Por Roberto Vudoyra.
Es imposible no crear expectativas. Ari Aster, después de haber presentado sus filmes de terror psicológico/alternativo Midsommar y Hereditary, logró consagrarse como uno de los contemporáneos más interesantes que hay en la industria del cine. Con las representaciones de la culpabilidad dentro de sus personajes, con la violencia gráfica, con entrar en la parte trasera de la cabeza del espectador y comenzar a insertar un alfiler en el espacio suave debajo de la nuca para incomodarlo y hacerlo sangrar. Esa fue la carta de presentación con la que llegó al interés de un gran público.
Por eso comprendo cómo, hace unos años, con la presentación de Beau is Afraid mucha gente se sintió defraudada. Recuerdo haber leído, en una crítica a la película, la consideraban “un filme fallido”. Entredicho que, la experimentación que hacía el director era poco o nulamente lograda, ocasionando un proyecto diluido o sin sustancia.
Yo consideraba que era todo lo contrario. Que el escritor de esa crítica que no había hecho un ejercicio de reflexionar, de querer cuestionarse la película. Que escribió el texto solamente para capitalizar el momento candente del reciente estreno para conseguir los clicks rápidos. Entonces escribí mi primera contrareseña en Facebook. Nadie la leyó.
Pero sigo creyendo lo mismo. Esa película es toda una aventura a la que, asistir, es un deleite. Ari Aster juega con dos tonos completamente diferentes. El terror psicológico por el que ya es reconocido, y el humor negro remarcando fuertemente la ironía. Hacer el juego mezclando situaciones variadas completamente distantes, ocasiona un sentido de confusión para el espectador. Lo recuerdo de manera clara, recuerdo estar sentado en la sala y preguntarme, ¿Cómo es posible que esta película me haga reír y me cause tanto miedo a la vez?
La apuesta que hace Ari Aster es muy arriesgada, y conforme sigue desarrollando esta historia en la que Beau “quiere” visitar a su madre, sigue incrementando los elementos de confusión e ironía hasta llegar a la revelación climática que me hizo decir: “Definitivamente, esta película ya se fue al carajo.”
Sin ánimos de ofender al director, me hizo reír bastante el momento en el que se presenta al monstruo y ahí lo supe. La idea central del complejo edípico en el filme se termina demostrando en la gigante, triste y confundida BESTIA.

Es completamente idiota considerar ese tipo de presentaciones inverosímiles. Sin embargo, Ari Aster apuesta todo al momento de escribirlo en el guion y al momento de diseñarlo para insertarlo en el filme. Creo que esa es la muestra más grande de que, si bien es una película hecha con sentido y sentimiento, está hecha también con ánimos de ser oscura y de ser graciosa.
A Beau le va mal en toda la película. El espectador lo acompaña en todo ese viaje ácido, sintiendo. A veces teniendo comprensión con el personaje principal. Vivir en aquel barrio terrible, recibir indicaciones de tomar la medicina con SOLAMENTE AGUA, no querer probar la gelatina porque TIENE COLORANTES, estar constantemente atado a la expectativa de la madre controladora, huir de la intimidad con las mujeres por tenerle miedo a la muerte que podría ocasionarle un orgasmo. Para al final, no salir librado jamás de las garras controladoras que buscan la perfección. O la humillación. O simplemente el deleite de tener las manos encima de la vida del hombre ansioso.
Por eso creo que, aunque este filme en algunos aspectos yo lo haya considerado idiota, creo que es congruente y excelente. Porque en sí misma no busca la perfección en ningún sentido. Y hasta podría considerarla una crítica de lo mismo. De que la perfección no existe, de que inevitablemente, cosas van a ocurrir en la vida por más que uno quiera huir o escapar. Esta película busca experimentar y poner a prueba dos elementos distantes, mezclándolos para entrelazar toda esta odisea donde Beau, no quiere regresar con su madre.
La considero brillante. Por eso mismo este texto no busca entrar tanto en detalle y estoy descartando describir escenas que me parecieron aciertos completos (por ejemplo, la secuencia del teatro) pues deseo que estas palabras funcionen a dos maneras: como invitación para que la experimenten por su cuenta.
También escribo para invitar a la reflexión ante lo que, me parece, intentó hacer Ari Aster con este proyecto que, al final, solamente está destinado a dejarle un vacío en el pecho al espectador. Y una gran duda, ¿Qué significó todo esto?
Roberto Vudoyra es completo apasionado del cine, la literatura y la música. Estudió Música Popular Contemporánea. Toca el bajo eléctrico. Lleva, con mucho entusiasmo, una pequeña carrera literaria fomentada por la auto-publicación. También ha tomado cursos de cine documental, análisis cinematográfico y guion. Espíritu invencible.
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