En una noche de junio de 1969 se lanzó un ladrillo, se dio un golpe, inició una revuelta en el Stonewall Inn que provocaría un efecto dominó para lograr la liberación de la comunidad LGBT+. ¿De qué serían liberados? De la discriminación, el odio, la sombra. Por años se han librado batallas para tener derecho al simple acto de existir, cuando ese tema ni siquiera se tendría que poner en discusión. Gay, Lesbiana, Transgénero, Intersexual, Queer, al fin y al cabo, humanos. A lo largo del tiempo, el cine ha sido el mensajero que comparte historias de las personas que han sido oprimidas, silenciadas por la intolerancia, por lo que Kinema Books rinde homenaje a la comunidad de los colores, la resistencia y el amor. Hoy presentamos 12 filmes para celebrar a la comunidad LGBT+ en todos sus matices, trece películas que demuestran que siempre estarán aquí. Al final, amor es amor.
My Life in Pink (1997) Directed by Alain Berliner
Ma vie en rose, es una película belga estrenada en 1997 y dirigida por Alain Berliner. El inicio es más que elocuente, se nos presenta a la familia Fabre que se mudan a la casa de sus sueños en un barrio de clase media en Bélgica, casi de cuento de hadas, lindas casitas de madera, bellos jardínes, mucha risa y alegría, con maravillosos vecinos; en fin, una comunidad idílica.
Casi la perfección del paradigma que se nos vende en la TV. Y sin embargo, todo es una falsa careta que sólo esconde los arraigados prejuicios de la sociedad, poco a poco veremos la hipocresía y la intransigencia de todo el barrio.
En la historia seguimos a Ludovic un niño de 7 años que nació con el cuerpo de un niño pero se siente y se identifica como una niña. Vive con la total convicción de que está en un cuerpo equivocado y que cuando sea mayor se convertirá en una mujer. Desde el inicio la película nos muestra a Ludovic como un niño vivaz y alegre que se siente cómodo y feliz vistiendo ropa de niña y jugando con muñecas, pero que se encuentra constantemente en conflicto con la forma en que su familia y amigos lidian con su identidad de género y cómo el entorno reacciona ante esta situación.
La reacción negativa de los vecinos se extiende a la escuela donde Ludovic se enfrentará al rechazo y la discriminación y empezará a ser objeto de burla y acoso por parte de sus compañeros. La película nos muestra cómo estas experiencias irán afectando al protagonista y a su familia y cómo lucharán por encontrar una forma de aceptar y entender su identidad de género.
Aquí también destaca la importancia del amor y el apoyo incondicional en momentos de dificultad y como la familia puede ser un refugio seguro (o no) para aquellos que no encajan en los moldes impuestos por la sociedad.
La música, la iluminación y los planos cinematográficos contribuyen a crear una atmósfera emotiva y poética que contrasta con la cruda realidad que enfrentan Ludovic y su familia. La película Ma vie en rose es una obra relevante en su contexto social y cultural.
Una película emocionante y conmovedora que explora la complejidad de la identidad de género en la infancia y la diversidad de una manera sensible y respetuosa.
The Rocky Horror Picture Show (1975) Directed by Jim Sharman
El Show de Terror de Rocky se estrenó en la década de los 70, una época que nos dio a David Bowie, el movimiento por la liberación sexual y el ascenso del punk rock en la cultura popular. Ahora reconocida como un clásico de culto, la cinta dirigida por Jim Sharman se ha convertido en una experiencia inmersiva, un referente del camp en el cine y un refugio para los inadaptados.
Brad y Janet, una pareja heterosexual y conservadora, emprenden un viaje para visitar a su viejo profesor de universidad y darle la noticia de su compromiso. Pero su auto se descompone en medio de una tormenta, obligándolos a buscar ayuda en los alrededores. Así terminan en la mansión del Dr. Frank N’ Furter, un científico loco, travesti y pansexual proveniente del planeta Transexual en la galaxia Transilvania.
Poco a poco, Frank seduce a ambos protagonistas al placer sexual, a la experimentación queer. Una vez dentro de ese mundo, no sólo se entregan al “placer absoluto”, sino a una versión más libre y honesta de sí mismos. A través del exceso y la teatralidad, encuentran algo más que deseo: encuentran identidad.
Al mismo tiempo, The Rocky Horror Picture Show funciona como una parodia de películas clásicas de terror y ciencia ficción, como Frankenstein. Y eso es precisamente lo que la hace tan brillante. En una década donde la juventud comenzaba a liberarse del conservadurismo, la película canaliza los miedos sociales en torno a la disolución de las normas de género y sexualidad, y los convierte en espectáculo.
En este sentido, The Rocky Horror Picture Show es más que una película: es un acto de rebelión con medias de red. Ridiculiza los temores de una sociedad que teme lo diferente y celebra, con humor y desparpajo, todo aquello que se sale de la norma. Antes de que se hablara abiertamente de políticas identitarias, ya ofrecía una mirada punk, queer y liberadora sobre el cuerpo, el deseo y la autenticidad. Tal vez por eso, a pesar del paso del tiempo, seguimos bailando el Time Warp: porque hay algo profundamente liberador en sabernos extraños, teatrales, y absolutamente inadaptables.
Carol (2015) Directed by Todd Haynes
En Carol, el amor no irrumpe: se insinúa. Bajo la aparente tranquilidad de unos Estados Unidos cincuenteros, donde todo parece girar en torno a matrimonios convencionales, roles bien definidos y la estabilidad de lo «correcto», se cuela una historia que no grita su diferencia, pero la vive con toda la intensidad que permite el silencio. Carol y Therese no se aman para provocar, se aman a pesar del mundo.
Lo cotidiano es el escenario del descubrimiento: unos guantes olvidados, una mirada sostenida, un café compartido. Hay secretismo, sí, pero no como disfraz, sino como refugio. En un mundo dominado por lo masculino —esposos, abogados, jueces, jefes— ambas mujeres encuentran en la otra una grieta luminosa. Lo que para los demás parece invisible, entre ellas se convierte en una línea trazada con fuerza pero sin escándalo. Todd Haynes filma esta historia con la delicadeza de quien entiende que la revolución también puede venir vestida de abrigo largo y voz queda.
La ambientación navideña no es un mero recurso estético: acentúa el contraste. En una época que celebra la unión, la familia y la pertenencia, ambas protagonistas experimentan la soledad desde distintos márgenes. Carol, atrapada en un matrimonio roto y una maternidad amenazada; Therese, flotando en una vida que aún no la reconoce como suya. Son dos mujeres que, en medio del ruido de lo establecido, se encuentran y se eligen. No porque sea fácil, sino porque no hacerlo sería traicionar algo más profundo que la costumbre.
La seducción en Carol es elegante, sobria, lenta. Nunca se trata de transgredir por espectáculo, sino de caminar hacia el deseo sin pedir permiso. En tiempos donde la feminidad estaba constreñida a la discreción y la devoción doméstica, el gesto más subversivo es atreverse a mirar a otra mujer con amor, con deseo, con reconocimiento.
En el marco del Orgullo LGBT+, Carol ocupa un lugar esencial. Porque no sólo representa a dos mujeres enamoradas, sino que lo hace con la dignidad de lo que siempre debió ser normal. No hay tragedia innecesaria, ni castigo moral, ni caricatura. Hay amor, conflicto, miedo, libertad. Hay humanidad. Y en un tiempo donde lo queer sigue siendo cuestionado por su derecho a existir con calma, películas como Carol recuerdan que el amor no necesita gritar para hacerse eterno.

Blue Is the Warmest Color (2013) Directed by Abdellatif Kechiche
Nada es casualidad. En aquel 2013, mientras La vida de Adèle (2013) ganaba la Palma de Oro en el Festival de Cannes (celebrado entre el 15 y 26 de mayo), el matrimonio igualitario en Francia era por fin legalizado (el 18 de mayo), dándole a las personas del mismo sexo el derecho a la unión lícita, ante el descontento y las protestas de la ultraderecha.
Ese año, el jurado en Cannes incluía nombres imponentes: Naomi Kawase, Ang Lee, Nicole Kidman, Lynne Ramsay, Christoph Waltz, Cristian Mungiu y el director Steven Spielberg, quienes en un hecho sin precedentes, no solo entregaron la Palma de Oro al director Abdellatif Kechiche, sino también a las dos actrices principales Adèle Exarchopoulos y Léa Seydoux.
Basada en la novela gráfica Le bleu est une couleur chaude (2010) de Jul Maroh, La vida de Adèle es posiblemente la película con temática lésbica más hermosa de la historia del cine (destacadas también son Retrato de una mujer en llamas (Céline Sciamma, 2019), El asesinato de la hermana George (Robert Aldrich, 1968) y Me siento extraña (Enrique Martí Maqueda, 1977), pero no al nivel de la que nos ocupa), donde se narran las andanzas de Adèle (Adèle Exarchopoulos), una joven con dudas y miedos que un buen día se encuentra con Emma (Léa Seydoux), la enigmática mujer de pelo azul que lo cambia todo.
Y es que el color azul en este filme de 180 minutos alcanza horizontes simbólicos de altísima importancia; el azul baña a las protagonistas y las acompaña en medio de la curiosidad, la intensidad emocional, la tristeza y finalmente, un nuevo comienzo. Son el azul y el blanco los colores que van delineando esta historia de amor que es triste, como la vida misma, y por eso se vuelve inolvidable, por que todos hemos tenido un amor que aunque sea poderoso, resulta imposible.
La colección de miradas que Exarchopoulos y Seydoux intercambian en los momentos más intensos del metraje (los más felices primero y después, los más devastadores), son de una pureza insoportable: si al cruzarse por primera vez, nos convencen del amor a primera vista, en uno de sus últimos encuentros, las lágrimas que se amontonan en sus ojos revelan que aunque se aman profundamente, no pueden estar juntas otra vez.
Motivo de una polémica vergonzosa que aun así no empaña la fuerza de la película, las escenas de sexo se presentan con la visceralidad que el director Abdellatif Kechiche consideraba necesaria, en una historia sobre dos mujeres que se desean con pasión; el asunto es que para cuando esas secuencias tan mencionadas aparecen, el espectador no se altera por la crudeza del sexo, lo que le preocupa es que en esa historia, el amor no alcance para trascender.
La vida de Adèle es todo un logro: una historia muy sencilla capaz de deambular entre las emociones más agudas del ser humano: de la emoción al hartazgo; de la alegría a la rabia; de la ilusión, a la melancolía.
BPM (Beats per Minute) (2017) Directed by Robin Campillo
Un retrato urgente que da voz a una generación LGBT+ que, ante el avance del VIH y la indiferencia institucional, transformó el miedo en activismo y el amor en una forma de protesta. 120 latidos por minuto de Robin Campillo, se convierte en un acto de memoria y resistencia. Este filme no solo documenta la lucha contra el VIH en los años 90, sino que honra a quienes, desde la disidencia sexual, enfrentaron una doble batalla: contra el virus y contra un sistema que los marginaba. Un testimonio imprescindible de quienes lucharon para que otros pudieran vivir y ser escuchados.
Situada en los primeros años de la décadaa de 1990 en París, la cinta retrata a un grupo de activistas de ACT UP, que desafían al sistema médico, al gobierno, a las farmacéuticas, y sobre todo, al silencio. Porque cuando el silencio mata, la acción se vuelve un acto de amor radical. Campillo, quien fue parte de ese movimiento, no solo reconstruye una época, la revive con una intensidad que desborda la pantalla y que exige al espectador sentir, incomodarse, indignarse.
A través de una narrativa entre documental y ficción, la película nos introduce a las reuniones estratégicas del grupo, donde el diálogo se convierte en un campo de batalla y la palabra es un arma. Desde las manifestaciones, donde los activistas toman las calles, lanzan sangre falsa, irrumpen en instituciones, dando guerra al estigma, la burocracia y la indiferencia.
El protagonista, cuya enfermedad avanza al mismo tiempo que el movimiento político se fortalece, encarna esa doble guerra: la del cuerpo que resiste y la del ser humano que exige. La película no escatima en mostrarnos que la lucha contra el SIDA fue también una lucha de clases, de géneros, de desigualdades estructurales. Una batalla por visibilidad, por dignidad, por futuro.
Lo notable de 120 latidos por minuto es su capacidad para evitar el sentimentalsmo fácil. Aquí no hay melodrama, hay verdad. Una verdad cruda, luminosa y política. La enfermedad el VIH, no se presenta como una sombra individual, sino como una carga colectiva, como una marca impuesta por una sociedad que clasifica, margina y castigaa quienes se atreven a amar fuera de la norma. El VIH se vuelve el síntoma de un sistema que enferma tanto como el virus mismo.
Uno de los momentos más preciosos: la escena de la fiesta. Música, luces estroboscópicas, cuerpos que bailan despidiendose de su vida que se consume poco a poco. En una escena donde se va convirtiendo en células, virus, linfocitos. La vida y la muerte bailando juntas. Una alegoría de lo que significa vivir con una sentencia biológica mientras se celebra el placer, el deseo, la esperanza.
Porque en ese pulso acelerado, donde la fragilidad se convierte en coraje y que resistir no es solo sobrevivir, es arder con pasión, amar sin miedo y desafiar al silencio con cada respiración que se niega a rendirse.
Drive-Away Dolls (2024) Directed by Ethan Coen
En ocasiones, los viajes entre amigas no salen como se planean: un desvío no programado o quizás descubrir algo misterioso y escandaloso en el baúl del auto puede ser razón suficiente para que todo se vaya al garete. Jamie, interpretada por Margaret Qualley, es una lesbiana carismática de espíritu libre que está harta del amor y acaba de salir de una relación; mientras que Marian, interpretada por Geraldine Viswanathan, es una lesbiana recatada que sobreanaliza excesivamente las cosas y lleva mucho tiempo sin tener sexo. Juntas emprenderán un viaje por carretera que les permita distanciarse un poco de sus problemas, pero las cosas se verán trastocadas cuando descubran que el auto en el que viajan – y que deben trasladar a Tallahassee, Florida – guarda un maletín y una caja con un gran secreto.
Sin embargo, detrás del auto en que viajan las amigas hay un par de hombres que desean a toda costa conseguir que el contenido del maletín y de la caja no vea la luz, ya que podría poner en riesgo el futuro político de un senador que tiene un pasado algo provocador. ¿Qué guarda ese maletín? La respuesta los sorprenderá: es algo que jamás habría pasado por la mente de cualquier persona. Solo Ethan Coen junto con Tricia Cooke pudieron haberlo pensado, y es un giro alucinante y muy divertido para la trama de la película.
Drive-Away Dolls es una comedia rocambolesca, explícita en muchos momentos, pero refrescante al hablar de relaciones lésbicas, la comunidad LGBTI+ a finales de los 90, libertad sexual, amistad y amor. Con múltiples episodios cómicos, Margaret Qualley es la figura que se roba el show; sin embargo, también hay otros personajes como Sukie, exnovia de Jamie; Curlie, el dueño del servicio de entrega de autos; y Arliss y Flint, matones que persiguen a Jamie y Marian, que inevitablemente enriquecen la historia con sus subtramas.
Asimismo, la travesía de Jamie y Marian con sus personalidades dispares es un reflejo de la actitud que las personas podemos adoptar frente las adversidades de la vida. Jamie, con su espíritu libre, tiende a divertirse, explorar y aventurarse ante las diversas situaciones; por el contrario, Marian es más meticulosa, lo que la lleva a ser reservada, cuidadosa y malhumorada, impidiéndole disfrutar del viaje y de sus placeres. No obstante, ambos personajes empiezan a desenvolverse y a desarrollar una mirada diferente ante las relaciones y el sexo. Estas transformaciones y divergencias hacen de Jamie y Marian una gran pareja en pantalla. Además, nos enseñan que el amor puede estar más cerca de lo planeado y que no debes viajar a Tallahassee para encontrarlo, aunque puede ser de gran ayuda para reconectar con nosotros mismos.
Si te gusta el estilo de los hermanos Coen, posiblemente Drive-Away Dolls te evoque a algunas de sus producciones, y nos deja un interesante mensaje que quizás recuerdes cuando estés con mal de amores: “El amor es un viaje en trineo al infierno”.
Thelma & Louise (1991) Directed by Ridley Scott
Por Aura Metzeri Altamirano Solar
Debo advertir que esta reseña viene con spoiler, cosa que no puede ser ignorada. Nos encontramos con una película que llena de frustración y emoción a la par, la cual también suscitó mucha polémica en su momento de lanzamiento, Thelma and Louise es una road movie, nos cuenta la historia de dos mujeres que buscan salir de lo cotidiano en un viaje que por mera acumulación, las va convirtiendo en criminales como respuesta a la violencia machista. Como muchas películas de este corte, funge como un parteaguas para nuevas construcciones narrativas, atreviéndose a explorar temáticas incómodas desde perspectivas críticas y desafiantes, por esto mismo, la película estuvo a punto de no ver la luz. Como buen tabú, se hace más atractiva.
Thelma (Geena Davis) , un ama de casa a quien vemos, en un inicio, en el papel de una mujer inocente, apegada a los roles de géneros y harta del control de su marido, baila en un bar con un desconocido, quien luego intentará violarla. Louise (Susan Sarandon) la defiende y en una amenaza mal oída por el desagradable agresor, termina siendo asesinado, en un acto sumamente catártico para la misteriosa Louise, de quien se revela, sin terminar de atar cabos, que sufrió un acto similar en el pasado, haciéndola un personaje más aguerrido.
Durante el viaje, que inició como un viaje de vacaciones para convertirse en uno de persecusión y emocionante escape, las protagonistas se encuentran con diversos problemas, entre la policía, otro pretendiente de Thelma quien las estafa (un joven y primerizo Brad Pitt), un camionero impertinente y lascivo, cuyo destino desatado por nuestras heroínas solo podremos calificar de satisfactorio, el trágico novio de Louise y el desagradable esposo de Thelma, forman una maraña, un centro gravitacional que gira en torno a las protagonistas, ocasionando escenas icónicas y sumamente cómicas, impertinentes para la época y con una inteligencia disruptiva, esta cinta es un parteaguas que niega el final feliz, pues en esta escena, cuando las heroínas (que mejor se podrían describir como antiheroínas) se encuentran acorraladas por una fuerza policial de tamaño desproporcionado y ridículo, prefieren lanzarse al vacío antes que ser capturadas, sin poder llegar a la libertad física (su destino a México), pero alcanzándola de manera simbólica, en un acto que asemeja a Artemisa, prefieren morir antes que ser dominadas, sellan el pacto sin palabras, en el lenguaje de un beso.

Portrait of a Lady on Fire (2019) Directed by Céline Sciamma
En septiembre del 2019 vio la luz un filme titulado Retrato de una mujer en llamas, una película dirigida por Céline Sciamma y protagonizada por Noémie Merlant (Marianne) y Adéle Haenel (Heloise).
Esta película no solo retrata la negativa de una mujer a seguir las convenciones de la época, finales del siglo XVIII, ser pintada para enviar ese retrato a su futuro marido. Sino que también nos cuenta la historia de una joven pintora que se vuelve amiga, sirvienta y en algún punto el amor “prohibido” de una mujer que recién había salido del convento, solo para casarse.
Marianne desembarca en una noche tempestuosa, sin saber que el trabajo que estaba por realizar no era precisamente el más importante de su vida, pero sí uno que dejaría una huella muy grande en su destino.
Frente a una Heloise renuente y molesta por la intención de algunos pintores en retratarla, se aparece una Marianne que se presenta como su nueva sirvienta/dama de compañía. Ambas comienzan a compartir interminables picnics, caminatas a la orilla de la playa, paseos en el exterior, charlas, lecturas y también algunas emociones nuevas.
Lejos de presentarnos una historia dramática o color de rosa, vemos como en la cotidianeidad nace una relación que no distingue si una se va a casar o si la otra está fingiendo solo ser su compañía para lograr pintarla, simplemente las circunstancias propician esta relación.
Misma que deja una huella profunda principalmente en la comunidad sáfica actual, ya que se identifican con la historia y aunque hay muchas variantes, la preferencia por esta cinta no pasa de moda, al contrario, se sigue manteniendo en el gusto del público para muestra la cantidad de veces que alguien se ha tatuado un libro entre abierto en la página 28 como signo de amor; o de un corazón roto.
Ya saben cada uno hablamos según como nos va en la feria.
All of Us Strangers (2023) Directed by Andrew Haigh
Galardonada en 2024 por los Premios Dorian como la Película LGBTQ y el premio a la Película del Año por La Sociedad de Críticos de Entretenimiento LGBTQ, Todos Somos Extraños (All of Us Strangers,2023), dirigido por Andrew Haigh, es un drama sensible que aborda temas: como la pérdida, la soledad, el amor, la identidad y los prejuicios acerca de la comunidad queer.
Basado en la novela Strangers (1987), de Taichi Yamada, la historia se centra en Adam (Andrew Scott), un escritor solitario que recién se acaba de mudar a un edificio a las afueras de Londres. Un día, se presenta Harry (Paul Mescal), un joven que se refugia en el alcohol y al ser su único vecino, se volverán más cercanos hasta comenzar un romance. A la par, el protagonista se encuentra en la búsqueda de inspiración para su nuevo texto, así que decide visitar la casa de su infancia en donde se reencuentra con sus padres (Jamie Bell y Claire Foy), quienes fallecieron cuando él era un niño. Así, convirtiéndose en momentos en el que Adam crea una fantasía para encontrarse con sí mismo y resolver algunas dudas, como es el hecho de si sus padres aceptarían su homosexualidad.
Todos Somos Extraños, resalta por el elenco, cada actor tiene su momento para brillar: Bell, quien nos cautivo en Billy Elliot (2000), vuelve a conmovernos, Foy (El Primer Hombre en la Luna,2018), nos entrega una actuación verosímil, mientras que Mescal (Aftersun, 2022) nos demuestra una vez más sus dotes actorales creando una química innegable con Scott, cuyo nivel es sobresaliente, lo cual no es de sorprender al recordarlo como el perfecto villano en la serie Sherlock (2010 -2017) o en Fleabag (2016 – 2019).
El ingenioso guion a cargo de Haigh, alterna la fantasía con lo real, al grado de involucrar a la audiencia en lo que parece ser un viaje onírico, sin caer en clichés, sorprende con un plot twist que a más de uno toma por sorpresa para su último acto. Así mismo, Todos Somos Extraños logra profundizar en temas complejos, con escenas profundamente tristes, con más silencios que diálogos, creando una atmósfera repleta de nostalgia, pero no de lo vivido, sino de aquella nostalgia de lo que pudo ser.
Otro elemento importante y que está presente a lo largo del largometraje es la música, con una selección de música ochentera, cuyo repertorio incluye Always on My Mind, interpretado por Pet Shop Boys con una escena memorable qu englobando también el sentir de nuestro solitario protagonista.
Todos Somos Extraños no es un film convencional, pero esa es su mayor virtud, ya que, no dejará indiferente a ningún espectador y, sobre todo, se agradece que existan este tipo de producciones que nos entregan personajes realistas, dejando atrás la representación estereotipada sobre la comunidad LGBTIQ+.

She Is Conann (2023) Directed by Bertrand Mandico
Bertrand Mandico y Yann Gonzalez son dos cineastas franceses que han imbuido una sensibilidad queer al cine de género contemporáneo a través de los múltiples cortometrajes y el puñado de largometrajes que han realizado en lo que va del Siglo XXI. Sus películas son transgresoras y subversivas, difíciles de clasificar e inagotablemente interesantes en su asimilación de múltiples influencias, dotando de una belleza y una estética peculiar a lo inquietante y lo grotesco.
Desde su ópera prima, Lxs chicxs salvajes (Les garçons sauvages, Francia, 2017), Mandico demostró poseer una aproximación fluida al concepto de género, presentándonos la historia de un grupo de delincuentes juveniles que bien podrían haber salido de La naranja mecánica (A Clockwork Orange, Stanley Kubrick, Reino Unido, 1971) y que, tras ser detenidos por el asesinato de una dama de sociedad, son sentenciados al destierro en una isla fantástica en la que crecen frutos que los transforman en mujeres. Con una estética reminiscente al estilo visual del canadiense Guy Maddin, que nos remite al cine de principios del siglo pasado, y una historia de transformaciones corporales que haría sentir orgulloso a David Cronenberg, el cineasta francés dejó ver al mundo que puede asumir sus influencias y hacerlas suyas al crear un estilo propio que bebe de ellas sin volverse una simple copia.
Para su tercer largometraje, tomó inspiración en el personaje de Conan, el bárbaro, creado por el escritor Robert E. Howard en 1932 en las páginas de la revista Weird Tales para eventualmente gozar de una larga vida en una extensa serie de libros, comics, películas y otros medios narrativos. Pero en vez de simplemente hacer una versión de dicho personaje intercambiando su género, Mandico lo reinventó por completo al mismo tiempo que creó una historia delirante que abarca varios siglos y distintas realidades.
La película comienza con el personaje de Rainer, una posible alusión al cineasta alemán Rainer Werner Fassbinder, quien es un hombre perro interpretado por la actriz fetiche de Mandico, Elina Löwensohn. Este peculiar individuo hace las veces de un Virgilio en el recorrido dantesco que estamos a punto de emprender. En una especie de infierno, conduce a una anciana ante el trono de Conann, la reina de las bárbaras, quien empieza a recordar su vida. Saltando entre ese tiempo narrativo y diversos pasajes del pasado de los personajes, así como alternando entre la fotografía a color y un nítido blanco y negro, ambas llenas de brillos y destellos, vamos conociendo la historia de la protagonista. Ésta es interpretada por seis diferentes actrices en distintos momentos de su vida: a los 15 años, a los 25, 35, 45, 55 y como la reina en su trono, presumiblemente a sus 65 años. Lo interesante es que cada subsecuente encarnación se enfrenta a su predecesora y debe matarla para que ésta pueda convertirse en quien será, representando la necesidad de separarnos de nuestro pasado para poder seguir creciendo, aunque esto nos corrompa y nos vuelva insensibles.
To Wong Foo, Thanks for Everything! Julie Newmar (1995) Directed by Beeban Kidron
Una de las primeras películas con este tipo de temáticas fue Reyes o Reinas (To Wong Foo, Thanks for everything! Julie Newmar – 1995), cinta de comedia estadounidense que surge como respuesta al éxito que logró la cinta australiana Priscilla Queen of Desert de 1994 que toca un tema un tanto sensible hasta ese momento en el cine norteamericano, el homosexualismo y el ser diferente.
Y aunque su concepción fue como una película de comedia, logró posicionar su historia como algo distinto. Además, una particularidad de este trabajo es que fue protagonizada por dos de los representantes del “hombre macho” del cine en esos tiempos, Patrick Swayze y Wesley Snipes, acompañados por el actor John Leguizamo.
La historia de tres Drag Queens, quien en su viaje para participar en un concurso en Los Ángeles organizado por Julie Newmar (conocida por su papel de “Gatubela” en la serie de 1966 “Batman”), son objeto de una persecución de un Sheriff de Policía homófobo, en ese inter y gracias a que su auto se descompuso, llegan a un pueblo donde igualmente se ven un tanto despreciados, pero se ganan la confianza de las féminas del pueblo, incluso una de ellas es ayudada por el trio para abandonar a su abusador esposo.
Esta es una visión mas amable de la homosexualidad, tema que se había visto de manera muy cruda en la premiada Philadelphia de 1993 protagonizada por Tom Hanks y Denzel Washington. Precisamente, tras calificar la homosexualidad como la causa de que se propagara el VIH, no era bien visto.
La historia nos da un ejemplo claro de lo mal entendida que es esta parte de la sexualidad humana, que si bien, dada las tradiciones y complejos religiosos nunca ha sido bien vista, también se da muestra de que son buenas personas y que no necesariamente tienen que recurrir al exhibicionismo y lo exagerado para tener la atención.
La directora, Beeban Kindron, actualmente es una activista por los derechos de los niños y una de las pocas “plebeyas”, en ser nombrada Baronesa y participar activamente en la cámara de los Lores en el Reino Unido. Sus trabajos audiovisuales mas representativos son Oranges are not the only fruit (1989), Bridget Jones: The Edge for reason (2004) y el documental InRealLife (2017).
En una entrevista al protagonista Patrick Swayze realizada por Bryant Gumbel en el programa TODAY, mencionó cómo fue su experiencia en este papel: “La Sra. Vida, de muchas maneras, impulsa la línea emocional, y tenía que estar llena de amor, compasión y un espíritu protector”, le dijo a Gumbel. Aunque su madre no aprobó la decisión de aparecer vestido de drag, Swayze dijo que su esposa, Lisa Niemi, lo aceptó e incluso lo ayudó a mejorar su forma de caminar.
Leguizamo y Snipes recordaron que trabajar con Swayze, que era muy perfeccionista, fue difícil y tormentoso. Esta película está disponible en la plataforma MGM+ .
Summer of 85 (2020) Directed by François Ozon
El primer amor es como fracturarse un hueso: es impactante, un shock muy grande, te marcará de por vida, probablemente duela hasta el alma pero sanará. Aun así, ¿Saben que es aún más impresionante? La muerte. Tener que despedirse de un ser querido, sin previo aviso y de forma inevitable. La muerte requiere ciertos rituales: ofrendas, rosarios, incluso promesas como la que David le hizo cumplir a Alexis en Été 85. ¿Qué es lo que estaríamos dispuestos a hacer por las personas que amamos?, ¿Cómo seguimos adelante después de perder al primer amor?, ¿Volveremos a sentir?
En el verano del 2020, François Ozon realizó la adaptación cinematográfica del libro “Dancing on My Grave”, presentando así su décimo noveno filme Été 85, que cuenta la historia de cómo Alexis “Alex” se enamora en el verano del 85 de David Gorman, un apuesto muchacho dos años mayor quien es el héroe que lo rescata de una volcadura de barco y lo seduce hasta caer enamorado y atándolo a una promesa que tendrá que cumplir hasta las últimas consecuencias.
Al ritmo de The Cure y con una conmovedora escena que tiene a Rod Stewart de fondo, nos encontramos con una película calurosa como el sol de la bahía francesa, enternecedora como el amor adolescente pero con tintes de thriller a lo Clue. Lo que atrapa del filme es descubrir el misterio de porque un amor tan intenso terminó de forma desgarradora, además de reflexionar sobre una cuestión interesante: ¿Inventamos a las personas que amamos?
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