera temporada quedó inconclusa y aún no hay información respecto de la temporada siguiente.

En sus ocho capítulos, la serie difiere del origen del rencor del sonorense que le atribuye la novela. Más bien lo ubica como un desertor del ejército mexicano en plena guerra contra los gringos y en plena fiebre de la búsqueda de oro.

Según el guion, los deseos de venganza de Murrieta tienen que ver más con compañeros que lo quisieron fastidiar durante la guerra, y no con la muerte de sus familiares como lo describe el autor anónimo y otras varias fuentes que revisé.

Más allá de esa divergencia de narrativas, la producción es espléndida, el hilo del relato es emocionante y la fotografía espectacular. Bernal muy maduro, sobrio. Otro buen punto es que los directores hacen protagonistas a grupos de población indígenas asentados en California y en México, como los apaches y los rarámuris. Gran idea porque los grupos asentados en esa región, al igual que sus aportes culturales, fueron con el tiempo minimizados.

En el imaginario popular, sobre todo del norte de nuestro país, la figura de Murrieta ha estado presente todos estos años en corridos interpretados por cantantes de arraigo. La serie, no obstante, no alcanza a definir a este Murrieta cual forajido vulgar o héroe nacional. Al tiempo.

“Un rencor vivo”

Enterado de que Netflix proyectaría una nueva versión de Pedro Páramo, y consiente de que mi memoria recordaba poco de la novela, decidí hacer una relectura previa.

Una historia que en su simpleza encuentra su belleza. La exquisitez de la palabra. El ascenso y declive de un cacique jalisciense, dueño de tierras y voluntades. Llevada al cine en infinidad de ocasiones con resultados dispares, esta adaptación ha logrado trasladar casi literalmente la novela a la pantalla.

Y lo ha hecho bien. La versión es entretenida, rítmica, armónica, a pesar de la dificultad que supone entreverar el relato con escenas que interrumpen la historia para mostrar eventos que ocurrieron en el pasado (flashbacks). Me atrevería a decir que la dirección de Rodrigo Prieto esclarece al espectador ciertas lagunas que deja la versión escrita. Quien vea el filme y no lea la novela, terminará con una idea muy cercana a lo que Rulfo quiso transmitir.

Prieto ofrece en la cinta una gran calidad visual, para lo cual se apoya en el trabajo del también cinematógrafo Nico Aguilar. Muy pareja la solvencia de la nómina actoral. Tenoch como Juan Preciado, bien. Dolores Heredia como Eduviges, mejor. Héctor Kotsifakis como Fulgor, extraordinario. Ilse Salas como Susana San Juan, misteriosa. Pero Roberto Sosa caracterizando al padre Rentería nos regala una cátedra de actuación.

Sólo una observación que me hizo ruido. En mi visualización mental, tengo a Páramo como a un tipo más adusto, con rasgos faciales marcados por la dureza y más colérico, incluso. Sé de las buenas referencias actorales de Manuel García-Rulfo, pero en su interpretación me pareció un cacique bonachón y hasta sereno al momento de tomar sus decisiones. Me transmitió más simpatía que antipatía.

BREVE SINÓPSIS DE LAS TRES OBRAS  
PODRÍA DISEÑARSE COMO CUADRO  
El Conde Montecristo  
Alejandro Dumas  
Francia   1844 – 1845
La condena injusta que los restauradores monárquicos le imputan a un inocente y joven marinero por un supuesto acercamiento a un cautivo Napoleón, es una de las infamias más célebres de la literatura.  

Edmundo Dantés es destinado a pasar el resto de sus días en un calabozo del Castillo de If por un crimen que no sólo no cometió, sino del que es ajeno por completo. La desgracia le pega fuerte porque en ese trance pierde su trabajo, a su padre y a Mercedes, el amor de su vida.  

Veinte años pasó encerrado. En prisión conoce a su salvador: un clérigo que sabe de un tesoro escondido en una isla bautizada como Montecristo, quien le confiesa el sitio exacto en que se encuentra. Dantés escapa de la prisión, se hace del dinero y, amparado en una nueva personalidad, dedica los siguientes años a preparar el ajuste de cuentas contra sus tres victimarios. Una venganza que resultará ser atroz.
  Vida y Hazañas de Joaquín Murrieta.  
Sin autor
Recién concluida la guerra entre México y Estados Unidos.  

La xenofobia de los americanos mata al hermano y a la esposa de Joaquín Murrieta, situación que lo orilla a buscar venganza.  

Entre 1850 y 1853, Murrieta roba oro y ganado a los americanos, cuya justicia pone precio a su cabeza. Para los mexicanos es un héroe, para los americanos un forajido ambicioso que mata sin clemencia a quienes asalta.  
    Pedro Páramo
Juan Rulfo
Es la historia de una figura que le roba a sus trabajadores hasta su derecho a morirse. Un cacique mexicano que es literalmente dueño de las vidas de quienes le sirven. Padre, patrón y señor de las voluntades de los demás. Una historia de fantasmas que cuenta la travesía, ascenso y declive de un terrateniente cruel, excéntrico y egoísta, que se va quedando solo y cuya vida termina a manos de un pobre hombre de su comarca.     



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